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De las excusas a la condena: las dos caras de Petro ante los jefes disidentes ‘Calarcá’ e ‘Iván Mordisco’

El presidente ha sido señalado de darle un trato especial a una de las dos grandes sombrillas de disidencias de las extintas FARC

Nestor Vera alias Ivan Mordisco y Marcos Calarcá.

El presidente Gustavo Petro negocia la paz en simultáneo con varios grupos armados de Colombia, incluyendo a las dos grandes sombrillas de grupos disidentes de las extintas FARC. Pero en las últimas semanas ha dejado claro que ve con ojos muy diferentes a los dos grupos. Mientras levanta la mesa de diálogos y bombardea o ataca con artillería al que lidera alias Iván Mordisco, a quien llama “mafioso” o “traqueto”, insiste en la apuesta por la negociación con el grupo que encabeza alias Calarcá Córdoba, a quien ha llamado “un verdadero disidente”.

“El grupo de Calarcá no es de ángeles, es el único frente que no firmó la paz, de Santos, es decir son verdaderos disidentes y no gente nueva “traqueta” vestida de guerrilleros“, escribió esta semana el presidente. Lo hizo en una extensa respuesta a una revelación de Noticias Caracol sobre la presunta infiltración de ese grupo en el Estado colombiano. El jefe de Estado ya había negado la primera parte de la investigación periodística, diciendo que incluía hechos falsos y que se había dejado engañar por la CIA, pero esta semana pasó a una defensa firme de su negociación con ese grupo armado.

Lo llamativo es que Mordisco, cuyo nombre oficial es Néstor Vera, también perteneció a las extintas FARC, tampoco firmó la paz y participó de la primera disidencia con alias Gentil Duarte. De hecho, era aliado de Alexander Díaz Mendoza, o Calarcá, hasta hace poco. Rebautizado en 2023 como el Estado Mayor Central, fue la primera sombrilla para agrupar a diversos reductos disidentes y a otras organizaciones que fueron naciendo bajo la bandera de ser guerrillas. Solo a mitad del año pasado fue que Calarcá se peleó con Mordisco y creó el Estado Mayor de los Bloques y Frente (EMBF), una disidencia de esa disidencia. Mordisco le declaró la guerra a su antiguo aliado, en un conflicto que ha dejado muertos en Guaviare y Caquetá. Petro pelea ahora con Mordisco, que dejó de negociar con el Gobierno, pero sigue extendiendo su mano a Calarcá.

“En el séptimo ciclo de negociaciones con Calarcá y su gente, que acaba de terminar con presencia de varios gobiernos extranjeros, se acuerda cesar reclutamientos de menores de 18 años, es decir final al reclutamiento de menores y liberar a sus comunidades con apoyo del ICBF, a todos los menores que hoy están en su poder”, celebró el presidente para justificar los ceses al fuego y la continuación del diálogo con el líder disidente.

“El Gobierno solo ataca a Mordisco y nunca a Calarcá, a pesar de los múltiples incumplimientos de este último en las negociaciones”, denunció en un debate de moción de censura la representante de la Alianza Verde, Cathy Juvinao, crítica al presidente. Como evidencia, argumentó que Petro mantuvo andando las conversaciones con Calarcá cuando este seguía reclutando a menores de edad, e incluso luego de ser el grupo señalado de asesinar 13 policías en Analfi, Antioquia, en agosto de este año. Con Mordisco, en cambio, el presidente endureció las operaciones militares por las mismas fechas después de que su grupo armado atacara una base militar en la ciudad de Cali con cilindros bomba. Juvinao argumenta que, de 10 bombardeos que ha ordenado el presidente este año, siete fueron contra los guerrilleros de Iván Mordisco, y tres contra los paramilitares del Clan del Golfo. Ninguno contra el EMBF de Calarcá.

Como explicó la Fundación Ideas para la Paz tras la revelación de Noticias Caracol, ese grupo es el que ha gozado de un cese al fuego más largo durante el Gobierno de Petro, de 19 meses, que solo detuvo el jefe de Esatdo a mitad del año pasado, tras un ataque en Guaviare que dejó siete militares muertos. Y, aunque Calarcá ha sido denunciado de tráfico de drogas, de oro y de armas, el presidente no se refiere a él como un mafioso.

Mordisco, en cambio, es el enemigo público más visible del presidente. Incluso más que las cabezas del Clan del Golfo. Este viernes, Petro anunció que apoyará el proceso que lleva la Fiscalía en contra él por genocidio del pueblo indígena Nasa, en el norte del departamento del Cauca, e insistió en que lo denunciará ante la Corte Penal Internacional. Es una acción jurídica que había anunciado a mitad de noviembre, cuando argumentó que Mordisco es el mayor reclutador de menores en el país. Calarcá, que solo recientemente se comprometió a dejar de reclutar, no ha sido denunciado por el presidente del mismo crimen. El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, dijo esta semana ante el Congreso que calculan que alrededor del 37% de los combatientes del grupo de Mordisco son menores de edad, cifra que en el caso de Calarcá llega al 15%.

Petro también alega que Mordisco es socio de la que llama “junta internacional del narcotráfico”, una suerte de punto de encuentro de grandes capos que dice que mueven ese negocio en Colombia y buena parte del mundo, y que busca asesinarlo. Pero lo que más le critica es haberse levantado de la mesa de diálogo con sus delegados. “Tuvo la oportunidad brindada por mi Gobierno de hacer la paz y no la aceptaron”, dijo en noviembre. Mordisco y Calarcá, antiguos aliados, siguen en una guerra a muerte. Lo que más los diferencia en este momento no son tanto los crímenes de los que son culpables, las economías ilegales de las que se benefician o su reivindicación de ser la continuación de una guerrilla que firmó la paz y a la que ellos mismos le han asesinado decenas de personas desmovilizadas. Lo que los distancia es el tono que el presidente usa frente el que sigue en la mesa de diálogo y el que no.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.
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