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Iván Cepeda busca mantener su ventaja en la campaña presidencial con una defensa del legado de Petro

El candidato que lidera en las encuestas empieza una ronda de eventos públicos en el país con una agenda de paz y el respaldo de movimientos sociales que apoyaron al actual Gobierno

Iván Cepeda Centro Nacional de Consultoría en Colombia
Valentina Parada Lugo

Iván Cepeda Castro, el candidato de la izquierda para las elecciones de 2026, hizo el viernes pasado su primera declaración pública en las calles de Bogotá. Al senador estrella del progresismo se le ha escuchado poco desde que ganó la consulta presidencial a finales de octubre, con 1.520.287 votos, por lo que sus seguidores han estado expectantes sobre cuál va a ser el norte que propondrá para conquistar, tanto a los votantes del progresismo con dudas, como a los del centro para la victoria. Este martes aparece liderando una encuesta electoral del Centro Nacional de Consultoría con el 20% de intención de voto, y poco después recibió el apoyo de un sector progresista del liberalismo. Cepeda cuenta con una gran ventaja en tiempo frente a la derecha, que vive de pelea para escoger un candidato. Pero con una desventaja considerable, pues es el candidato del oficialismo cuando la popularidad del Gobierno hace un buen tiempo no supera el 50%. Eso último, sin embargo, no parece preocuparle.

“Envío un abrazo solidario, fraterno, de respaldo total al presidente Gustavo Petro por los ataques personales recibidos por parte del gobierno estadounidense. Salimos a las calles a reclamar que se respete al presidente, al Pacto Histórico y nuestros derechos políticos”, dijo el viernes en la esquina de la carrera séptima con calle 19. Ha dejado claro, en este y otros discursos, que su intención no es demarcarse del presidente en absoluto. Una postura compleja cuando al Gobierno le caen críticas duras actualmente sobre la crisis en el sistema de salud, o los recientes bombardeos militares en la región Amazónica de Colombia en los que fueron asesinados menores de edad.

A él, por su lado, le han pedido condenar más duramente al presidente por la muerte de menores, como lo hizo en el gobierno derechista de Iván Duque. Cepeda se ha pronunciado, aunque con mayor vehemencia contra el reclutamiento forzado de los grupos armados. “Como lo he hecho en el pasado, reitero mi posición de que acciones de esta naturaleza están claramente prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario. De igual forma, condeno firmemente el reclutamiento de menores de edad y las acciones de los grupos armados disidentes”, dijo en sus redes sociales.

Su primer acto público en Bogotá fue en línea con su personalidad política: mesurado y prudente. Esa mesura lo distingue claramente del presidente, quien ha sido más impulsivo tanto en sus discursos, en sus trinos y en sus decisiones. Pero la calma, si bien una ventaja en casi todos los espacios, no suele ser un capital político fácil de explotar en época electoral, cuando el ganador suele ser quien mejor mueve las emociones del electorado.

Lo rodearon entonces decenas de personas con banderas moradas, que tenían su nombre; amarillas, alusivas al Polo Democrático, su partido; y blancas con el logo del Pacto Histórico, la colectividad que creó Gustavo Petro y que tiene en vilo su personería jurídica ante el Consejo Nacional Electoral a poco menos de un mes de que cierren las inscripciones de los candidatos al Congreso de la República. Este es el otro gran reto para que arranque la campaña de Cepeda, más jurídico que político.

“El Pacto Histórico es la formación política más fuerte e influyente que hay en Colombia y, por lo tanto, no es posible a estas alturas que el CNE persista en no querer entregarnos nuestra personería jurídica”, dijo en Bogotá el candidato. Cepeda anunció que interpusieron una tutela para que se resolviera su situación, pero también intentó azuzar a sus seguidores en caso de que no sea reconocida. “Haremos valer nuestro legítimo derecho a la participación política por las vías jurídicas y en las calles, mediante movilización pacífica”, anunció.

La incertidumbre sobre la personería jurídica se cruza con otro frente: el futuro de Cepeda en el Frente Amplio, una consulta más grande prevista para marzo con otros candidatos progresistas, con el objetivo de conquistar votos más al centro. Su participación en ese mecanismo depende de que la Registraduría defina si la consulta reciente fue, o no, interpartidista. Si lo fuera, podría quedar impedido para volver a presentarse. Esa decisión es clave para la redefinición del progresismo, pues de ella depende no solo la presencia del senador en la próxima contienda interna, sino también la conformación de las listas y los acuerdos entre los distintos sectores políticos que hoy buscan llegar con un candidato único a las elecciones.

Hasta antes del acto público, la campaña de Iván Cepeda era menos visible. Una semana después de haber ganado la consulta, nombró como jefa de debate a María José Pizarro, una política más mediática con vistas a la contienda. En una entrevista con RTVC, Pizarro ha dicho que su estrategia es “que la gente se enamore de nuestras ideas”. Al interior del Pacto, la llegada de ella se interpretó como un esfuerzo por ordenar la campaña, darle más presencia territorial y lograr una narrativa más reconocible.

A Cepeda y Pizarro los une una sintonía que trasciende lo político: ambos son hijos de la violencia que atravesó al país a finales de los años ochenta y comienzos de los noventa. Él es hijo del senador Manuel Cepeda Vargas, asesinado en 1994 en el exterminio contra la Unión Patriótica; ella, hija del comandante del M-19 Carlos Pizarro Leongómez, asesinado en 1990 durante su campaña presidencial. Esa experiencia compartida, que ha marcado sus trayectorias públicas, se ha convertido en un punto de afinidad en la campaña y en una forma de subrayar la necesidad de insistir en una agenda de paz y garantías políticas.

Una semana atrás de su encuentro en Bogotá, Cepeda había liderado otro acto público en la plazoleta de la Catedral de Pasto, la capital de Nariño. “Acá tenemos el deber de ganar las elecciones en 2026. No volverá a haber crímenes de lesa humanidad. No le tenemos miedo a las marrullas electorales”, señaló en su discurso en una tarima. Con la plaza llena en uno de los bastiones electorales del progresismo en el sur de Colombia, el senador buscó reafirmar su liderazgo fuera de Bogotá. El acto sirvió además para afianzar el respaldo de organizaciones indígenas y campesinas de la región, que han sido clave en las movilizaciones que acompañaron al petrismo en los últimos años. Sobre ese escenario, insistió en que su campaña recorrerá las zonas donde el Gobierno mantiene sus apoyos, pero también aquellas donde el descontento ha crecido, con el objetivo, según dijo, de “escuchar, corregir y construir acuerdos”.

En esa misma línea, Cepeda ha intentado mostrar que su propuesta de un acuerdo nacional no busca estancar la conversación política, sino fijar un piso mínimo de consensos. Ha dicho, además, que ese mecanismo deberá definirse con actores que no necesariamente comparten el programa del progresismo, una idea similar a la que lanzó Petro cuatro años atrás, pero que se desmoronó poco después de haber sido electo. Con una campaña electoral que apenas comienza para él, el elegido para suceder a Petro en la Casa de Nariño se enfrenta a la necesidad de abrirse espacio con una propuesta continuista y poco osada que debe conquistar a los sectores menos radicales de la izquierda y al centro.

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Sobre la firma

Valentina Parada Lugo
Periodista de EL PAÍS en Colombia y estudiante de la maestría en Estudios Políticos de la Universidad Nacional. Trabajó en El Espectador en la Unidad Investigativa y en las secciones de paz y política. Ganadora del Premio Simón Bolívar en 2019 y 2022.
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