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TENIS | WIMBLEDON
Columna
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La soledad de Zverev: cuestión de carácter, cuestión de actitud

El gran hándicap de ‘Sascha’ ha sido no estar dispuesto a competir y luchar cuando la situación se le vuelve adversa. Su endeblez mental le ha pasado factura

Alexander Zverev
Toni Nadal

Acabo de leer con tristeza las declaraciones de Alexander Zverev tras su sorprendente derrota en la primera ronda de Wimbledon. “A veces me siento muy solo y estoy sufriendo mentalmente, intentando encontrar el camino para salir del agujero. En general, me siento solo en la vida. Muy, muy, muy solo”. Aun sabiendo que estas palabras son producto de un estado emocional negativo y temporal, fruto de unos últimos resultados no acordes con su nivel o sus expectativas, demuestran fehacientemente las tensiones que viven los deportistas independientemente de su categoría o del número que ostentan en el ranking mundial. Sin que ello no signifique que el jugador alemán no valora sus propios logros y su suerte en la vida, está pagando con algo de infelicidad el hecho de que no conseguir los más altos logros a los que puede aspirar.

La primera vez que vi jugar a Sascha, él tendría unos 16 años. Fue en el torneo de Basilea, cuando hizo de sparring con mi sobrino. Al finalizar la práctica llamé a un amigo que representaba a varios jugadores de tenis y le aconsejé que intentara cogerlo a él también. Le argumenté que le veía como un futuro número uno del mundo. La realidad, sin embargo, ha sido que después de estar durante años llamado a ser el sucesor del Big Three y de llevar ya muchos años estando entre los mejores, no ha acabado nunca de dar el salto definitivo que le permitiera acceder a esta codiciada posición.

Las causas de ello responden más a un freno mental y emocional que a un problema tenístico en particular. Como he dicho y escrito en diferentes ocasiones, la diferencia entre Alexander, por una parte, y Djokovic, Federer o Rafael, por otra, no se percibe cuando el uno y los otros juegan bien, sino cuando juegan mal. El problema es cuando a Sascha las cosas no le acaban de funcionar. Ese día suele perder. Los otros tres, en cambio, también solían ganar. Aceptaban mejor la adversidad y eran capaces de convertir un mal día en una victoria.

El gran hándicap de Zverev ha sido no estar dispuesto a competir y luchar cuando la situación se le vuelve adversa. En distintas ocasiones, su endeblez mental le ha pasado factura y le ha impedido sobreponerse a una situación complicada. Siento aprecio por él y no querría que percibiera en mis palabras, si leyera este escrito, una crítica, pero en todos estos años no ha logrado corregir aquello que necesita para poder ser un ganador de Grand Slam. Y esto, el paso de los años sin poder levantar uno, es lo que lo lleva a la frustración actual.

La irrupción en el circuito de Sinner y Alcaraz no ha hecho más que agravar su percepción de que las cosas se le están complicando todavía un poco más y, con ello, entrar en un bucle que no hace otra cosa que generarle algo más de desconfianza.

Zverev golpea la pelota ante Rinderknech.

Una vez que un tenista dispone de los golpes, el factor diferencial es la actitud, que depende del carácter. Y el carácter, al igual que se entrenan los golpes, también es susceptible de ser mejorado. En este sentido, al alemán le ha faltado un trabajo diario, al mismo tiempo que mejoraba los otros aspectos de su juego.

En el mundo actual, a veces por exceso de información, nos cuesta entender lo que es prioritario y, por ende, lo que determinará el futuro de un jugador. A mi modo de ver, Alexander debería dedicar especial atención a mejorar su autocontrol.

No es fácil, porque nada en la vida lo es, pero seguir los preceptos que distintos pensadores nos dejaron como legado, pienso que le iría muy bien. Decía San Agustín: “Es muy malo sufrir, es muy bueno haber sufrido”. Goethe sentenció: “El talento se construye en la calma, el carácter en la tempestad”. Y Aristóteles nos aportó la máxima que 2.300 años después, sigue ayudando indeciblemente a quien es capaz de aplicarla: “El pensamiento condiciona la acción, la acción determina el comportamiento, el comportamiento continuado crea hábitos, estos estructuran el carácter y el carácter marca el destino”.

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Sobre la firma

Toni Nadal
Tío y mentor de Rafael Nadal, entrenó al tenista mallorquín durante casi tres décadas. Previamente dirigió el Club Tenis Manacor y durante toda su vida se ha dedicado a la formación. Es autor del libro ‘Todo se puede entrenar’ y hoy día imparte conferencias motivacionales. Desde 2017 firma columnas en EL PAÍS sobre la actualidad de su deporte.
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