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Álex Abrines se despide del Barcelona y del baloncesto: “Me voy con el corazón lleno y la conciencia en paz”

El escolta mallorquín, capitán azulgrana y medallista olímpico, anuncia su retirada a los 31 años

Álex Abrines se despide del Barcelona y del baloncesto
Jordi Quixano

“No se le ve contento, no...”, susurraban con cierta preocupación, pasado el ecuador de la temporada anterior, desde los despachos del Palau; “no es el Abrines de siempre”. Y así era, pues Álex Abrines (Palma; 31 años) jugaba con los hombros caídos y la cabeza gacha, sin la pasión que le caracterizaba. Sí que festejaba los triples que convertía sacando tres dedos, pero cada vez eran menos porque Joan Peñarroya decidió quitarle esa condición tan suya en el Barça, ser el sexto hombre. Brizuela, más eléctrico, también atinado desde el perímetro, le ganó la posición. Y fue entonces cuando los desvelos de la dirección deportiva azulgrana tuvieron respuesta; el jugador estaba meditando su adiós. Decisión que, pasados los meses, ya ha tomado: se va del Barça -renunciando al año que le quedaba de contrato- y se va del baloncesto.

Resulta que Abrines había perdido un poco el hambre competitivo. Ya no era apenas protagonista en el equipo, a cada ocasión le costaba más tanto viaje con las dos niñas en casa -una de dos años y la otra de cinco-, y ya no le debía nada a la pelota naranja después de sus rifirrafes, en ocasiones amor y en otras hasta odio. Pero ahora se marcha tranquilo, sin reproches ni lamentos. “No ha sido una elección fácil, pero sí meditada”, resolvió el jugador a través de las redes sociales; “ha llegado el momento de cerrar una etapa importantísima en mi vida. Después de muchos años dedicados al baloncesto, he tomado la difícil decisión de retirarme. Me voy tranquilo, con el corazón lleno y la conciencia en paz”.

Formado en La Salle Palma y después en las categorías inferiores del Unicaja, Abrines alcanzó el Barça en 2012, todavía con 18 años. Una Liga, una Copa y una Supercopa adornaron sus primeros cuatro años en el Palau antes de firmar por los Oklahoma City Thunder de la NBA. Allí, con un baloncesto más artificial pero más exigente, pasó momentos oscuros. “Primero te da pereza entrenarte o jugar, te cuesta más. Luego pasé por una semana con síntomas de malestar gástrico, pero pensaba que era un virus. No asocias. Y llegas al punto de que tu cuerpo ya no quiere, rechaza, hacer algo con lo que llevas disfrutando desde los cuatro años“, señaló hace un curso a EL PAÍS para explicar su parón de baloncesto, su vídeo en el que explicaba que ya no quería seguir botando la pelota. Hasta que un día, en el jardín de casa en Oklahoma, se puso a tirar con mi mujer, un KO, un 21, luego un uno contra uno… Y recuperó la sonrisa. “Le pedí perdón a la pelota y volvimos a ser amigos”, resolvió.

Al final, disputó 174 partidos entre 2016 y 2019 en la NBA y volvió a vestir de azulgrana a partir de la campaña 2019-2020, en la que ganó dos Ligas y dos Copas del Rey. Entre medias de todo, claro, su paso por la selección: con el bronce olímpico en Río 2016, otro en el EuroBasket de 2017, y un brillante inicio con oro y MVP en el Europeo sub-18 de 2011. A eso se suma su elección en el quinteto Rising Star de la Euroliga y el de mejor joven de la ACB en dos ocasiones. Pasados los años, sin embargo, ha decidido no seguir. “El baloncesto seguirá siendo parte de mi vida, pero ahora es tiempo de estar con la familia y disfrutar de una nueva etapa”, describió en las redes sociales un jugador que siempre hizo equipo, sin malas caras ni gestos, adorado por todos los vestuarios en los que estuvo, capitán al final en el Barcelona. “Suelo anteponer a los demás a mí y me gusta ayudar”, señalaba como leivmotiv.

Presumiblemente, Abrines regresará a casa, a Mallorca. “Me gustaría entrenar a niños pequeños, cosa que hacía hace años, porque todo es felicidad, tirar la pelotita. Así que pediré a La Salle que me dejen volver”, esgrimía hace poco. No le faltará puesto, a buen seguro. Y también seguirá con Ramboot (club de e-Sports que compite en Primera de League of Legends, Valorant, 2K, FIFA), donde es inversor y ayuda a buscar patrocinadores. Y, por supuesto, estará con sus hijas. Y quién sabe, la pelota naranja estará de fondo, junto a sus trofeos, huella de una carrera para enmarcar.

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Sobre la firma

Jordi Quixano
Redactor de Deportes en EL PAÍS desde 2003. Licenciado en la Universidad Ramon Llull. Ha cubierto una Eurocopa, un Mundial y varias Vueltas a España, además de llevar durante años la información del Barcelona, también del Atlético y ahora de polideportivo.
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