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“Nos conformamos con el mal menor”: el automóvil europeo esquiva el peor escenario de la guerra comercial con Trump

Los fabricantes de coches aceptan la paz entre las potencias aunque suponga un arancel del 15%. Volkswagen continuará negociando por su cuenta con la Casa Blanca

Un trabajador de Volkswagen verifica la pintura de un VW Tayron, en la planta alemana de Wolfsburgo.
Manu Granda

No es un buen acuerdo, pero al menos se ha evitado una guerra comercial. Esa es la idea predominante en el automóvil europeo ante la nueva tasa del 15% que Estados Unidos acaba de acordar con la UE —la cual no va a gravar los productos de este país—, según confirman diversas fuentes del motor a este periódico. “El sector se conforma con el mal menor, podría haber sido peor”, admite una fuente del automóvil que prefiere no dar su nombre. La producción española de vehículos, en concreto, no sufrirá estos nuevos aranceles, ya que el país no exporta ni un solo coche con destino a EE UU.

Distinto es el caso de la industria nacional de componentes del automóvil, plagada de pymes, que se ve afectada tanto directa como indirectamente, ya que vende piezas a EE UU y también a otros países como Alemania o Francia, que tienen un intenso flujo comercial con el país presidido por Donald Trump. Solo en 2024, España exportó piezas por valor de 1.021 millones a EE UU, lo que le convierte en el octavo mayor comprador de piezas españolas; por 3.950 millones a Alemania y por 3.840 millones a Francia.

“Aunque el acuerdo alcanzado supone una reducción respecto a las tarifas inicialmente previstas del 25% o 30%, representa un aumento sustancial respecto a los tipos históricos anteriores y, por tanto, va a tener un impacto en la industria española de fabricación de componentes de automoción, dado su alto grado de internacionalización y la compleja cadena de suministro existente. Esto se traduce en un incremento directo de los costes de exportación, así como en efectos indirectos al estar presentes también en vehículos que se exportan a EE UU desde Alemania o Francia”, señala a este medio Sernauto, patronal que representa a los fabricantes de componentes para el automóvil en España.

Entre los grandes fabricantes europeos, los más expuestos son los alemanes, país que el año pasado exportó vehículos a EE UU por valor de 24.781,8 millones de dólares (unos 21.286 millones de euros al cambio actual), según el Departamento de Comercio de EE UU. El grupo Volkswagen, el mayor fabricante europeo y el segundo del mundo solo por detrás de la nipona Toyota, informó en sus resultados semestrales presentados la semana pasada de un efecto negativo en sus cuentas de 1.300 millones de euros por la guerra comercial iniciada por Donald Trump.

El presidente estadounidense golpeó duramente al sector con un arancel del 25% el pasado 3 de abril, al que luego le sumó tasas extras a los componentes no estadounidenses, “con lo que los aranceles quedaron en un total del 27,5%”, explicó el grupo Volkswagen. El consorcio dueño de marcas como VW, Audi, Seat, Cupra o Skoda, que enfrenta a su vez serias dificultadas en China por la competencia con las marcas locales, vio cómo su beneficio se desplomó entre enero y junio de este año un 36,6%, hasta los 4.005 millones, una cantidad que se compara con la cosechada en el primer semestre de 2024, que ya había sido malo de por sí, con una bajada entonces del 14,5%.

“Celebramos el acuerdo entre la UE y EE UU sobre la disputa aduanera y la consiguiente seguridad de planificación para la industria automotriz europea. Anticipamos que los detalles del acuerdo se detallarán y comunicarán próximamente. En cuanto tengamos el contenido exacto del acuerdo, lo examinaremos y evaluaremos cuidadosamente”, indican fuentes del grupo Volkswagen. De todas formas, el consejero delegado de la compañía, Oliver Blume, dijo la semana pasada que estaban trabajando para alcanzar un acuerdo arancelario propio a cambio de cuantiosas inversiones en EE UU, según Reuters. La compañía sufre especialmente los aranceles a sus marcas Audi —que exporta desde México el Q5, y desde Europa los Q7 y Q8— y Porsche, la firma que mayor margen de ganancias aporta al consorcio.

Con este conflicto que ha abierto Trump con todo el mundo, el magnate busca no solo que las automovilísticas produzcan en EE UU, sino que también fabriquen en el país para exportar desde allí. Esto lo hace, por ejemplo, BMW, que en 2024 fue el fabricante de coches que más aportó —incluyendo también a las propias automovilísticas locales— a la balanza comercial de EE UU gracias a su planta de Carolina del Sur. Esa fábrica vendió al exterior unas 225.000 unidades de deportivos utilitarios y cupés por valor de más de 10.000 millones de dólares (unos 8.590 millones de euros al cambio actual).

Mercedes-Benz también exporta desde EE UU a Europa sus modelos GLS, GLE, y los EQE y EQS SUV, lo que deja a Volkswagen como la automovilística alemana peor parada frente a Trump.

Stellantis, por su parte, al ser un consorcio nacido de una unión entre marcas europeas y estadounidenses, cuenta con una importante huella industrial en ambas zonas y lo que vende en EE UU lo produce sobre todo dentro de sus fronteras, con marcas como Jeep o RAM, que son muy populares entre los estadounidenses. Aun así, la compañía está sumida en su propia tormenta tras la partida de su anterior consejero delegado, Carlos Tavares, y la caída de ventas en Europa y EE UU, lo que le ha granjeado unas pérdidas de 2.300 millones en el primer semestre de 2025.

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Sobre la firma

Manu Granda
Redactor de la sección de empresas, especializado en el automóvil y en defensa. Como 'freelance', cubrió la temporada de incendios del verano 2019-2020 en Australia para EL PAÍS. Es graduado en periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos y cursó el Máster de periodismo de EL PAÍS.
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