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Sector 9, el colectivo que sigue reinventando la noche bogotana

Con la reciente apertura de Proyecto Kinder, el grupo le apuesta a un complejo de más de 4.500 metros dedicados al arte, la música y la creatividad. Detrás hay un equipo consolidado por décadas de aprendizajes que ha sabido ganarse adeptos en el efímero mundo del entretenimiento nocturno

Para Felipe Rodríguez, director creativo de Sector 9, todo nació del gusto por salir. “Hay que ser muy rumbero, pero muy rumbero, para querer dedicarle la vida a esto”, dice entre risas. Aunque hoy su experiencia está lejos de ser la de cualquier cliente cuando visita alguno de sus establecimientos, no olvida que, antes de ser propietario, fueron ojos inquietos que conocieron la escena lo suficiente como para querer transformarla.

El equipo se estructura sobre cuatro cabezas especializadas en frentes distintos de un mismo sector: Rodríguez en la dirección creativa y la arquitectura; Jorge Pizarro en la dirección musical; Julián Martínez en las finanzas; y Juan Guillermo Noriega en la gerencia general. Ese es el motor detrás de El Kinder, un complejo de entretenimiento de más de 4.500 metros cuadrados en el antiguo colegio Nuestra Señora de Chiquinquirá, en la calle 63, barrio San Luis, en Bogotá.

La antigua manzana escolar hoy alberga salas de distintos géneros musicales, muestras de arte y una oferta gastronómica robusta. Para Rodríguez, entrar por primera vez fue como descubrir un secreto: “Era un lugar completamente abstraído de su entorno; un sitio que te saca de Bogotá sin salir de Bogotá”. El edificio, que durante 80 años fue un colegio, estaba abandonado, pero conservaba patios interiores, pasillos comunicados y una circulación natural que, según Rodríguez, “se parecía a una discoteca”. La intuición creativa fue inmediata; la ingeniería financiera tardó más.

Si Kinder se hizo realidad fue, en parte, porque Martínez aprendió a desconfiar del exceso de prudencia. Con 30 años de experiencia en la industria, lo resume con claridad: “Si hubiéramos hecho un ejercicio juicioso de costos, nunca habríamos empezado”. Para él, la enseñanza es contraintuitiva: “A veces es mejor no ser tan pragmático, tirarse al agua primero. Ya dentro, uno aprende a nadar”.

Ambos coinciden en que la confianza en este nuevo proyecto –de inversionistas y del público– se gestó durante años, especialmente con Ghetto, el club que Sector 9 abrió en 2019 en el barrio San Felipe y que dejó huella. Su propuesta estética y musical rompió con la tradición bogotana, pero su vida fue corta: el edificio sobre la Caracas debía ser demolido para darle paso al Metro de Bogotá. Ghetto, sin embargo, dejó la semilla de algo más grande. Como dice Rodríguez, la idea era construir un espacio que “perteneciera a Bogotá y no a un grupo de cuadras”.

Esa intuición, sumada a la mezcla de talentos del equipo, dio forma al proyecto más arriesgado que han enfrentado. En un sector en el que los negocios suelen tener vida breve, Sector 9 decidió pensar a largo plazo. Para Martínez, eso significa comprar las propiedades donde funcionan sus establecimientos: “Estar siempre a merced de un arrendador es la forma más frágil de este negocio. Compramos para dejar de depender. Eso lo cambió todo”.

Esa relación con la memoria y el espíritu de los lugares también se ve en otro proyecto con sello Sector 9: Antenna, el club que funciona en la antigua sede de la emisora cultural HJCK y que conserva su estilo, su acústica y hasta la antena original de transmisión. Lo mismo ocurrió con el colegio: conservaron fachadas, reforzaron estructuras y reutilizaron materiales para mantener la huella del edificio.

Rodríguez y Martínez son conscientes de la proeza que representa un proyecto de esta magnitud, pero también saben que la verdadera prueba será sostenerlo en el tiempo. “Está en furor porque es nuevo. Pero sostener convocatorias de 3.000 personas cada viernes y sábado durante 5, 7 u 8 años… ese es el verdadero reto”, reconoce Martínez.

¿Cómo lograrlo? Rodríguez cree que la respuesta está en el concepto: “Los bares pasan de moda porque se concentran en quién va. Nosotros nos concentramos en qué ofrecemos. El producto es el imán”, concluye.

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