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El MNAC reclama al juez información sobre el monasterio de Sijena antes de devolver las pinturas románicas

El museo catalán considera imprescindible conocer las condiciones del destino para ejecutar la sentencia

MNAC monasterio de Sijena
Dani Cordero

La ejecución de la sentencia sobre la restitución de las obras románicas del monasterio de Sijena que se exhiben en el Museo Nacional Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) amenaza con convertirse en un alud de escritos capaz de saturar el Juzgado de Instrucción número 2 de Huesca. Más de una década después de iniciarse el proceso judicial, con la sentencia ya en firme después del aval del Tribunal Supremo, el Gobierno aragonés (además del Ayuntamiento de Villanueva de Sijena) y el museo catalán presentan escritos y contraescritos que defienden cada uno su posición: el Ejecutivo de Jorge Azcón demanda que se ejecute ya el fallo; el MNAC, que se priorice la preservación de un legado artístico e histórico con ocho siglos de historia que amenaza ruina si se alteran sus condiciones ambientales.

El pasado viernes, el MNAC registró el último de los escritos presentados hasta ahora en el juzgado y no será el último en esa última batalla que parece librarse en los juzgados. Quiere conocer las condiciones de la sala capitular del monasterio de Santa María de Sijena, el lugar de donde fueron arrancadas en 1936 las pinturas que cubrían buena parte de sus arcos y paredes como única fórmula para salvarlas de la intemperie. El director del museo, Pepe Serra, ya dejó claro hace unas semanas que el proceso de traslado de lo que queda de esos frágiles murales constaba de tres partes (desmontaje, transporte y entrega) y que era imposible elaborar un plan sin conocer cada una de ellas.

En el caso de la entrega hay que saber adónde irán a parar, si bien el escrito no concreta si se refiere también a las condiciones ambientales de la infraestructura (reformada en los últimos años pero de la que no existe acreditación de que sea capaz de albergar y preservar en condiciones su antiguo legado), ya que los conservadores han advertido que si se modifican mucho respecto a los actuales estándares el proceso de degradación podría acelerarse.

“Una visión global del proyecto de conservación implica tener en consideración que las etapas de diagnosis, valoración y gestión de riesgos, preparación de la obra, desmontaje, embalaje y traslado —señala el escrito, al que ha tenido acceso EL PAÍS— están relacionadas con la posterior instalación en el lugar de destino. Esta última tarea exige de manera necesaria la colaboración del ejecutante, quien deberá proporcionar en el momento oportuno apoyo logístico e información. A su vez, determinadas actuaciones de fases anteriores exigen igualmente que el ejecutante proporcione determinada información”. Es decir, que reclaman la ayuda del Gobierno aragonés, del que depende orgánicamente ahora el monasterio de Sijena. Pepe Serra ha manifestado ante el juez su disponibilidad a explicar él mismo las condiciones de la pintura.

Además de las condiciones ambientales, el equipo de conservación del MNAC alega que los soportes sobre los que están colocados ahora mismo los restos de los murales románicos hacen imposible colocar esos bastidores sobre los arcos de la sala capitular. Sobre el destino de las obras hay, no obstante, diferencias de criterios. El Ayuntamiento de Sijena ha defendido ante el juez que la palabra “restitución” que se utiliza en la sentencia no quiere decir devolver exactamente al lugar donde se pintaron los murales, sino a su legítimo propietario. Eso abriría la puerta a exponerlos en otros lugares. El MNAC, en cambio, defiende que ese verbo supone devolver al espacio original.

Sala capitular del Monasterio de Sijena, en una fotografía facilitada por el Gobierno aragonés.

En todo caso, el museo catalán, en cuyo patronato conviven Generalitat, Ministerio de Cultura y Ayuntamiento de Barcelona, insiste en la debilidad de las obras, a causa del incendio que padecieron antes de que fueran arrancadas, y del peligro final que representa cualquier movimiento. Desde las vibraciones que sufran en el desmontaje y el transporte hasta los cambios físicos y químicos que puedan sufrir con el cambio de las condiciones de temperatura y, sobre todo humedad. El MNAC destaca además que, en aras de cumplir con las normas europeas de conservación de patrimonio cultural, antes de efectuar cualquier movimiento es necesario realizar un diagnóstico actualizado de su estado. Por ello se están haciendo informes de fotogrametría, de planimetría, un mapa de la estructura constructiva y los puntos de unión (básica para su ajuste en Sijena), definición de puntos donde la pintura sufre pérdidas de adhesión, análisis de los compuestos orgánicos volátiles de las maderas sobre las que reposan los antiguos murales. “Estos estudios no hacen sino corroborar las conclusiones expresadas con anterioridad a propósito de la fragilidad de estas pinturas y el riesgo cierto de dañarlas de forma irreparable en su retirada y traslado posterior”, dice el escrito.

El escrito remitido al Juzgado reitera que la ejecución se puede ejecutar a dos velocidades. Mientras que las pinturas arrancadas en 1936 y afectadas por el incendio son más vulnerables y requerirán un calendario establecido con condiciones mucho más estrictas, el MNAC abre la puerta a avanzar en la devolución de unas obras arrancadas en 1960 y que se encontraban en una estancia entre el claustro y la iglesia, una zona no afectada por las llamas. La restitución de esas pinturas son más asumibles con los procesos habituales en este tipo de operaciones.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 
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