Vuelve Ricky, se marcha Alex
Rubio y Abrines suman títulos y medallas y han sabido dar la importancia y atención que merecen sus problemas de salud mental, aprovechable herencia para todos los que vienen detrás


Vuelve a la carga Ricky Rubio, y no podemos hacer otra cosa que alegrarnos. Por el jugador, único en su especie, y sobre todo por la persona, tan especial como el deportista. De Ricky sabemos casi toda su historia. La baloncestística, llena de grandes momentos iniciados a edad tempranísima. Y la otra, la importante, porque ha tenido a bien el contárnosla poco a poco. Un relato personal que se inició también años ha, pero que no saltó a la palestra hasta cuando abandonó la concentración de la selección en 2023 dejando una frase tan sorprendente como contundente. “He decidido parar mi actividad profesional para cuidar mi salud mental”. Más claro, agua.
En esos primeros meses nos dejó huérfanos de noticias, pero a partir del día que decidió cerrar la persiana de la NBA y poco después volver al Barça, ha ido dando pistas sobre en qué punto se encontraba. Aprovechando su presentación como azulgrana contó de una forma sorprendentemente natural su sinuosa travesía, dejando claro que, si convertir en pública su lucha podría ayudar a otras personas, no tendría inconveniente de que a través de sus palabras pudiésemos al menos vislumbrar ciertos mecanismos mentales por los que atraviesan y sufren millones de personas, algunas tan ilustres y supuestamente exitosos al 100% como Ricky.
Lo del Barcelona no salió bien y Rubio volvió al ostracismo social y deportivo, roto mínimamente a principio de junio por aquel mensaje de gratitud a todos los que le habían ayudado y que horas después tuvo que ser matizado por el propio Ricky aclarando que no significaba que se retiraba.
En esas estábamos, inclinados a pensar que el final se acercaba, cuando llegó el gran bombazo. Llevado de la mano de Évole, durante más de una hora puso palabras y sentimientos a una travesía que casi nunca fue tan feliz como aparentaba. Y nos recordó, entre un montón de grandes momentos para el análisis y aprendizaje, que una cosa es cómo nos ven los demás y otra cómo lo hacemos nosotros mismos. Cuando el mundo entero le consideraba un héroe, él se veía como un farsante. Esa brecha puede ser demoledora.
Según el propio Ricky, la entrevista con el singular Évole supuso toda una catarsis. Me imagino. Tú no te desnudas delante de millones de personas a contar cosas tremendas y personalísimas y la vida sigue igual. Cada vez más suelto y relajado a la hora de explorar su interior delante de cámaras y micrófonos, Ricky mantiene su compromiso de contarnos a cada paso que da cómo es su vida interior para entender sus movimientos y de paso sigamos descubriendo una realidad que la mayoría de las veces se oculta y que necesitamos entender y normalizar. Y esto que hace Rubio es tan digno de reconocimiento como lo son sus trofeos.
La casualidad ha querido que la vuelta a las pistas de Ricky Rubio haya coincidido con la retirada de Álex Abrines. O lo mismo ha sido cosa del mallorquín para desviar un foco con el que nunca ha estado del todo a gusto. Lamento la marcha de Abrines, pues desde edad temprana me pareció un jugadorazo, y al que circunstancias de diversa consideración no le permitieron alcanzar la jerarquía y relevancia que su talento posibilitaba. Tirador excelso conocido hasta en Oklahoma, donde pasó dos años correctos en los Thunder interrumpidos cuando su cabeza le obligó a parar. Marcha con 31 años, jovencísimo si tenemos en cuenta las tendencias actuales.
Mediático uno, discreto el otro, Ricky y Alex comparten muchas cosas, algunas que pueden servir de pista para entender sus tesituras. Debutaron en plena adolescencia y cargaron con responsabilidades impropias a esas edades. Han jugado a ambos lados del Atlántico, soportando presiones competitivas extremas. Suman títulos y medallas y han sabido dar la importancia y atención que merecen sus problemas de salud mental, aprovechable herencia para todos los que vienen detrás.
Vuelve Ricky, se marcha Alex. Después de todo lo vivido y sufrido, RR dice que tiene más ilusión que nunca. AA lo hace “feliz de lo que ha sido”, un inmejorable inicio anímico de vida postdeportiva. Todo un feliz cruce de caminos de dos sonrisas.
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