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Bienvenidos a las vacaciones más caras de la historia: cuando ir a Mallorca cuesta tanto como viajar a Bali

El sector turístico vive un bum tras la covid con subidas de precios sin precedentes en hoteles y transporte. Cada vez más españoles optan por veranear en el extranjero porque es más barato

Vacaciones Mallorca
Carmen Sánchez-Silva

Imagínese que es sábado por la tarde. Ya ha entrado el mes de julio y todavía no ha contratado esa semana de vacaciones que quiere disfrutar con su pareja en las islas Baleares entre el 4 y el 10 de agosto. Y se pone a buscar en Booking apremiada por el calendario. Una vuelta por Ibiza, el destino preferido de su compañero. El plan es de solo siete días y seis noches (la media española), pero lo más barato que encuentra sale por 748 euros por persona en un hostal. Imposible. Su presupuesto para todas las vacaciones es de 1.225 euros (el promedio nacional, según el Observatorio Cetelem, un 6,3% más bajo que en 2024). Sigue por Mallorca y nada, el paquete de avión y hotel más económico cuesta 736 euros en un dos estrellas. El presupuesto para gastar en alojamiento y transporte durante todas las vacaciones y al menos quiere escaparse al pueblo unos días. Y prueba Menorca, pero es peor aún: 947 euros, eso sí, ahora en un tres estrellas. Le dice a su pareja que será mejor ir a Canarias. ¿Por qué no Tenerife? Otra vez los precios se les disparan: no hay ofertas por menos de 601 euros. ¿Cómo puede ser si acaba de ver una propuesta de una semana en París por 338 euros por persona?

Y cambia España por el extranjero en el motor de búsqueda. Y la playa por la ciudad. Este verano el baño tendrá que ser en el río, se dice. Aunque no le apetece tanto la capital francesa como la británica o la italiana. En Londres aparecen tarifas de partida por 409 euros y en Roma, por 427. Parece increíble. Son destinos más baratos que los archipiélagos españoles, también que Barcelona, aunque el vuelo dure la mitad y los hoteleros españoles se cansen de repetir que las tarifas domésticas no son comparables con las de las grandes capitales europeas. Este verano tocan vacaciones culturales, comenta a su pareja enfadada tras la búsqueda. Según la agencia de viajes online eDreams, los destinos citados (salvo Barcelona) son ocho de los diez favoritos de los españoles para pasar este verano. Ninguno de los cinco internacionales supera el presupuesto balear. Y sólo Atenas (el décimo) rebasa a Tenerife.

Esto sucede en las ciudades europeas y con los paquetes de importe mínimo. Pero la plataforma de inteligencia turística Mabrian ha hecho un estudio para este periódico comparando las tarifas medias de las playas españolas con las de algunos de sus competidores internacionales y los resultados siguen apuntando en la misma dirección: los precios de las vacaciones este año son imposibles para muchas familias. Los vuelos han subido entre un 10% y un 63% en las costas españolas entre 2023 y 2025, y los hoteles entre un 2% y un 26%, bastante por encima de lo ocurrido en otros países, tal y como admitía recientemente en este suplemento Federico González Tejera, consejero delegado de Radisson Hoteles.

Este verano pagaremos las vacaciones más caras de la historia. Lo dice Mabrian y lo confirma Exceltur (Alianza para la Excelencia Turística, que agrupa a las mayores empresas del sector).

Viajeros en la Terminal 4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas.

Volar al exterior

“El aumento acumulado en las tarifas en los últimos cinco años en los principales destinos vacacionales de España es muy importante. Suben más que en otros países y esto está provocando un efecto sustitución: cada vez llegan más turistas internacionales (en 2024 fueron 94 millones), mientras que los nacionales salen al extranjero (el año pasado redujeron un 0,8% sus viajes domésticos y elevaron un 12% los internacionales)”, sostiene Álex Villeyra, director de operaciones de Mabrian. Aunque en 2025 el encarecimiento se está moderando, según Carlos Cendra, director de marketing de la firma, que apunta al empuje de la demanda exterior y a la subida de costes como causantes del estirón de los precios.

En el gráfico adjunto se puede comprobar cómo veranear una semana dos personas en Baleares es tan caro como hacerlo en la paradísiaca Bali o en Punta Cana; volar a Canarias sale por encima de las playas turcas de Antalya, e ir a la Costa del Sol, la Costa Brava o la Costa Blanca cuesta más que desplazarse a Sicilia.

Raúl González, consejero delegado de Barceló Hotel Group para Europa, Oriente Próximo y África, lo corrobora: “Los españoles son más proclives a viajar al extranjero porque España se ha encarecido como destino. Y si sale un 30% más barato ir a Croacia, muchos van a Croacia. O al Caribe o a isla Mauricio. Incluso a lugares como Uzbekistán, que hemos lanzado este año y están yendo fenomenal, igual que Tailandia, donde hemos incrementado la frecuencia de los vuelos”.

El director general de eDreams Odigeo, Javier Bellido, añade las capitales asiáticas y latinoamericanas a las que más notan el crecimiento de la demanda española. Habla de que las reservas para Tokio se duplican este verano, para Bangkok suben un 35% y para Uruguay y Chile lo hacen un 44% y 37%, respectivamente.

Sin embargo, la llegada de extranjeros compensará la huida de los nacionales de las playas. El responsable de Barceló prevé que España roce este año los 100 millones de turistas internacionales y que rebase a Francia como primer destino mundial, después de haberle sobrepasado ya en el gasto, que es lo que realmente importa.

La gallina de los huevos de oro sigue dando sus frutos, batiendo cada año un nuevo récord desde que en 2022 diera el estirón tras el batacazo de la pandemia y demostrando al mundo que España es el paraíso del turismo. CaixaBank Research estima que en 2025 el PIB del sector crecerá un 2,7%, por delante del 2,4% previsto para el conjunto de la economía, aunque por debajo del 6% del año previo. “Este crecimiento se refleja en su creciente peso en la estructura productiva, alcanzando un 13,1% del PIB en 2025, por encima del 12,6% registrado antes de la pandemia”, resalta su informe.

La cinta es elástica, aunque empieza a desgastarse. El aumento vertiginoso de las tarifas para viajar, que se ha convertido en un placer irrenunciable tanto para españoles como para ciudadanos del resto del mundo tras la covid, arroja síntomas de cansancio. Avanza a pasos más moderados. “Si en 2022 y 2023 crecíamos a doble dígito, en 2024 ya fue menos y este año, un poco menos”, opina el responsable de Barceló, que habla de un aumento de los ingresos del 7% para julio, agosto y septiembre, del cual el incremento del coste supone entre un 5% y un 6% y el resto es el de la ocupación.

 Una cifra similar a la que maneja Meliá Hotels International para el verano. Gabriel Escarrer, su presidente, la achaca a que las habitaciones superiores son las que mejor se están vendiendo y al buen comportamiento de la demanda británica y española, además de la norteamericana, que aumenta un 11% y “es una gran sorpresa”. En el lado opuesto, el conflicto en Oriente Próximo está provocando cancelaciones de clientes como dubaitíes, cataríes o asiáticos que han de sobrevolar la zona de guerra.

No solo los españoles son presa del encarecimiento vacacional. El pasado mayo ya se apreció en los turistas alemanes y franceses, segundo y tercer países emisores de visitantes (aunque en los cinco primeros meses de 2025 se han intercambiado las posiciones tradicionales), recortaban más de un 6% sus viajes a España, si bien el conjunto de extranjeros crecía un 1,5%. También se detecta que los alojamientos hosteleros bajan un 1,7% mientras la vivienda en alquiler gana un 14,8% del mercado.

“La inflación turística mantiene cierta senda descendente, aunque de forma muy gradual”, expone CaixaBank Research. En los primeros meses de 2025, la tasa interanual se situó levemente por encima del 5%, frente al 5,4% del año anterior sobre todo debido a los precios en la restauración, los paquetes turísticos nacionales y, en menor medida, el alojamiento. Pero el coste de los billetes de avión sigue presionando al alza, continúa: los domésticos suben un 8,8% entre enero y abril y los internacionales, un 7,6%. Además, “las rutas aéreas empiezan a estar saturadas”, advierte Villeyra.

Dormirse en los laureles

“Volar va a ser aún más caro y eso que los billetes (en España) no pasan ahora mismo por ser los más baratos del mercado”, sentenciaba hace unas semanas Juan Cierco, presidente del Consejo de Turismo de CEOE y directivo de Iberia, en una jornada organizada por la Alianza de Municipios Turísticos, donde achacaba los próximos encarecimientos a los nuevos combustibles. “El modelo turístico quizás se está quedando obsoleto”, añadía, en la creencia de que en España “hemos pecado de falta de ambición transformadora. Nos hemos acomodado al éxito”. Y, cuando un destino se satura, baja la calidad de vida de los locales y de los turistas. Y eso es lo que está ocurriendo en muchas playas españolas, en las que la masificación ha impulsado el enorme encarecimiento de los precios de la vivienda, de manera que es casi imposible vivir en ellas. El Banco de España señala que en algunas zonas de Baleares o Canarias este tipo de alojamiento supone hasta el 50% de la oferta residencial. Algo que ha dado alas a movimientos de contestación ciudadana, a la denominada turismofobia.

Jorge Marichal, presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT), rechaza admitir que este verano vaya a ser el de las vacaciones más caras de la historia: “Tendremos que esperar para ver”, dice. Sin embargo, sí responde que el nivel alcanzado por los precios se debe a una mejora del valor añadido del sector y a que los clientes están dispuestos a pagar esas tarifas. “España no es tan caro como Francia o Italia”, justifica. “Algo estaremos haciendo bien cuando somos los líderes mundiales. Quizás es que no somos tan caros”.

Los hoteleros señalan que el incremento de las tarifas responde a un aumento de la calidad de los establecimientos, a una inversión millonaria en la transformación de la planta hotelera que Javier Vich, presidente de la Federación Empresarial de Hoteles de Mallorca (FEHM), cuantifica en 3.500 millones de euros desde 2012 en las islas Baleares, donde el 70% son hoteles de cuatro y cinco estrellas y el 20% están abiertos todo el año. Porque otra cosa que comienza a apreciarse es la desestacionalización del turismo. “Empezamos a pasar del volumen al valor”, dice. Por eso el responsable de Barceló Hoteles señala: “No tengo la impresión de que estemos haciendo una locura como país con los precios”.

Según los datos de la consultora inmobiliaria Colliers, ni Londres, ni París, ni Roma han tenido unos crecimientos tan vertiginosos como Madrid (y, en menor medida, Barcelona) en sus tarifas y en los ingresos por habitación disponible desde 2019. Aunque todas ellas siguen por encima de las capitales españolas en ambas variables. Por ello, Gabriel Escarrer no cree que “las subidas sean excesivas: los salarios están aumentando más que la inflación, las materias primas se disparan, igual que la cesta de la compra o la energía”.

Inversión

En cualquier caso, un incremento del 53% como el que registra el Instituto Nacional de Estadística (INE) en los hoteles desde 2021 “es desmesurado” si no ha habido cambio de producto, en opinión de Exceltur y de Vich.

Si en 2004 el 35% de los hoteles tenían cuatro y cinco estrellas, acorde con el INE, el año pasado eran el 55% del total. Pero, eso sí, el sector turístico español en su conjunto (hostelería, restauración, transporte y ocio) ha invertido menos dinero en su modernización que Francia, Italia o Portugal en los últimos años. Y así hemos llegado a unas tarifas que más de dos de cada diez españoles tienen que financiar para poder irse de vacaciones, tal y como indica la entidad financiera Oney en su estudio Hábitos de consumo de los españoles: vacaciones de verano. Del 22,5% que lo necesita, un 16% optará por el pago aplazado, mientras que el 6,5% se decantará por el préstamo personal.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha alertado en repetidas ocasiones de que los precios de las vacaciones siguen disparándose. Por eso pide más control sobre las tarifas que aplica el sector, “con un patrón de alzas sistemáticas cada verano”. Sin embargo, el vicepresidente de Exceltur, Óscar Perelli, asegura que la organización es favorable a estos aumentos: “Si queremos generar valor, tenemos que pagar bien a nuestros trabajadores”, afirma. El lobby turístico cuantifica en un 4% el encarecimiento del sector en lo que va de año, con mayor incidencia en el alojamiento y el ocio y algo menos en el transporte.

Según sus datos, el litoral genera 133.200 millones de euros a la economía española y alberga el 58% de la oferta hotelera del país. La mitad de ese montante es aportado únicamente por 20 municipios, indica Perelli. Exceltur acaba de revisar a la baja sus previsiones de crecimiento del PIB turístico para este año. Si en el primer trimestre esperaba un incremento del 4% para 2025, ahora habla del 3,3% (hasta 220.340 millones de euros) como consecuencia de los condicionantes económicos que afectan a las familias y “porque el turismo no es indemne a los problemas geopolíticos”. Las expectativas empresariales han empeorado respecto al trimestre anterior y las previsiones de ventas de las empresas aumentan a ritmos más débiles: un 2,7% para el verano. Si bien continúan siendo buenas.

Lo que no resulta tan bueno para la primera industria nacional es la evolución de su reputación. El grado de descontento de los españoles con el turismo ha aumentado debido a la masificación y al aumento del precio de la vivienda, según el Barómetro de Percepción Turística elaborado por LLYC, que muestra un descenso de la imagen del sector de 1,2 puntos en el último trimestre (de 5,9 a 4,7 sobre 10) y de 2,5 desde 2022 (es decir, un 35%).

“La industria turística ha hecho los deberes. Ha reposicionado el producto, ha elevado exponencialmente el número de clientes americanos, latinoamericanos y de Oriente Próximo y ha ido hacia clientes que buscan más valores que el tradicional sol y playa, tales como la gastronomía o el deporte. El turismo barato ha descendido. Pero tenemos que ir con cuidado porque la masificación propiciada por el alquiler vacacional ilegal nos puede pasar factura”, avisa el presidente de Meliá.

Las compañías del sector son conscientes y quieren revertir la situación. Para ello acaban de lanzar una campaña publicitaria de la mano de Exceltur tratando de explicar las bondades del turismo para la sociedad, que las tiene, y son muchas. Disfrutemos mientras duren.

Récord de la inversión en hoteles

El bum turístico ha dado alas al sector hotelero español, que tras la pandemia obtuvo rentabilidad mucho antes que sus competidores internacionales, según CBRE. Y esto ha conseguido que la inversión en establecimientos se dispare. De hecho, según un informe de Colliers de esta semana, “los hoteles lideran la inversión inmobiliaria en el primer semestre con 1.766 millones de euros”, lo que supone un crecimiento interanual del 20%. El segmento vacacional acapara el 63% de ese montante y Canarias la lidera, con 648 millones, dado que la operación de Mare Nostrum Resort (430 millones) es “la mayor transacción individual en la historia hotelera de España”, según la consultora. Colliers prevé que en el conjunto de 2025 se superen los 3.000 millones invertidos en estos activos.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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