“Me quedo sin aire. No puedo más. Os amo”: El mensaje de Omar que llegó a su familia cuando ya era demasiado tarde
El trabajador colombiano fallecido en el incendio de Lleida deja a una viuda y dos hijas sin papeles y en una situación de extrema vulnerabilidad

Todavía hay humaredas en la zona del incendio que ha afectado el sur de la provincia de Lleida los últimos días con el trágico balance de dos personas muertas y 5.500 hectáreas calcinadas. El fuego está bajo control pero la procesión corre por dentro en los pueblos afectados, especialmente entre las familias de los dos fallecidos. La del empresario agrícola Jordi Esteve, de 32 años, ha tenido la oportunidad de velar su cuerpo en la casa familiar de Renant, a escasos kilómetros de donde aparecieron los cuerpos. La de su empleado, el inmigrante de origen colombiano Omar Fabián, todavía no sabe cuando podrá hacerlo. La situación en la que han quedado la viuda y las dos hijas de este padre de familia que llegó a Agramunt (Lleida, 5.629 habitantes) para buscarse la vida es más que precaria. Lo único que pudo hacer el fallecido fue despedirse de ellas mediante un mensaje de voz. Con el humo invadiéndolo todo, Omar solo pudo decir: “Os quiero mucho a las tres. Perdónenme, me quedo sin aire. No puedo más. Os amo”.
La historia de Omar es idéntica a la de muchos migrantes que se aventuran a viajar a España en busca de una vida mejor. EL PAÍS ha contactado con Luz Mila Gallego, la tía de Omar y una de las que consiguió que el ahora fallecido lograra un empleo en Agramunt, en la zona del incendio. “Mi marido, mi hijo y yo llevamos años aquí. Le contamos a Omar que había trabajo”, recuerda. Hace tres años que Omar dejó a su familia en el municipio de Sevilla (en el departamento del Valle del Cauca, suroeste de Colombia) y probó suerte en Agramunt. “Primero trabajó en una granja y luego se fue con mi marido y mi hijo a otra granja, la del señor Esteve”, relata la tía del fallecido. Omar solo llevaba año y medio empleado como operario en las granjas de El Porquero, que es como era conocido Jordi Esteve. Poco antes de cambiar de empleo ahorró dinero y pagó el pasaje para que su esposa, Lisbeth Joana, junto con sus hijas —Laura Vanesa, de 18 años, y A., de siete— volaran hasta España. “Solo Omar tenía papeles, por lo que era el único que trabajaba. Empezaron poco a poco. Además, la madre de Omar está enferma por lo que tenía que cuidar de su familia aquí y enviar dinero a Sevilla”, explica la tía.

La madre de la víctima del incendio llamaba a menudo a su hijo y el martes, cuando Omar no descolgó el teléfono, le invadió un mal presentimiento. “Llamó a Laura para decirle que su padre no contestaba y le parecía raro”, recuerda Luz Mila. La hija de Omar comenzó a llamarle de forma compulsiva, pero no había manera de que descolgara el teléfono.
El incendio llevaba horas quemando la zona de Torrefeta i Florejacs. El núcleo de Coscó parecía estar a salvo de las llamas hasta que giró el viento. El fuego se dirigió directo a Renant donde estaban trabajando Omar y Esteve. De hecho, como Omar no tiene coche, El Porquero se dirigió esa tarde a la granja para llevar a su empleado hasta Agramunt. Volvían cuando el vehículo de Esteve quedó rodeado de humo. Se salieron del camino. Empresario y trabajador, asustados, abandonaron el coche e intentaron huir del fuego. Sus cuerpos aparecieron, horas más tarde, a pocos metros del vehículo. Murieron asfixiados. Las llamas nunca llegaron hasta el lugar donde aparecieron.
Laura no podía contactar con su padre porque el fuego había arrasado las líneas de la luz y muchos repetidores de telefonía quedaron inservibles. Aun así, Omar empezó a enviar mensajes de audio que fueron llegando conforme se iba restableciendo el servicio. Uno de ellos advertía de la ubicación en medio de una pista forestal donde había quedado el vehículo.

Al recibir el mensaje, el marido y el hijo de Luz Mila arrancaron su coche y se fueron dirección a la granja donde solo hacía unas horas habían estado con Omar. Los Mossos no les dejaron pasar de Coscó. Mientras, seguían llegando otros audios alertando de la situación delicada de Omar. Lisbeth Joana salió a la calle en busca de alguien que pudiera trasladarla en vehículo hasta la granja. Familiares de Esteve la llevaron también hasta Coscó donde recibieron la peor de las noticias. Los cuerpos de Esteve y Omar habían aparecido a pocos metros del vehículo.
Ya sabían que Omar había muerto cuando siguieron llegando mensajes. Hasta que escucharon lo que sería su última nota de voz póstuma: “Lass quiero mucho a las tres. Perdónenme, me quedo sin aire. No puedo más. Las amo”.
La familia no ha recibido todavía los restos de Omar. Cuando los tengan, pretenden incinerarlos, pero no saben cómo hacer frente a ese gasto. Ni a ese, ni a muchos otros. “Mi sobrina y sus hijas se quedan en una posición muy delicada. Sin trabajo, sin ingresos, sin papeles y con graves problemas de salud”, lamenta Luz Mila. El Ayuntamiento de Agramunt ha activado un psicólogo para la familia, la hija menor irá gratis al campamento de verano municipal y el Consistorio ayudará a Lisbeth Joana a tramitar la viudedad. La madre y el hermano de Omar aguardan en Colombia para reunir dinero y volar hasta España para despedirse de su familiar.
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