Ernesto Ottone sobre Jeannette Jara: “Hoy el anticomunismo en Chile es una palabra que usa como algo muy instrumental”
El doctor en Ciencias Políticas y ensayista de centroizquierda analiza la carrera presidencial que emprende la candidata de la izquierda, que busca ampliar sus apoyos hacia el centro


Ernesto Ottone (Valparaíso, 76 años), sociólogo, ensayista, doctor en Ciencias Políticas y exjefe de asesores del expresidente socialista Ricardo Lagos (2000-2006), ha mirado con especial atención los resultados de las elecciones primarias del oficialismo chileno del 29 de junio. Jeannette Jara, del Partido Comunista (PC) -del que Ottone fue el principal dirigente internacional de las Juventudes Comunistas-, se convirtió en la candidata de la izquierda para competir frente a la derecha en las presidenciales de noviembre. Obtuvo el 60%, más de doble que la abanderada del Socialismo Democrático, Carolina Tohá, de la izquierda moderada.
El sociólogo dejó el PC en 1982, del que además fue parte del comité central, donde se toman las decisiones. Lo hizo, cuenta, porque estuvo en desacuerdo con que una “gran mayoría del partido adoptara la línea de la lucha armada para terminar con la dictadura [de Augusto Pinochet]. Yo creía que ese era un error político y para mí, la salida debía ser una vía política: el plebiscito y todo lo que finalmente pasó. La historia me dio la razón“. Da otras dos razones: que comenzó a ser “muy crítico de la visión marxista leninista y la negación de la democracia y el pluralismo”. “Me parecía que no podía luchar contra una dictadura en Chile apoyando dictaduras en otros países pues era una contradicción. Tampoco estaba de acuerdo con el apoyo que le daba a los socialismos reales de manera completamente acrítica”.
Ottone recibe EL PAÍS la tarde del jueves, en su departamento en el municipio de Providencia, en la víspera de que el comité central del PC discutiera respecto de que Jeannette Jara suspenda su militancia de 37 años (la candidata tiene 51).
Pregunta. ¿Cómo se explica el éxito del PC?
Respuesta. Este es el triunfo de Jeannette Jara, no del Partido Comunista como doctrina ni como pensamiento mayoritario de la gente que votó por ella. Lo que hay en Chile es un partido relativamente pequeño, parte de una coalición, que ha ganado una primaria con una candidata serena, donde el voto ha significado movilizar muchas emociones positivas hacia ella.
P. ¿Qué efecto tiene que Jara suspenda su militancia?
R. Obviamente, es una forma de dar garantías a un electorado que simpatiza con Jara en lo personal, pero que tiene resistencias y temores a su militancia. Es un gesto hábil de campaña, pero no tiene un valor sustantivo como un cambio doctrinario significativo de abandono de su fe doctrinaria que hace de la democracia un bien puramente táctico.
P. ¿Eso significa que sería un gesto más que por convicciones?
R. Efectivamente es conveniente, pero ser por convicciones, tendría un sentido político.
P. ¿Chile se está radicalizado a la izquierda o hay que considerar que Jara ganó una elección donde participó sólo el 9% del padrón?
R. No se puede trasladar esta votación a una elección de la ciudadanía en su conjunto, pues sería un mecanicismo. Pero es una señal. El electorado chileno, como pasa en todo el mundo, es hoy extremadamente volátil. Suele no votar sobre un programa, una reflexión o un discernimiento político, sino que vota por las personas, por emociones y por identificaciones.
P. ¿Esas características coincidieron con Jara?
R. El PC llevó una candidata que no lucía con la idea que se tiene de un comunista. O con el rostro político de un Carmona o de un Jadue, sino de alguien amable, sin espinas. Además, en el Gobierno lo hizo bien y, en ese sentido, fue una buena candidata. Incluso, logró construir acuerdos [la reforma de pensiones] que no le gustaban a una parte del PC.

P. Carlos Peña dijo en EL PAÍS que el PC chileno de hoy es el de siempre: “Un partido de clase y de cuadros con una larga historia en la política chilena y un apego irreprochable a las formas de la democracia”. ¿Concuerda?
R. La historia larga del PC es más compleja, muchas veces siguió los vaivenes de la Internacional Comunista, para bien o para mal. Pero es cierto que nunca fue golpista y se sintió durante años cómodo en una posición no violentista. Vale decir, tuvo una práctica reformadora y una ideología revolucionaria: el marxismo-leninismo.
P. Cuando se critica al PC en Chile, inmediatamente se habla de anticomunismo ¿qué piensa?
R. Desde un punto de vista analítico, llama la atención la fuerza de esta palabra. Cuando se critica a cualquier partido político, difícilmente se dice que quien hace la crítica es anti socialista, anti liberal o anti democratacristiano. Creo que esto tiene una raíz histórica. Tenía sentido hablar de un anticomunismo como una posición conceptual en el tiempo, por ejemplo, de la Guerra Fría. Hoy se usa de manera instrumental por los mismos comunistas, quizás para estigmatizar las críticas que reciben.
P. ¿Cómo es el PC chileno de 2025?
R. Su doctrina sigue siendo la doctrina marxista-leninista y entre sus pilares centrales se encuentra la lucha de clases como motor de la historia. Me parece que el Partido Comunista chileno sigue viviendo una contradicción entre una experiencia parlamentaria, en la gestión de un gobierno no revolucionario, como el actual y, al mismo tiempo, conservando los principios del marxismo revolucionario.
P. ¿Cuáles son los aliados internacionales del PC chileno?
R. Cuba, una dictadura crepuscular. Y los populismos de izquierda, como Venezuela y Nicaragua; el Partido Comunista de China, país que tiene una economía de mercado; de Vietnam y de Laos y de todos los del mundo. Pero son pequeños partidos, porque el comunismo como fuerza, a nivel mundial, es muy tenue.
P. Usted dijo esta semana que no se puede ser marxista leninista y creer en la democracia. ¿Por qué?
R. Simplemente, me refiero a los hechos históricos. Ningún régimen comunista en la historia ha existido en el marco de un sistema democrático; siempre lo han hecho en dictadura. Han existido y existen economías de mercado con sistemas democráticos, economías de mercado con dictaduras, pero nunca un sistema económico con socialización de los medios de producción y economías centralmente planificadas con un sistema político democrático.

P. Entonces ¿cómo vislumbra un eventual gobierno encabezado por Jeannette Jara?
R. Un gobierno encabezado por Jara, en el marco de una coalición, no creo que desembocará en una revolución socialista o en un gobierno autoritario. Creo que no hay condiciones para ello y, probablemente, no sea esa su voluntad. Sin embargo, podría ser impulsada a resurgir posiciones refundacionales, a restablecer la idea refundacional, haciendo que en Chile se acentúen los conflictos, continúe estancado, inestable y agote su patrimonio acumulado.
P. ¿Qué implica para usted que en esta elección se haya debilitado la centroizquierda en Chile?
R. El debilitamiento de la centroizquierda, en mi opinión, viene de mucho más atrás. Desde hace un tiempo no existe una centroizquierda autónoma y fuerte, lo que ha debilitado el espacio democrático serio, equilibrado, que permite un crecimiento con justicia social y la capacidad de enfrentar los nuevos desafíos. El fortalecimiento de los extremos de derecha e izquierda le hace mal a Chile y favorecen salidas simplonas y unilaterales.
P. La elección parece estar polarizada entre la derecha extrema de Kast y una izquierda liderada por una candidata PC. ¿Hay opciones para la moderación y candidaturas como la de Evelyn Matthei?
R. Es más fácil imaginarse una adversariedad democrática entre una centroderecha y una centroizquierda. Ahí se puede llegar, junto a los desacuerdos, también a construir acuerdos, y eso es más parecido a lo que existió durante la Concertación. La situación actual está coja de un lado. El Socialismo Democrático hoy está en posición subalterna a una candidata que milita en un partido marxista-leninista; lo digo porque está liderado por alguien que se define así y ese es un hecho. Y, al otro lado, hay una candidata de centroderecha [Matthei] y uno de extrema derecha [Kast]. Sin embargo, que existe la posibilidad de ocurra una competencia en segunda vuelta de dos extremos. Y eso ya pasó con Boric y Kast. El resultado de ello no fue una catástrofe, pero tampoco fue bueno.
P. Estos días se recuerda en redes sociales una fotografía de Matthei con Pinochet en Londres. ¿La derecha tradicional chilena ha dado muestras de su compromiso democrático en estos 35 años?
R. Todos sabemos que esa derecha tradicional apoyó a una dictadura cruel, excepto los que son más jóvenes y Sebastián Piñera. Pero durante todo el periodo democrático han trabajado, ya sea en la oposición o en el gobierno, respetando las reglas democráticas. Por lo tanto, hay una experiencia que avala un aprendizaje de la democracia. Los que no cambiaron, son los que hoy están en la extrema derecha.

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