Mariana Sarmiento: impulsora de los Bancos de Hábitat, una estrategia clave para financiar la conservación de la naturaleza
Con Terrasos, ha construido un modelo de avanzada para que el sector privado invierta en la protección y restauración de ecosistemas y medioambiente. Suman 13 bancos en departamentos como Antioquia, Meta, Cesar y Casanare, donde administran más de 7.200 hectáreas

“Tenemos que tratar la biodiversidad como infraestructura, manteniendo lo que tenemos pero también reparando muchos ecosistemas”, dice Mariana Sarmiento Aparicio. Es la gerente general de Terrasos, que significa tierra sostenible, una compañía que nació hace 10 años con el objetivo de buscar formas para financiar y monetizar la biodiversidad con recursos del sector privado. “Hemos apostado a generar modelos de negocio innovadores, estableciendo una relación entre la infraestructura gris y la infraestructura verde”, agrega.
Bogotana, de 42 años, estudió Ciencia Política y Ciencias Ambientales en la Universidad de Tulane (Nueva Orleans) y cursó una maestría en gerencia ambiental en Yale (New Haven). La conciencia y el respeto por la naturaleza le viene de casa, pues su papá, el abogado Germán Sarmiento Palacio, fue protagonista del movimiento que incorporó la protección del medioambiente y la biodiversidad en la Constitución colombiana: “Fue creador de las acciones populares y parte del Congresito”. Su mamá fue Mónica Aparicio, subgerente del Banco de la República y una de las primeras presidentas de una entidad financiera en el país.
Mientras su padre se centró en la defensa de las personas y del medioambiente, y de las comunidades que dependen directamente de los recursos naturales, ella ha impulsado la creación de modelos de de negocio que impulsen la protección y la regeneración de la naturaleza y la biodiversidad, entendiendo que para armonizar las tensiones entre el desarrollo y la protección ambiental se necesitan esquemas que reconozcan la dependencia de la naturaleza para la prosperidad económica y el desarrollo. “Buscamos fórmulas para incentivar al sector privado a que invierta en biodiversidad a largo plazo”, explica. “Ya sea para cumplir con sus obligaciones ambientales o porque reconoce las dependencias que todos tenemos de la biodiversidad”.
Según ella, algunas empresas están entendiendo que si invierten más hoy en recursos naturales, serán más competitivas en el futuro. “Invertir en los ecosistemas de los cuales dependemos será cada vez menos opcional y más una obligación por temas de supervivencia, de competitividad y riesgos operativos como los que se podrán materializar si las fuentes de agua se deterioran o si destruimos tanto los bosques que los polinizadores de los cuales dependen los cultivos empiezan a afectar sus poblaciones. Las economías de Colombia, y de los países de Latinoamérica, África y Asia, están muy expuestas a estos riesgos”.
Una hectárea, una unidad
Así nació su propuesta de los Bancos de Hábitat, un proyecto de conservación de la naturaleza que se financia por 30 años y genera unidades de biodiversidad. “El inversionista recibe dividendos en la medida en que el Banco va logrando los resultados ambientales y una empresa compra ese resultado ambiental o esa unidad de biodiversidad. Funciona como un proyecto inmobiliario o una obra de infraestructura, donde un inversionista construye un edificio o una carretera y se les paga en la medida que se van entregando los apartamentos o los distintos tramos de la autopista”, explica.
Comenzaron impactando 600 hectáreas y administran más de 7.200 en los 13 Bancos registrados en el Ministerio de Ambiente, en departamentos como Antioquia, Meta, Cesar y Casanare. “Somos arquitectos de soluciones que juntan las comunidades con los inversionistas, partes a las que de otra manera les hubiera costado mucho trabajo llegar a acuerdos y hacer apuestas conjuntas”, añade.
Adicionalmente, está innovando en dos temas clave: los acuerdos de conservación en territorios de tierras baldías y los créditos de biodiversidad con tokens digitales para proporcionar mayor trazabilidad y transparencia a las transacciones. Hace poco Terrasos fue uno de los tres proyectos escogidos por el BID en su convocatoria de tokens digitales para biodiversidad en América Latina.
“Nos preguntábamos cuáles son las condiciones necesarias para motivar más inversión en este sector y en este modelo”, dice. “La tokenización de las unidades de biodiversidad nos da total transparencia desde que se emite la unidad, que es cuando se logra el resultado ambiental, hasta que se transfiere a quien al final la compra esa para satisfacer una necesidad ambiental o una contribución voluntaria. La tecnología da más transparencia, trazabilidad y confianza a un negocio que no muchos entienden, en el que queremos generar razones para que inviertan el sector privado, el público, las comunidades y los propietarios”.
Aunque en conservación es mucho lo que falta, los logros generan optimismo: “El más importante es cuando aseguramos un Banco de Hábitat legalmente como área de protección y financieramente a 30 años. Le damos la estabilidad a ese territorio para no estar en la dinámica del rebusque. Ya lo hemos logrado en el Meta, donde tenemos 600 hectáreas de bosque y unas 120 restauradas con árboles nativos que se van a sostener durante 30 años. Eso ha permitido potenciar negocios de turismo en naturaleza y de ganadería regenerativa”.
En Cesar transformaron 1.000 hectáreas de ganadería extensiva en un proyecto de restauración de bosque seco tropical, el ecosistema más amenazado en Colombia. En ese proceso vinculan mano de obra local, generan conciencia para cambiar la tala con el fin de construir corrales por la creación de barreras cortafuegos que permiten proteger el bosque, por el surgimiento de viveros y por la ayuda para propagar el material vegetal necesario para restaurar la terra.
“Los habitantes locales son los que dan la sostenibilidad. Hasta hace un año, los proyectos a largo plazo del sector privado eran los tradicionales: minería, infraestructura, energía. Hoy, estos modelos permiten una apuesta de inversión en en función de proyectos de conservación y regenerativos de la biodiversidad”, precisa Sarmiento.
El modelo implementado por Terrasos existe hace más de tres décadas en países como Estados Unidos, Australia y Reino Unido, donde los gobiernos entendieron que es un mercado billonario. “El primer espacio donde hubo una discusión mundial del tema fue en la COP de Biodiversidad 2022, en Montreal”, señala. “Terrasos está participando en estas discusiones mundiales, en Asia, África y Brasil. Hace dos años fuimos líderes en la creación de dos grupos internacionales: Biodiversity Credit Alliance e International Advisory Panel on Biodiversity Credits”.
Sarmiento apunta que el país sigue siendo vulnerable, especialmente en las regiones Caribe y la Andina, donde está el grueso de la población: “Si Colombia no genera modelos de negocio en Chocó o la Amazonía, donde se valore la protección y restauración de la biodiversidad, se pondrán en riesgo la seguridad y la estabilidad. La minería ilegal, los cultivos de coca, todas las actividades ilegales o informales no se pueden combatir con los discursos actuales, cuando, además, ahí no ha habido Estado”.
Esa vulnerabilidad que ha diagnosticado Terrasos está asociada al impacto que habrá en temperaturas, “con regiones del país que van a aumentar 3 y 4 grados, sobre todo en el Caribe, y a las condiciones de los ecosistemas, pues entre más fragmentados estén, más inestable será el sistema económico y social. El último punto es la pobreza, que no mejorará mientras la gente dependa de los recursos naturales para sobrevivir”.
El mayor objetivo, y por el que trabajan a diario, es que cuidar la naturaleza tenga sentido económico y que Terrasos permita aterrizar esa convicción: “Y que lo hecho en Colombia lo puedan hacer en otros países. Nacemos aquí, pero creemos que este es el laboratorio para poder entregar una solución al mundo y, sobre todo, a los países emergentes”.
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