Aviones F-18 de Estados Unidos sobrevolaron espacio aéreo de Venezuela este martes
Continúa la polémica sobre el bombardeo que mató a los supervivientes del primer ataque contra supuestas narcolanchas en septiembre


Dos aviones caza F-18 de Estados Unidos sobrevolaron este martes espacio aéreo venezolano sobre aguas del golfo de Venezuela durante unos 40 minutos, según ha mostrado la página de seguimiento de aviación Flightradar24. La incursión llega cuando las tensiones se encuentran niveles máximos ante el temor de que Estados Unidos lleve a cabo, como amenaza su presidente, Donald Trump, algún tipo de acción militar en territorio del país caribeño.
La intrusión ocurrió en torno al mediodía local (16.00 GMT) en aguas a unos 160 kilómetros al noreste de Maracaibo, la segunda ciudad más poblada de Venezuela. Las dos aeronaves hicieron varios recorridos en forma de tirabuzón antes de dirigirse a un punto en las cercanías de Aruba, donde podría encontrarse atracado el portaaviones estadounidense Gerald Ford, el mayor y más moderno del mundo. Este buque cuenta con aviones F-18 entre su dotación.
El Ford se encuentra en la zona desde el mes pasado para reforzar el gran despliegue naval que Estados Unidos mantiene en el Caribe desde agosto y que incluye cerca de 15.000 soldados. La Administración Trump sostiene que el objetivo de la presencia militar es combatir a los carteles del narcotráfico dentro de la operación “Lanza del Sur”, que ha atacado al menos 22 supuestas narcolanchas y matado al menos a 87 personas. Pero Venezuela sostiene que se trata de una campaña para forzar la caída del régimen chavista.
Un grupo de organizaciones defensoras de los derechos civiles han demandado al Gobierno estadounidense en un juzgado de Nueva York para que presente la “justificación legal” de sus ataques a las narcolanchas en aguas internacionales del Caribe y el este del Pacífico. Numerosos expertos, legisladores y organizaciones defensoras de los derechos humanos denuncian que esos bombardeos son ilegales.
La demanda del Centro para los Derechos Constitucionales, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y la sucursal de esta última en Nueva York (NYCLU) se ha presentado para “forzar la divulgación” de una opinión legal de la Oficina de Asesoría Jurídica (OLC), que forma parte del Departamento de Justicia. Medios estadounidenses han publicado que esa opinión declara los ataques —hasta el momento se han perpetrado al menos 22— como actos legales dentro de un “conflicto armado” con carteles de la droga considerados organizaciones terroristas internacionales y sus miembros, combatientes enemigos.
Los demandantes denuncian en un comunicado que esa opinión “pretende inmunizar al personal que autorizó o participó en esos ataques ilegales frente a futuras imputaciones penales” relacionadas con esos bombardeos, que según los grupos “de otro modo serían simplemente homicidios”. Hasta el momento, la Administración Trump se ha negado a publicar el contenido de esa opinión, aunque a mediados de noviembre sí la mostró a un grupo de legisladores.
La demanda se presenta mientras se acentúa la incertidumbre acerca de si Washington lanzará ataques contra territorio de Venezuela, y mientras persiste la polémica sobre lo que ocurrió en el primer ataque militar de Estados Unidos contra una supuesta narcolancha, en la que viajaban once personas a bordo. Al tiempo que legisladores demócratas presionan para que se haga público el vídeo íntegro del bombardeo, en el que las fuerzas norteamericanas lanzaron un segundo golpe en el que murieron los dos supervivientes del primero, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reconocido haber visto las imágenes y cuenta que, en ellas, parece que los dos tripulantes intentan enderezar un resto de la embarcación antes de ser ejecutados.
“No es bonito”, reconoce el presidente estadounidense. Trump había declarado la semana pasada que no tendría ningún problema en que el vídeo se divulgara al público, aunque entonces aseguraba no conocer exactamente qué es lo que contenía. Pero el lunes, y después de que el fin de semana su administración expresara resistencia a darlo a conocer, él mismo se desdecía.
En una hostil respuesta a la misma periodista a la que había asegurado su disposición a publicarlo, Trump sostuvo que jamás había dicho eso, y procedió a insultar a la reportera en directo durante un acto en la sala Roosevelt de la Casa Blanca. En su nueva posición, el presidente estadounidense delegaba en el secretario de Defensa, Pete Hegseth, decidir si las imágenes completas saldrán a la luz. Al revelar mediante un mensaje de redes sociales el ataque, el 2 de septiembre, Trump había incluido una secuencia de pocos segundos en la que se veía estallar la lancha en el primer ataque. Pero no hacía mención de un segundo golpe, ocurrido tres cuartos de hora después.
El almirante que dio la orden de repetir el ataque, Frank Bradley, comandante de la unidad de operaciones especiales, compareció la semana pasada en el Congreso para informar a puerta cerrada a un grupo de congresistas y senadores sobre lo ocurrido entonces. Los asistentes a la sesión informativa pudieron ver las imágenes completas, que un congresista demócrata, Jim Hines, ha descrito como “lo más turbador” que ha visto en su carrera política.
“Parecía que intentaban dar la vuelta al barco, pero yo no me meto en eso. Es cosa suya (de Hegseth)”, ha declarado Trump en la entrevista concedida a Politico, acerca de si las imágenes deben divulgarse. También apunta que deja en manos del jefe del Pentágono testificar o no ante el Congreso sobre lo sucedido. “Yo le diría que lo haga si quiere. Está haciendo un gran trabajo”, asegura. En la entrevista, el presidente estadounidense se niega a precisar si desplegaría soldados estadounidenses sobre el terreno en caso de una intervención en Venezuela, aunque no lo descarta. Y amenaza con ampliar las acciones a otros dos países donde se encuentran implantados los cárteles de la droga: México y Colombia.
Según han declarado a medios estadounidenses personas presentes en la sesión, en el vídeo se ve cómo los dos supervivientes se aferran a la mitad más entera de las dos en que quedó partida la lancha, y tratan de enderezarla, sin éxito. También intentan encaramarse sobre el casco volcado, pero resbalan una y otra vez. Agitan mientras tanto los brazos, en lo que, según algunas versiones, parece un intento de rendición o una petición de ayuda.
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