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Descubriendo las Marcas Galesas: tierras fronterizas llenas de sidra, libros, quesos rodantes y catedrales normandas

La zona limítrofe entre Inglaterra y Gales es una región difícil de definir, pero llena de historia, ciudades y parajes rurales que encierran la esencia de lo ‘british’

Gloucester Cathedral

Incluso los anglófilos más empedernidos pasan por alto ciertas regiones que representan el más genuino estilo de vida inglés. Un ejemplo son las llamadas Marcas Galesas (Welsh Marches, en inglés), los condados limítrofes entre Inglaterra y Gales que van desde el valle de Wye, en el sur, hasta Cheshire, en su extremo norte. Es una región difícil de definir, pero llena de historia y de parajes rurales muy auténticos, en particular los condados de Herefordshire y Shropshire.

El punto de partida está en ciudades históricas como Cheltenham o Gloucester, todavía en la campiña de los Cotswolds, a las que se llega en tren desde Bristol o Londres. También se puede aprovechar la red ferroviaria para adentrarse en los paisajes rurales más puramente british o, incluso, navegar en canoa por el río Wye, una de las travesías más bonitas del Reino Unido.

Cheltenham, el gran balneario británico donde triunfan los festivales

La ciudad de Cheltenham era un tranquilo pueblo del norte de los Cotswolds hasta que en 1716 se descubrió una fuente termal y pasó a convertirse en uno de los balnearios más famosos del Reino Unido. De ahí la prosperidad que aún se respira en sus calles, sobre todo en su paseo, The Promenade, bordeado por casas, tiendas y jardines de la época. Todavía se pueden probar las aguas termales de la Pittville Pump Room (algo así como la sala bombeadora), en uno de los edificios de estilo regencia más impresionantes de la ciudad, que se completa con una espectacular sala de baile, una galería y una sala de lectura. El edificio está rodeado de un parque ornamental con zonas de juego, un pequeño zoológico, varios bosques y un gran lago en el que está permitido pescar o navegar en botes de remos de alquiler. Y en pleno corazón del parque, el Central Cross Café invita a descansar o a degustar un trozo de pastel casero.

El exterior del Pittville Pump Room, en Cheltenham.

Pero el edificio más antiguo de la ciudad no son las termas sino la catedral, del siglo XI, que se ha usado de forma ininterrumpida desde entonces. Una visita a esta iglesia es el preámbulo para darse una vuelta por The Promenade y tomar el conocido té de la tarde en Huffkins Cheltenham, una pastelería donde sirven lardy cake, una especialidad local. Otra opción es ir a Memsahib’s Lounge para disfrutar de una merienda tardía o una copa temprana a base de especialidades indias, tés especiales y ginebras de todo tipo. En el extremo sur del Promenade está el hotel con el más puro estilo británico, The Queen’s Hotel. También vale la pena acercarse a Hotel No.131, famoso por los scone. Otra propuesta es The Brewery Quarter, un centro de ocio lleno de tiendas, restaurantes y bares que ocupa las instalaciones de una antigua fábrica de cerveza del siglo XVIII.

También es popular su hipódromo y el festival de Cheltenham, que cada año atrae a miles de personas a sus carreras de caballos. Los días en los que no hay carrera, el club organiza visitas guiadas por las instalaciones, que incluyen acceso a los establos, los palcos y la pista. En el auditorio The Centaur se celebran conciertos y otros eventos, como el festival anual de música de Wychwood. Y es que actualmente Cheltenham es más conocida por sus eventos que por sus baños: vale la pena hacer coincidir la visita con alguno de jazz, ciencia, música o literatura.

Gloucester, la ciudad del queso rodante

Esta ciudad cercana a Cheltenham tiene una de las catedrales normandas más llamativas de Inglaterra, con una aguja que se eleva sobre el estuario del río Severn. Sin embargo, se la conoce sobre todo por un festival cuyas fotos dan la vuelta al mundo: la carrera anual del queso rodante de Cooper’s Hill. Básicamente, consiste en que los participantes bajan (la mayoría rodando) una colina persiguiendo una rueda de queso. Tiene lugar en mayo, y miles de personas se reúnen para atrapar ese queso gigante producido en la ciudad.

Participantes en la última edición de la famosa Cooper's Hill, celebrada en mayo de 2025.

Gloucester está a solo 37 kilómetros de la frontera con Gales y es una de las ciudades más históricas del suroeste de Inglaterra. Aunque sus orígenes se remontan a los romanos, fue en la Edad Media cuando empezó a convertirse en un núcleo importante. Su catedral es la gran estrella para cualquier visita. Comenzó a elevarse en 1089 pero tardó más de cuatro siglos en completarse, así que despliega tres estilos en uno: gótico, normando y tudor. Dentro de la iglesia se rodaron varias escenas de la saga de Harry Potter, así que es fácil reconocer sus vidrieras del altar mayor, sus techos abovedados en abanico o su increíble claustro.

A la sombra de la catedral se elevan otras iglesias más pequeñas, pero especialmente bonitas, como la de Santa María de Lode, la de San Miguel o la de San Nicolás. Sin olvidarnos de su puerto, que en su día llegó a ser uno de los más importantes del Reino Unido. Hoy en día los astilleros y los almacenes están ocupados por restaurantes.

El interior de la catedral de Gloucester.

Gloucester es también el punto de partida para visitar el Forest of Dean, un robledal situado en plena campiña inglesa. Es el bosque más antiguo de Inglaterra y un lugar muy pintoresco para caminar, montar en bicicleta o remar. Fue el primer parque forestal nacional de Inglaterra, en 1938, y antes había sido un coto de caza real y un centro de minería de hierro y carbón. En sus misteriosas profundidades se inspiró, supuestamente, Tolkien para crear los bosques de la Tierra Media y aquí se ambientaron también escenas clave de Harry Potter y Las reliquias de la muerte. También encontraremos pequeños pueblos con encanto como Newent, Coleford y Soudley. Al oeste, está la frontera con Herefordshire, que sigue el curso del río Wye, un escenario perfecto para los piragüistas que reman desde el pueblo de Symonds Yat.

Para concluir, merece la pena visitar el viñedo Three Choirs donde hay un puñado de productores ingleses de elaboran vino. Es la tercera bodega más grande de Inglaterra.

Rumbo a Hereford y su famoso mapamundi

Antigua ciudad catedralicia y capital del condado de Herefordshire, Hereford es una visita casi obligada cuando se recorren las Marcas Galesas. Su catedral del siglo XII, con sus arcos normandos y su triforio, es imponente. Pero la joya de este edificio es el famoso mapamundi del siglo XIV, uno de los más importantes de la Edad Media que ha llegado a nuestros días, situado en una de las bibliotecas medievales más grandes de Europa.

Al margen de la catedral y de su tesoro cartográfico, Hereford tiene una gran zona comercial peatonal, un colorido mercado cubierto y muchos edificios medievales, como el Old House, convertido ahora en un museo sobre la vida aquí en el siglo XVII.

Varios kayaks navegando por el río Wye, junto a la catedral de Hereford.e

La ciudad dormita en medio de huertos de manzanos y colinas de pastos en el corazón de las Marcas Galesas, junto al río Wye. Esta es una comarca que es conocida por su sidra (y porque de aquí son los componentes de la banda The Pretenders). Aquí existe una ruta de la Sidra que permite ir comprando esta bebida en los pequeños y encantadores pueblos de casas medievales de estilo tudor situados en medio de la campiña inglesa. Una ruta completamente escénica para la que es imprescindible moverse en coche. Por la zona, también se puede hacer el Herefordshire Trail, una ruta de 241 kilómetros en un bucle circular a través de Ledbury, Ross-on-Wye, Kington, Leominster y Bromyard. Otra ruta, Wye Valley Walk, comienza en Chepstow y atraviesa Hereford para terminar en Plynlimon.

Ruta por la campiña hasta Ludlow pasando por Knighton

Si continuamos desde Hereford hacia el norte, siguiendo la frontera, descubriremos una ruta panorámica por la ondulada campiña de Herefordshire. Un desvío nos puede llevar a lugares como Knighton para visitar la antigua frontera entre Inglaterra y Gales, con la muralla de Offa. Esta fortificación fue construida en el siglo VIII por Offa, rey sajón de Mercia, y se extendía 240 kilómetros para marcar la divisón entre los dos territorios. Hoy se puede recorrer un corto tramo por el llamado Sendero del Dique de Offa" (Offa’s Dyke Path).

Varios excursionistas recorren el Sendero del Dique de Offa (Offa's Dyke Path).

Otra opción es subir a las murallas del que fue el castillo de Wigmore, o admirar el campo de la batalla de la cruz de Mortimer (1461), un punto de inflexión para los partidarios de la dinastía York en la Guerra de las Dos Rosas.

Pero la parada final de este tramo del viaje es Ludlow, construida a la sombra de su castillo. Es una clásica ciudad medieval, del siglo XII, y si queremos ambientarnos bien lo suyo sería alojarnos en la posada del siglo XVII, The Feathers Hotel, uno de los alojamientos más conocidos de Inglaterra. Además, la ciudad fue la sede del Consejo de las Marcas y su ubicación en la frontera galesa garantizó su importancia estratégica y política durante siglos.

Detalle de la fachada del The Feathers Hotel, en Ludlow.

Es la ciudad gastronómica por excelencia de la zona, y todos sus vecinos se lo toman muy en serio. Desde panaderías y carnicerías hasta delicatessen y cafeterías, restaurantes con estrellas Michelin y comida de gastropub. Y la joya de la corona es su mercado, ubicado en la explanada del castillo, uno de los más bonitos y famosos del país por sus panes, quesos, chocolates, salchichas y chutneys.

De Ross-on-Wye a Tintern, un paseo en canoa por el río Wye

Uno de los puntos fuertes del viaje es un paseo en canoa por el río Wye, que comienza en el pueblo Ross-on-Wye, que se hizo famoso en el siglo XVIII gracias a los autores Alexander Pope y Samuel Taylor Coleridge, que escribieron sobre John Kyrle, uno de los personajes ilustres de la época que dedicó su vida y su fortuna a los pobres. Así pasó a la literatura este pueblo junto a un meandro del río, cuya principal referencia es la Casa del Mercado, asentada sobre columnas de arenisca en la plaza del mercado.

Muchas agencias alquilan canoas en este pueblo o en otros puntos río abajo. A partir de aquí, solo hay que remar durante unas cuatro horas para llegar al siguiente pueblo, Symonds Yat. Con otras tres horas de remo se alcanza Monmouth. Este pueblo fronterizo entre Inglaterra y Gales anuncia su presencia con un pequeño castillo, un puente fortificado y un museo dedicado a Horatio Nelson, un vicealmirante de la Marina Real Británica que venía aquí a visitar a su amante.

Las ruinas de la abadía de Tintern, del siglo XII.

A media hora de carretera de Monmouth está Tintern y las ruinas de su famosa abadía del siglo XII, que siguen resultando tan imponentes como lo fue en su día el edificio completo. Estamos en Gales, pero cruzando el puente se pasa a Inglaterra y, siguiendo las indicaciones se llega al llamado “Púlpito del Diablo”, un saliente rocoso con unas vistas de las ruinas y de los bosques que marcan la frontera galesa.

Hay-on-Wye, el mayor pueblo-librería del mundo

De los pueblos más conocidos de la frontera galesa es Hay-on-Wye, por ser el origen del famoso festival literario Hay, premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2020. Hoy es un evento internacional de literatura y artes —con sedes en ciudades de todo el mundo, como Segovia—, pero todo comenzó en este pueblo galés. El festival nació a finales de los ochenta y, entre finales de mayo y principios de junio, llena sus calles durante 10 días al congregar a grandes personalidades de la cultura y las artes. En estos días, tambíen hay espectáculos.

Una pequeña librería junto al castillo de Hay-on-Wye.

El pueblo, que está en el extremo norte del parque nacional Brecon Beacons, es el destino ideal para bibliófilos. Dicen que es el mayor pueblo-librería del mundo, aunque solo tiene unos 1.500 habitantes. El origen de su fama se remonta a los años sesenta cuando un estudiante de la universidad de Oxford, Richard Booth, decidió establecer una librería de segunda mano en la antigua estación de bomberos, surtida con libros adquiridos en librerías, bibliotecas públicas e instituciones académicas. Después, le siguieron otra media docena de locales que fueron creciendo hasta alcanzar las decenas. Así, Hay-on-Wye, hoy conocido como “la ciudad de los libros”, se convirtió en el precursor de las mumerosas villas del libro que han proliferado desde entonces, como Urueña, en Valladolid, entre otras.

Hay toda una serie de librerías temáticas entre las que destacan las llamadas “librerías de la honestidad”, que basan sus ventas en la honradez de los comparadores, que pueden ojear entre los libros, muchas veces en plena calle y sin vigilancia, y dejar el precio indicado en cada libro en los buzones habilitados para ellos.

Sorpresas en el condado de Shropshire: Shrewsbury, la ciudad de Darwin, y la garganta de Ironbridge

Para finalizar el recorrido, la frontera galesa nos lleva hacia el norte en dirección a Shrewsbury, capital del condado de Shropshire. Esta es la campiña que se recrea en muchas obras literarias victorianas y que nos trasladan a un mundo agrario autosuficiente y tradicional que ya no existe, aunque los pueblos guardan mucho de ese encanto.

El War Memorial y la iglesia de San Chad, en Shrewsbury.

Un ejemplo es Shrewsbury, que conserva en su trazado urbano medieval prácticamente intacto una asombrosa muestra de la historia arquitectónica de Inglaterra, con más de 650 edificios protegidos. Entre ellos, la abadía de Shrewsbury (que fue imponente en otros tiempos y todavía se alza majestuosa), la iglesia de San Chad, el parque Quarry junto al río Severn, el museo del Regimiento de Shropshire dentro del castillo de Shrewsbury o la casa natal de Charles Darwin.

En los alrededores, a solo unos kilómetros siguiendo el Severn, se encuentra la garganta de Ironbridge, cuna de la Revolución Industrial. Este sitio declarado patrimonio mundial de la Unesco en 1986 alberga 10 museos, entre ellos la ciudad victoriana de Blists Hill y el primer puente de hierro del mundo. Otra sorpresa inesperada: aquí está la ciudad romana de Wroxeter, antiguamente Viroconium, y la tercera ciudad más grande de la Britania romana.

El puente de la Garganta de Ironbridge, en Shropshire.

También es destacable la ciudad de Much Wenlock y las ruinas, magníficamente cuidadas, del romántico priorato de Wenlock.

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