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Trump mantiene los ataques contra las supuestas narcolanchas y redobla la presión sobre Venezuela

El presidente de Estados Unidos evita aclarar o descartar si acabará interviniendo en territorio venezolano

Macarena Vidal Liy

Una expresión en inglés —waiting for the other shoe to drop, literalmente esperando a que caiga el otro zapato— viene a decir que escuchar el ruido que genera el vecino de arriba al quitarse un zapato por la noche es molesto; pero mucho más insoportable es la tensión que generan los momentos de espera para que se saque el otro. Y esa es la táctica por la que parece estar apostando Estados Unidos con Venezuela: ir aumentando la presión, de misil en misil contra supuestas narcolanchas en aguas internacionales, sin dejar claro ni dejar de descartar si acabará tomando las medidas mucho más duras de intervención en territorio venezolano que teme el chavismo. Este viernes, Washington daba una nueva vuelta de tuerca, al anunciar un nuevo hundimiento de una embarcación apenas horas después de haber defendido ante el Congreso que sus actos se justifican porque se trata de un “conflicto armado”.

Esta vez era Peter Hegseth, el secretario de Defensa —él prefiere la nueva denominación, aprobada por Trump, de secretario de la Guerra—, quien anunciaba la noticia: las fuerzas estadounidenses destacadas en aguas internacionales en el Caribe frente a las aguas venezolanas habían abierto fuego y hundido una nueva lancha, la cuarta en un mes, con cuatro varones a bordo. Todos ellos, según el jefe del Pentágono, narcotraficantes comprobados por los servicios de inteligencia estadounidenses.

Trump le daba la razón en uno de sus mensajes habituales en su red social, Truth, y aseguraba que la lancha hundida este viernes cargaba suficientes narcóticos como para provocar la muerte de 25.000 a 50.000 personas. “Un barco cargado con suficientes drogas como para matar entre 25.000 y 50.000 personas quedó impedido, a primeras horas de esta mañana fuera de la costa de Venezuela, de entrar en territorio estadounidense”, escribía el mandatario, que agregaba un vídeo con imágenes en las que se ve cómo un proyectil alcanza a la embarcación y la hace saltar por los aires convertida en una bola de fuego.

Como en las ocasiones previas, ni el presidente ni su secretario de Defensa se prodigaron en detalles sobre los incidentes, más allá de publicar los vídeos. No proporcionaron información sobre las nacionalidades o identidades de los muertos en el ataque, con qué organización delictiva supuestamente estaban afiliados o qué tipo de droga exactamente era la que iba a bordo de esa lancha. Hegseth solo señalaba que el bote pertenecía a una de las “organizaciones terroristas designadas” por el Departamento de Estado −la banda delictiva venezolana Tren de Aragua quedó incluida en esa lista en febrero− y que navegaba en el “área de responsabilidad del Comando Sur de los Estados Unidos”.

La Casa Blanca insiste en que esos golpes están justificados y son perfectamente legítimos desde el punto de vista moral y legal. “El presidente ha dirigido esas acciones, esos golpes contra los carteles de la droga venezolanos y esos barcos, de acuerdo con la responsabilidad que tiene de proteger los intereses de Estados Unidos en el exterior, y para favorecer los intereses estadounidenses de seguridad nacional y política exterior. Esto es consecuente con su autoridad constitucional como comandante en jefe (de las Fuerzas Armadas estadounidenses) y jefe del Ejecutivo a cargo de las relaciones internacionales”, sostenía la portavoz de Donald Trump, Karoline Leavitt, en una rueda de prensa este viernes.

Según recordaba la portavoz, Trump “ha sido muy claro desde los tiempos de la campaña electoral… Prometió que iba a poner fin a la epidemia de la droga, que se ha cobrado tantas vidas estadounidenses”. “Ese tipo de medidas es lo que están viendo ocurrir casi cada día”, ha agregado Leavitt.

El ataque da alas a la inquietud en Venezuela sobre la posibilidad de que Estados Unidos acabe lanzando ataques sobre su propio territorio, o lleve a cabo una intervención militar limitada para combatir a los carteles de la droga a los que acusa de ser los verdaderos líderes del país caribeño y de los que acusa al presidente Nicolás Maduro de ser uno de sus líderes.

Sobre todo, después de que esta semana la Casa Blanca enviara al Congreso un memorándum en el que le comunica que se considera “en guerra” con los carteles de la droga. Algo que, según la opinión legal de la Administración, le permite atacar a los miembros de esas organizaciones. Las leyes de Estados Unidos y el Derecho Internacional prohíben que las fuerzas armadas puedan matar deliberadamente a civiles, aunque esos civiles estén cometiendo delitos en esos momentos, si no participan en hostilidades contra este país.

El memorándum, por contra, considera que los integrantes de los cárteles del narcotráfico son “combatientes”, al formar parte de una organización con la que Estados Unidos está “en guerra” y por tanto es lícito atacarlos. Algo que expertos y organizaciones defensoras de los derechos humanos rechazan de plano: no es lo mismo, apuntan, un ataque violento con armas que la venta de un producto nocivo.

Este jueves, un artículo del columnista Tom Rogan en el periódico conservador The Washington Examiner alimentaba los temores de Caracas al sostener que los “planificadores militares estadounidenses creen que las fuerzas amasadas” en el Caribe son ya “suficientes para capturar y mantener instalaciones estratégicas clave en territorio venezolano”. Estados Unidos mantiene desplegada una flotilla que incluye destructores de la Marina, un submarino, 2.200 infantes de Marina y cazas F-35, así como aviones militares Harrier.

El propio presidente Trump ya ha apuntado que las operaciones en el Caribe podrían expandirse a otras zonas. La semana pasada insinuaba que, además de los ataques contra las lanchas en aguas internacionales, su Administración se plantea castigar a los carteles “por tierra”.

Mientras la Administración estadounidense aumenta la tensión, y amplía el desasosiego de una Caracas que aún no sabe si el segundo zapato acabará cayendo o no, el secretario de Defensa estadounidense anunciaba en su mensaje este viernes que continuarán los ataques contra las supuestas narcolanchas. “¡Estos ataques continuarán hasta que terminen los ataques contra el pueblo estadounidense!”, prometía el jefe del Pentágono.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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