Talor Gooch reclama su corona del LIV Golf Andalucía
El estadounidense, ganador ya en Valderrama hace dos cursos, lidera la tabla con cuatro golpes de ventaja sobre Dustin Johnson y seis sobre Rahm


“Puede que el Real Club de Valderrama esté cerrado”, advertía Siri con su falta de empatía y elocuencia, amén de su abundancia de datos. Apenas asomaba el sol por Sotogrande a las seis de la mañana y ya entraban los jugadores por la puerta del atildado club de golf, un madrugón de arrea que, sin embargo, permitió ver una paleta de colores diferente, rayos anaranjados y rojizos, verde de las briznas más intenso, relucir de la bola entre alcornoques. Y aunque por la megafonía ya atronaba Shiver de John Summit y Levitating de Rüfüs du Sol al tiempo que los jugadores calentaban desde el range [zona de prácticas], era un golf sin demasiado colorido ni vítores porque la gente no respondió a la llamada, pocos aficionados durante el día. “Todo está muy tranquilo, sí”, reconocía Phil Bretherton, el jefe de seguridad de Jon Rahm en todos los torneos del LIV -menos por Estados Unidos-, brazos tatuados y tez cobriza, sentido del humor —“¿tengo un problema?”, cuestionó cuando se le requirió por el nombre—, sombra inequívoca de Jon. Cuatro hoyos más tarde, acabada la primera jornada que se suspendió el viernes por el viendo y las posiciones de las banderas, quedaba mucho por jugar, otra vuelta entera. La que encumbró de nuevo a Talor Gooch (-7), líder con cuatro golpes de ventaja sobre Dustin Johnson (-3), cinco sobre Grace (-2) y seis sobre Rahm, Kozuma, Reed y Smith (-1), únicos bajo par.
Como habitúa en su rutina de calentamiento de putt, Jon estableció cinco posiciones alrededor del hoyo con tres tees progresivos en cuanto a distancia en cada posta. Quince putts y falló uno, buena señal de lo que se veía. Otras pistas fueron sus risas junto con su caddie Adam Hayes y su exigencia, como el segundo golpe medio ciego que pegó en el hoyo 10, cuando la dejó a escasos dos metros y refunfuñó un poco. Pero poco. “Es un campo en el que es tan difícil jugar bien… Y lo he hecho, he jugado muy muy bien, ha sido un gran día de golf al 95%. Me he dado opciones de hacer birdies y he tenido un poco de mala suerte. A ver si mañana consigo lo mismo de tee a green y quien sabe si al final…”, explicó Rahm, que solo se achacó un par de putts más cortos de lo que tocaban. “Pero sí que es verdad que cada vez que me acerco [al líder] no acaba saliendo de todo. En el hoyo 17 —boogey— no he fallado ningún golpe y he acabado puteado los dos rondas. Es lo que hay”.

Era, en cualquiera caso, una jornada de arremangarse y disfrute, toda vez que Valderrama rebajó su fiereza, greenes más blandos que no solo recibían con amabilidad las bolas, sino que incluso validaban el backspin, rodadura menos deslizante. Nadie lo aprovechó mejor que Dustin Johnson, que cerró la vuelta con un soberbio -7 (-3 en total), tan solo a dos golpes del récord establecido por Bernhard Langer en 1994. “Siento que estoy jugando muy bien. La mayoría de mis birdies fueron desde muy cerca. Simplemente, pegué muchos tiros de calidad con el wedge y me di muchas oportunidades”, resolvió orgulloso DJ, aunque siempre lacónico en sus respuestas.
Hubo más nombres propios, como Sergio García, al que Valderrama le sienta como un guante, poseedor del laurel. Y, aunque se le torció un poco el primer día, sobre todo porque los putts se le enredaron ante el viento y las posiciones de las banderas, el segundo comenzó como un tiro, tres birdies en otros tantos hoyos. Welcome back Sergio. Quería defender su reino, pero se quedó a medio camino, tirón insuficiente —completó la jornada con -2, al par en total— porque Gooch también reclamaba su corona, pues en 2023 autografió un -12 para imponerse con un golpe de ventaja sobre DeChambeau y tres sobre Koepka, también para cerrar la herida del golf estadounidense tras la Ryder Cup de 1997 ante la tropa que capitaneaba Severiano Ballesteros.
Ese era el año de Gooch, ganador tres torneos del LIV —Adelaida y Singapur, además de Andalucía— para completar su currículo comenzado en 2021, cuando conquistó el RSM Classic del PGA Tour. Pero desde Valderrama, a este universitario de y en Oklahoma e hijo de Ron, que llegó a jugar en las ligas menores de béisbol en los Rangers de Texas, se le había perdido un poco la pista, más protagonista quizá con el micro en mano porque señaló que los majors sin todos los jugadores son con asterisco, revuelo al que Rory McIlroy replicó. Hasta la jornada doble en Sotogrande, él con su gorra de golf calada y las gafas de sol en el cogote, de salidas seguras, hierros afilados y putts certeros, liderato al canto y tambores de reverdecer el título. “Su vuelo de bola es bueno para Valderrama, son bolas muy tendidas y bajas, al draw y al fade (de izquierda a derecha y viceversa). Tiene buenas opciones, sí, pero todos pueden tener un mal día aquí”, recordó Rahm, consciente de que Sergio García, por ejemplo, le recuperó siete golpes a Lahiri en la última jornada del LIV Andalucía pasado; “le quedan 18 hoyos y en Valderrama en algún momento sufrirás. Y si juega igual, pues chapeau”.
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