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Del automóvil al acero, el lujo o el campo: las empresas viven los aranceles de Trump entre la resignación y el miedo

España notará el golpe en la industria alimentaria, que considera indispensable al mercado estadounidense

Un hombre trabaja en a vendimia en una vid de Badarán, La Rioja.

El nuevo arancel estadounidense del 15% a las importaciones europeas ha dejado un sabor agridulce en la mayoría de los sectores afectados: por un lado, se pone punto y final a la incertidumbre —al menos hasta que Donald Trump diga lo contrario—, pero por otro las empresas del Viejo Continente deberán pagar un extra que antes de la llegada del magnate a la Casa Blanca no tenían. En España, uno de los sectores más golpeados será el campo, aunque hay un cierto consuelo en que la tasa será la misma para toda Europa, al contrario de lo que sucedió en el primer mandato de Trump, cuando este le impuso un gravamen a España del 25% por la guerra entre Airbus y Boeing, mientras otros mercados europeos no tuvieron tal castigo.

Para la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), el mercado estadounidense sigue siendo indispensable para el campo español. “Recuperar a corto plazo lo que se pierda allí con el arancel será imposible, al igual que compensarlo con otros mercados”, explica Ignacio Silva, presidente de esta patronal. EE UU es el principal mercado para la industria española de alimentación y bebidas fuera de la UE, con 3.365 millones de euros comercializados a ese país durante 2024. Este país tiene una cuota del 14,3% de todas las exportaciones agroalimentarias españolas, según datos del Ministerio de Agricultura relativos a 2024.

Ante este panorama, FIAB reclama ayudas directas por parte del Gobierno para paliar los efectos de la medida, sobre todo entre las pymes. El sector maneja un escenario en el que las empresas exportadoras perderán márgenes, tanto para asumir parte del arancel, como por las subidas de precios que deberán acometer en EE UU para compensarlo, lo que podrá provocar una caída de las ventas en volumen. Esas reclamaciones van dirigidas a impuestos como el IVA y Sociedades, sin descartar tampoco subvenciones directas.

Tampoco se es optimista respecto a la recta final de las negociaciones entre EE UU y la UE, y a la posibilidad de que haya subsectores que queden libres de aranceles. “Sin contramedidas por parte de Bruselas, EE UU no tiene ninguna presión para hacerlo”, explican fuentes de la industria alimentaria.

El vino, ante la esperanza de un arancel del 0%

Esa esperanza sí la tiene el sector vinícola. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, abrió la puerta a que algunos productos estratégicos no tengan arancel, y los rumores apuntan a que las bebidas alcohólicas pueden estar entre ellas. “Para nosotros sería fundamental, aunque expectativas no tenemos”, explica José Luis Benítez, director general de la Federación Española del Vino. Este es rotundo: el arancel del 15%, aunque sea menor al 30% con el que se amenazó, no es bueno para el sector. Sobre todo, porque hasta ahora apenas arrastraba barreras comerciales: una botella de vino tranquilo pagaba 6,3 céntimos de dólar de arancel antes del 10% aplicado en abril. Ahora salta de nuevo, hasta el 15%.

“No es bueno. Tampoco será la hecatombe. El acuerdo al menos da cierta estabilidad, pero no es el que buscábamos”, dice Benítez. Francia e Italia son los principales exportadores mundiales de vino a ese mercado, con España en cuarto lugar con unos 390 millones de euros anuales en ventas. Países competidores, como Nueva Zelanda, Argentina o Australia siguen, de momento, con un arancel del 10%, lo que les da ventaja respecto a España. Las bodegas deberán afrontar la nueva situación, con pocas alternativas: asumir parte del margen; que el importador, un agente imprescindible para vender en EE UU, también sacrifique parte del suyo; y subir precios, a riesgo de perder clientes. “Mucho dependerá de la percepción que tengan los clientes respecto a los vinos españoles”, resume Benítez. El Comité Europeo de Empresas del Vino (CEEV) calcula un impacto del 10% en las ventas de vino a EE UU desde el espacio comunitario.

El aceite, con una posición de fuerza

El sector del aceite de oliva ve la crisis con otra perspectiva. A diferencia de lo que ocurre con el vino, EE UU se ve obligado a importarlo para cubrir la mayor parte de las necesidades de su consumo, ante sus reducidos niveles de producción: 15.000 toneladas para unas 430.000 toneladas de consumo. España, el principal productor mundial, es el principal exportador a EE UU: le surte de 300.000 toneladas.

Trabajo de recogida de la aceituna en un olivar en Jaén, en 2023.

Rafael Pico, director adjunto de la patronal Asoliva, considera que, si bien el arancel del 15% no era el peor de los escenarios que se barajaban, “sí ocasiona una disrupción en el comercio internacional”, debido a los diferentes aranceles con los que cuentan los principales exportadores de aceite de oliva. Túnez, uno de los grandes productores mundiales, está entre los más castigados, con una tasa del 25%. Pero Turquía, otro de los grandes rivales de España, solo tiene un 10%. “El tablero se altera. Es difícil prever qué consecuencias tendrá ese 5% de diferencia”, dice Pico. Una circunstancia juega a favor de los exportadores españoles: la caída de los precios del aceite en esta campaña, y que permitirá repercutir el arancel sin que el precio de venta final para el consumidor estadounidense se dispare. “Con arancel, va a pagar menos que hace dos años”, resume Pico. Y este arancel tampoco tendrá las consecuencias que tuvo el de 2019, y que solo afectó a España. “Aquel acabó con el 80% de las exportaciones españolas. Este arancel no va a tener esas consecuencias”, afirma el directivo.

Un nuevo golpe para la industria de componentes de coches

En el caso del automóvil, España solo sufrirá el arancel en su industria de componentes del automóvil, ya que las fábricas de coches nacionales no exportan ni un solo coche con destino a EE UU. En el caso de los componentes, un sector conformado principalmente por pymes, el golpe es tanto directo como indirecto, dado que España vendió en 2024 piezas a EE UU por valor de 1.021 millones —fue el octavo mayor comprador de componentes españoles de automoción—, y comercializó piezas por casi 4.000 millones a Alemania, gran vendedor de coches a EE UU.

“Aunque el acuerdo alcanzado supone una reducción respecto a las tarifas inicialmente previstas del 25% o 30%, representa un aumento sustancial respecto a los tipos históricos anteriores y, por tanto, va a tener un impacto en la industria española de fabricación de componentes de automoción, dado su alto grado de internacionalización y la compleja cadena de suministro existente. Esto se traduce en un incremento directo de los costes de exportación, así como en efectos indirectos al estar presentes también en vehículos que se exportan a EE UU desde Alemania o Francia”, señala Sernauto, patronal que representa a los fabricantes de componentes para el automóvil en España.

El acero pide “ayudas urgentes”

Unesid, patronal española que agrupa a 46 siderúrgicas, reclama “ayudas urgentes para las empresas más afectadas” relacionadas con las exportaciones de productos de acero y aluminio, informa Javier Vadillo. Desde principios de junio hacen frente a un arancel del 50%, que de momento se mantiene tras el acuerdo comercial suscrito este 27 de julio entre Europa y EE UU. Esa subvenciones fueron aprobadas recientemente por la Comisión de Industria del Congreso.

Incertidumbre entre las farmacéuticas

Una de las incógnitas sin resolver que ha dejado el nuevo acuerdo entre la UE y EE UU es qué pasará con el sector farmacéutico, ya que Trump señaló que el pacto no incluye a los medicamentos, contradiciendo así a la presidenta de la Comisión Europea, que indicó que el arancel para el sector será del 15%. “Este acuerdo rompe los fundamentales del comercio transatlántico, socava las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y pone fin al logro del libre comercio de medicamentos”, aseguró Han Steutel, presidente de VFA, patronal alemana que aglutina al sector.

El lujo se conforma con un arancel menor al esperado

Grandes compañías de la industria del lujo como LVMH o Kering han respirado con cierto alivio tras conocer la tasa definitiva, la cual ha terminado siendo inferior a la temida en un principio. EE UU es el principal mercado de este sector donde LVMH, dueño de marcas como Louis Vuitton o Bulgari, se juega un 25% de sus ventas. “Un arancel del 15% sería un buen resultado para el estado de ánimo general de nuestros clientes”, dijo la semana pasada durante la presentación de resultados de la compañía, la responsable financiera de LVMH, Cécile Cabanis.

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