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Puente renovado, viejos problemas en San Esteban de Gormaz: “Los camiones lo están matando”

La localidad soriana aislada durante dos meses al hundirse el paso sobre el río Duero teme que el denso tráfico lo machaque

Puente San Esteban de Gormaz Soria
Juan Navarro

Los chorretones negros sobre la vieja calzada gris acreditan que muy cerca hay brea fresca. Exacto, el brillante pavimento aún sin delimitar los carriles, señal de obra recién estrenada, recibe los primeros neumáticos tras dos meses de desconexión para el puente de San Esteban de Gormaz (Soria, 3.000 habitantes) tras colapsar en marzo durante la ola de temporales. El puente. El único puente, el imprescindible puente, el puente que conecta la carretera N-110 en su rumbo desde el suroeste hacia el norte de Soria, o viceversa. La infraestructura inutilizada ha requerido semanas de 45 minutos de rodeo y grandes trastornos para la comarca hasta que el Ministerio de Transportes, entre choques con el Ayuntamiento, lo ha arreglado. Un par de kilómetros más allá, la Junta de Castilla y León y el Ejército preparan un paso provisional, cuestionado porque el viejo se ha restaurado y el prometido, además de temporal, aún tardará en inaugurarse.

La tela de araña de andamios alrededor de los pilares de la travesía, el enjambre de obreros vestidos de traje reflectante, el trasiego de carretillas, las vallas amarillas delimitando partes sensibles y una de las aceras todavía cortadas acreditan que los trabajos aún han de proseguir. Al menos, se consuelan en el municipio y los núcleos alrededor, así como toda la comarca vendida a ese único puente, ya se puede circular. Lo celebran tractores enormes y sus contundentes aperos, camiones con maquinaria pesada a los lomos o autobuses de pasajeros, además de coches normales, para recelo de los viandantes y habitantes. Un terceto de señores que vigila las actuaciones enjuicia el proceso y señala con el dedo a uno de los vehículos pesados que atraviesa la infraestructura medieval. “Eso, eso es lo que mata al puente, el problema es que tiene mucho tráfico”, acusa un soriano, cuyas palabras aglutinan el sentir general al sondear los alrededores: bienvenido, puente reparado, pero poco sentido tiene si los amplios tonelajes siguen castigándolo.

De la infraestructura provisional, pues bien, pero la entienden tardía: “Debían haberse puesto a la semana de romperse este”. El rugido de un motor cargado con cerdos restalla contra uno de los balcones cercanos, donde cuelga un cartel contra las plantas de biogás, simbióticas son las macrogranjas fuente de esos gorrinos que circulan, atrapados, sobre los cimientos remozados. “Si es el [río] Manzanares, en Madrid, en dos días había puente nuevo; es lo de siempre, somos pocos y pocos votos”, rezongan. Anselmo Crespo, de 81 años, coincide: “Este puente no está para tanto, se hizo para carretas y animales y no camiones de 40 toneladas”.

Inauguración Puente San Esteban de Gormaz: Parte del puente hundido, en San Esteban de Gormaz, provincia de Soria, el 8 de mayo del 2025.

Uno de los obreros suspira tras la conclusión de los trabajos prioritarios para devolver el uso al paso sobre el Duero. “Hay de todo en la gente, algunos nos saludaban y ofrecían cafés y bocatas y otros nos llamaban sinvergüenzas”, bromea sobre la actitud soriana, comprensivo con quienes tenían que dejar un coche a cada lado del agua para hacer vida ordinaria sin rodear 45 minutos por una carretera penosa. El empleado levanta las cejas para expresar su sorpresa ante la medida de la Junta, en alianza con los pontoneros del Ejército de Tierra, para construir un puente provisional algo más abajo: “Ahora mismo no tiene sentido que lo hagan, si hubiera sido el primer día…”. El Gobierno ha invertido algo más de dos millones de euros en recuperar el puente contra los 750.000, más IVA, del Ejecutivo autonómico para un paso provisional que en un año será retirado: “Ha sido todo política, lo cierto es que deberían tener un puente mejor aparte de este”. Uno de los técnicos que guía las intervenciones, sin querer polemizar, refrenda la escasa utilidad de las obras paralelas: “El primer día estaba bien, pero con este en servicio…”

Inauguración Puente San Esteban de Gormaz: Operarios trabajando en la rehabilitación del puente, en San Esteban de Gormaz, provincia de Soria, el 8 de mayo del 2025

La dimensión política se ha sentido desde el primer al último día ante los colores opuestos de Ayuntamiento y Junta (PP) contra Transportes (PSOE). Las administraciones locales criticaron que el Gobierno tardara en efectuar las labores, con el ministerio alegando que la crecida impidió avanzar durante días. El alcalde, Daniel Martínez, reclamó en vano un puente nuevo para desviar el tráfico y el 14 de abril, cinco semanas después del percance, la Junta y el Ejército acordaron el provisional, aún embrionario. El puente viejo reabrió el miércoles entre más roces: el regidor acusa a Transportes de no haberle avisado y el ministro, Óscar Puente, censuró que el Consistorio “hiciera batalla política DE TODO [sic]” porque el Ayuntamiento tardó en encender los semáforos que regulan la encrucijada de carriles alrededor del puente y hubo que poner durante horas luces provisionales.

El obrero vuelve a resignarse: “Fue un ‘ahora me enfado y no pongo semáforos’. Nosotros no estamos para controlar el tráfico, tuvo que venir la Guardia Civil”. El debate de San Esteban pasa del trastorno del puente cortado al berrinche político y el futuro del puente provisional, que ven tardío. Acudir a esas obras muestra varios árboles cortados bajo el estruendo de las motosierras, maquinaria poderosa, movimiento de tierras para afianzar los cimientos y cierto mosqueo en un empleado: “Es todo política, debería haberse hecho el primer día del corte, no ahora, ya se lo han gastado y va a ser provisional”.

Los peatones sobre el puente de 16 ojos de San Esteban de Gormaz relatan cómo les han influido estas semanas de bloqueo. Algunos sufrían para llegar a las huertas, otros residen al sur del municipio y tenían que ingeniárselas para no perder tiempo, lo mismo para los trabajadores o empresarios que gastaban reloj y cartera para cumplir sus tareas y satisfacer a los clientes, como el jefe de una empresa de reparto de congelados que patea pueblito tras pueblito para abastecer a los últimos moradores rurales. De fondo, lo sanitario, pues posibles afecciones médicas podrían verse agravadas por las dificultades para atenderlas. El reportaje de EL PAÍS publicado el 9 de abril cerraba con un augurio: “Una ambulancia no puede permitirse esperar detrás de rebaños, tractores o camiones si tiene que atender un infarto al sur de San Esteban de Gormaz”. El 24, 15 días después del reportaje, un trabajador de una empresa de Olmillos, en la zona afectada por el aislamiento, murió por un ataque al corazón. La noticia asustó a Estanislao Zamorano, barrendero de 57 años, carro arriba y abajo por la angosta acera del puente, ahora sin vallas: “Yo soy paciente cardiovascular y vivo en Quintanas Rubias, a 20 kilómetros de San Esteban… Te da por pensar ‘¿y si me pasa a mí?”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.
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