Jeannette Jara, la comunista que busca el centro
Para ampliar su electorado, la exministra del Trabajo de Boric ha tenido que tomar distancia tanto del Partido Comunista, en el que milita hace 37 años, como del presidente


El liderazgo de Jeannette Jara (Santiago, 51 años) arrancó en 1997, cuando fue presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago de Chile. Y aunque fue subsecretaria de Previsión Social durante dos años en el segundo Gobierno de la socialista Michelle Bachelet (2006-2010, 2014-2018), fue a partir de marzo de 2022, cuando asumió como ministra del Trabajo del frenteamplista Gabriel Boric, que se hizo popular. Tanto así, que en tres años se convirtió en la principal figura de la izquierda chilena, llevando sorpresivamente al Partido Comunista (PC), en el que milita desde los 14 años, a una posición tan protagónica como inédita: es primera vez que la formación tiene una candidatura competitiva a La Moneda. En junio ganó ampliamente las elecciones primarias del sector, con un 60%, a la socialdemócrata Carolina Tohá, exministra del Interior, y el 16 de noviembre pasó al desempate frente a José Antonio Kast, de la derecha radical, con quien se enfrenta este 14 de diciembre.
Si bien Jara sacó la mayoría en la primera vuelta, con 26,8%, su victoria fue agridulce. Obtuvo menos de lo que su sector esperaba, que tenía como piso el incombustible 30% de respaldo que Boric ha mantenido en su mandato. También, estuvo muy lejos de la expectactiva más optimista, que era acercarse al 38% que en septiembre de 2022 apoyó la propuesta constitucional que impulsó la izquierda más extrema y que se rechazó, rotundamente, por un 62%. Revivir porcentajes como el 38% y el 62% son hoy el mayor temor del oficialismo, en caso de enfrentar una derrota.
Kast le lleva una amplia ventaja en el desempate, según todas las encuestas. Aunque en noviembre salió segundo, con un 23,9%, lo respaldan los otros dos exabanderados de la oposición que compitieron por La Moneda: el libertario Johannes Kaiser (13,9%), de la ultraderecha, y Evelyn Matthei, de la derecha tradicional (12,46%). Junto al republicano suman poco más del 50% y para la victoria se necesita el 50% más uno de los votos.
Jara es reconocida por su carisma y porque en el ministerio mostró capacidad de diálogo. Mientras la Administración de izquierdas lidiaba con una inédita crisis de inseguridad marcada por la irrupción de bandas transnacionales de crimen organizado, la administradora pública y abogada daba noticias positivas: logró sacar adelante tres de las iniciativas más populares del Gobierno de Boric, como el alza histórica del salario mínimo, la ley de las 40 horas que reduce gradualmente la jornada laboral semanal, y la reforma previsional, que contó con el apoyo de la derecha tradicional en el Congreso y que implica el aumento en las jubilaciones.
Esos tres proyectos han sido parte fundamental de su campaña, enfocada en derechos sociales, la seguridad —la principal preocupación de la ciudadanía—, el control de la migración irregular y el crecimiento. Al respecto, una frase que ha reiterado estos mesos, y que ocupó este jueves en el cierre de su campaña en Coquimbo, en la zona centro-norte de Chile, es su promesa de que “el crecimiento llegue a la mesa de todos los chilenos”. Otra, es que los chilenos puedan llegar con sus sueldos a fin de mes, por lo que ha prometido, por ejemplo, que el ingreso vital de los trabajadores pueda subir a 750.000 pesos (795 dólares, y también imponer un sistema de Consumo Eléctrico Vital (CEV) para bajar las cuentas de la luz, entre otras medidas sociales.
Jara arrancó su campaña tanto en las primarias como de cara a la primera vuelta con un relato apoyado en su biografía, pues viene de un origen popular y vivió periodos de pobreza en los que, incluso, ella, sus padres y hermanos, vivieron de allegados en la casa de un familiar. Creció en El Cortijo, una población del municipio de Conchalí, al norte de Santiago. “No vengo de la élite, sino de un Chile que se levanta temprano para trabajar”, ha sido su frase emblema.
Contada así su historia, parece un relato redondo. Pero su campaña ha sido compleja. Su militancia en el PC le ha pesado, tanto así que ha anunciado que, de llegar a La Moneda, renunciará o congelará su adhesión. Durante meses, curiosamente, fue la dirigencia de su partido, que lidera Lautaro Carmona, del ala más dogmática de la formación, que es la mayoritaria, la que complicó varias veces su carrera presidencial.
El PC chileno se sigue definiendo como marxista y leninista y no ha sacado la dictadura del proletariado de su doctrina. Jara, dentro de la formación, es de una generación que tiene cierta distancia con las posturas más dogmáticas, pero le ha costado que parte de la ciudadanía separe su militancia de su liderazgo. Esto, a pesar de que la respalden otros ocho partidos, entre ellos entre ellos la Democracia Cristiana.
Para ampliar su electorado, la exministra del Trabajo ha tenido que ir moderando sus posiciones y mostrarse como una candidata de toda la izquierda. Ha dicho, por ejemplo, que no está “subordinada a las decisiones del PC”. También ha marcado, paulatinamente, diferencias de fondo con su colectividad. Si al arrancar la campaña abrió una controversia al señalar que Cuba tenía un “sistema democrático distinto”, a finales de septiembre admitió que “claramente no es una democracia”. En cambio, con el Gobierno de Nicolás Maduro, al que Boric ha tildado como una dictadura, ha sido más explícita y ha dicho que es “un régimen autoritario”.
La candidata, además, ha tenido que tomar distancia con la Administración de Boric. Y, a pesar a que saca brillo con los tres proyectos estrella sacó adelante mientras fue parte del Gabinete, ha dicho varias veces que no representa la continuidad. Lo ha hecho porque si bien el mandatario tiene un respaldo del 30%, también tiene un alto rechazo, del 62%, lo que la complica. Kast ha sacado provecho de esa cercanía con el presidente. El ultraconservador no solo cataloga al Gobierno actual de “fracasado”, sino que ha dicho que “Jeannette Jara es Gabriel Boric. Con un tono de voz distinto, pero es el mismo proyecto político”. Y suele decir que es “la candidata de la continuidad”.
De cara a la segunda vuelta, Jara ha recorrido Chile de norte a sur, y ha sumado gestos de figuras claves de la izquierda: se reunió con Michelle Bachelet, quien dijo de ella que “es una mujer responsable y dedicada a las políticas públicas”, y con Luisa Durán, esposa del exmandatario socialista Ricardo Lagos (2000-2006), retirado de la vida pública desde mediados de 2024. También tiene el apoyo de Carolina Tohá y de varios populares alcaldes, entre ellos Tomás Vodanovic y Matías Toledo, que representan a Maipú y Puente Alto, los municipios con más votantes del país.
Jeannette Jara cuenta en su equipo con exministros de la exConcertación, la coalición del centroizquierda que gobernó Chile entre 1990 y 2010, como Ricardo Solari, Carlos Ominami y Francisco Vidal. Ha tenido un mes para buscar los nuevos votos a contra reloj y tratar de conquistar a independientes de centro y centroizquierda que no se atrevieron a votar por ella en noviembre. Para ello, ha hecho varios guiños a los votantes del populista Franco Parisi, líder del Partido de la Gente (PDG) y quien salió tercero en la elección, con un 19%. La formación de Parisi ha llamado a votar nulo en la elección.
En los dos debates que antecedieron al desempate, Jara cambió su tono habitual por uno de confrontación frente a Kast, en busca de los votos ‘anti Kast’. Y ha destacado que en la elección de este domingo 14 de diciembre hay dos proyectos muy distintos de país: “Yo creo en una Patria en que nosotros, en vez de odiarnos, nos unamos”.
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