El viento y la posición de las banderas en Valderrama pueden con los golfistas del LIV
A falta de cinco hoyos, los árbitros deciden suspender lo que resta de jornada hasta este sábado


En el restaurante habilitado en la casa club de Valderrama para los jugadores, caddies y familiares el ambiente estaba enrarecido, al punto de que había varios que echaban humo entre mordisco y mordisco a las hamburguesas, protestas que ansiaban que no se perdieran en el aire. Arnibal Lahiri negaba, Paul Casey no quería cruzar palabra, móvil en mano, y Sergio García, que ponía buena cara al mal tiempo porque en parte se siente anfitrión del torneo, atendía a muchos jugadores y decía que era triste, enrabietado porque, entre otras cosas, había triputteado dos veces en los últimos hoyos y posiblemente volvería a hacerlo al reanudarse el juego. Se llegó al punto, incluso, de que algunos de los capitanes de los equipos del LIV defendían la idea de cancelar la jornada y volverla a empezar al día siguiente, jugar 36 hoyos en vez de 18. Era una petición, también una quimera, pues tan solo restaban cuatro hoyos para cerrar la primera jornada. Y no se concedió, pero sí se decidió suspender lo que quedaba del día para reanudarlo el sábado a primera hora de la mañana, cinco hoyos más 18.
Momentos antes del ágape alrededor de las mesas, los golfistas se peleaban con el campo y el colmillo de Valderrama, aire de Poniente, alcornoques por doquier y greenes como tambores, toda vez que solo había cinco jugadores bajo par (Gooch, Niemman, Westwood, Smith y Grace con -1; y con Rahm como mejor español, al par, y con Sergio +2, Ballester +3, Puig +4 y Masaveu +5). Y, de repente, atronó la bocina por el campo de Valderrama, señal de stop, de que el torneo se detenía, de que el engorroso y virulento viento era demasiado, al menos para el director del torneo del LIV junto a los árbitros. La regla suele ser que, si cuando se coloca la pelota en el green, ésta rueda sin tocarla, hay que echar el freno y aguardar a mejores condiciones. Y eso le paso en el hoyo 14 a Cameron Smith, líder que de un birdie casi hecho pasó a par con sudores. “Te quita mucha energía jugar así. Es un recorrido muy duro, pero el campo estaba justo”, concedió el australiano, aunque matizó; “pero es verdad que en los greenes con pendiente y tan rápidos como estaban, como el 11 y el 14, era muy complicado”. ¿Le hubiera gustado que se detuviera antes el juego?, le cuestionaron. “El golf no es justo”, resolvió. Brad Ulman, vicepresidente del comité de reglas, dio su justificación: “Estos vientos ponientes del sur de España no son una broma, y cuando dieron la vuelta al lado occidental y cogieron la velocidad, fue cuando empezamos a ver una cierta oscilación de algunas pelotas de golf. Lo correcto era sacar a los jugadores del campo”.
Sucedió que para los jugadores el detonante fue el viento, pero la culpa, siseaban, era de la posición de las banderas —especialmente esos 11 y 14—, imposibles de jugarlas con el viento y con el estado del green, que ni era receptivo ni hacía posible una rodada noble, pues las rachas restaban de la ecuación la pericia con el putt. De ahí que cuando se les cortó el juego a Rahm y a Sergio García, en ese mismo hoyo 14, dejaron caer con frustración el putt al suelo, molestos porque, entendían, se había estirado demasiado el chiclé.
La responsabilidad de situar las banderas, que siempre cambian a cada día de la competición, es del director del torneo del LIV y de los árbitros. “Normalmente, un árbitro decide las nueve primeras banderas y otro las nueve segundas”, explicaban desde el camerino de los golfistas; “pero está claro que se han equivocado, que en las posiciones donde estaban era impracticable por el viento y por el desgaste que estaban sufriendo los greens”. No les faltaba razón porque justo antes de dar el alto al juego, se regó el green del 11 en lo que pareció una injusticia para los que ya lo habían jugado, una alteración del torneo porque no es lo mismo afrontar un green duro y nada receptivo que otro mojado y con mejores condiciones de absorción. El precedente, posiblemente, estaba en el US Open de 2004, en el green del 7 de Shinnecock Hills. “Pero estábamos regando más hoyos”, replicaron desde la organización del LIV; “queríamos salvaguardar los greens por el bien del golf y el torneo”. Pero era ya una señal definitoria porque minutos más tarde se levantó la bandera roja.
“El comité de competición está monitorizando las condiciones juntos con los agrónomos para decidir cuándo se reanuda el juego”, se señaló desde la megafonía para unos aficionados que no acababan de entender la suspensión, pues no era tanto viento. Pero ya no se volvió a jugar. “Se reanudará a las 8 de la mañana y la segunda jornada empezará a las 10.30 am”, descifraron desde la organización. Y en el parón, a buen seguro, colocarán las banderas en sitios más razonables para que Valderrama, aunque saque su colmillo, no gane la partida a algunos de los mejores jugadores del planeta.
LIV Golf solicita el ranking global
Scott O’Neil, CEO del LIV Golf, solicitó ayer la inclusión de su organización al ranking mundial, una unificación. “Agradecemos al presidente del OWGR, Trevor Immelman, por su constante liderazgo y disposición para impulsar el deporte del golf en beneficio de todos los jugadores y, lo que es más importante, de los aficionados. LIV Golf está comprometido acolaborar con el Official World Golf Ranking y su junta directiva para asegurar que los mejores jugadores compitan en los eventos más prestigiosos de golf. Consideramos que nuestra solicitud responde a las cuestiones pendientes que existen para apoyar un sistema de clasificación más global, completo y preciso. Esperamos que el proceso de revisión y aprobación progrese antes de la temporada de Majors de 2026.”
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