Ir al contenido
_
_
_
_
TENIS | WIMBLEDON
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cuanta más hierba, menos estrategia

El estado casi impecable del césped de la pista central, lejos de ser una mera apreciación banal, podría tener cierta influencia en el resultado de esta final

La Centre Court del All England Club, durante la final femenina.
Toni Nadal

Los aficionados al tenis tenemos una cita en el día de hoy imposible de ignorar. A las cinco saltarán a la pista central del All England Lawn Tennis & Croquet Club el italiano Jannik Sinner y el español Carlos Alcaraz para disputarse el título de Wimbledon. Una vez más, y a lo largo de las dos semanas transcurridas de competición hasta hoy, estos dos jugadores han demostrado la gran distancia que los separa del resto de los contendientes y lo poco que se vislumbra, entre sus perseguidores, a nadie que pueda inquietarles en los próximos años. Sus números lo acreditan hasta el punto de no dejar lugar a dudas.

Esta es la quinta final de Grand Slam para el italiano y la cuarta disputada de manera consecutiva desde que el año pasado accediera a la última ronda del US Open; para Carlos, se trata de la sexta en esta categoría de torneos desde que alcanzara su primera victoria en Nueva York, en 2022. El transalpino llega con la ilusión de poder inscribir por primera vez su nombre en el cuadro de honor del prestigioso torneo londinense; el murciano, y pese a su corta edad, lo hará para coronarse allí por tercera vez. Evidentemente, el hecho de haber ganado las dos ediciones anteriores y de dominar en sus enfrentamientos directos (8-4) le otorga al jugador español cierto temple inicial.

Impresiones preliminares aparte sobre el gran duelo de hoy, hay un hecho bastante curioso que me ha llamado la atención y que es demostrativo de cómo ha ido cambiando el tenis en los últimos años. Me refiero al estado casi impecable de la hierba de la pista central que, lejos de ser una mera apreciación banal, podría tener cierta influencia en el resultado de esta final.

En los años previos a nuestra llegada al circuito profesional, la pista que acogía el partido de clausura solía estar ya muy desgastada en los aledaños a la red. Esto era una clara demostración del juego típico de ese momento, de saque y rápida subida a la red que implementaban antaño Boris Becker, por nombrar sólo uno, y compañía. Unos años más tarde, y si uno tiene la curiosidad de comprobarlo, puede buscar las imágenes de la famosa final de 2008 entre Federer y Rafael, en las que se puede apreciar un terreno bastante arrasado en todo el espacio de juego; otra demostración bastante elocuente del tipo de tenis que se practicaba en aquel momento.

Entonces, los jugadores habían mejorado mucho el resto, la jugada saque-red dejó de ser una buena baza, se hizo necesaria mucha más variedad y, por tanto, los desplazamientos por toda la pista con su consiguiente desgaste.

El hecho de que en el tenis actual prime por encima de cualquier otra cosa la velocidad hace que, a lo largo de las dos últimas semanas, hayamos visto menos peloteos desde el fondo de la pista y un desgaste muchísimo inferior del terreno que recibirá hoy a los dos finalistas. Estas condiciones favorecen un juego más rápido y menos estratégico, algo que podría perjudicar ligeramente a Carlos, quien sobre una pista más lenta tendría más oportunidades de variar su propuesta y no verse tan obligado a entrar en un peloteo más constante y monótono.

En cualquier caso, estoy seguro de que su rapidez, su capacidad de adaptación y su madera de campeón no le van a fallar. No cabe duda, no obstante, de que el encuentro al que asistiremos será igual de emocionante e incierto como el vivido hace algo más de un mes en el maravilloso desenlace del torneo de París.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Toni Nadal
Tío y mentor de Rafael Nadal, entrenó al tenista mallorquín durante casi tres décadas. Previamente dirigió el Club Tenis Manacor y durante toda su vida se ha dedicado a la formación. Es autor del libro ‘Todo se puede entrenar’ y hoy día imparte conferencias motivacionales. Desde 2017 firma columnas en EL PAÍS sobre la actualidad de su deporte.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_