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El ELN se refuerza en Arauca con miras a controlar la frontera con Venezuela

El atentado contra el gobernador, la expulsión de las disidencias y el secuestro de cinco militares demuestran el deseo de consolidar un baluarte

Valentina Parada Lugo

Nada en el fronterizo departamento de Arauca se mueve sin el permiso del Ejército de Liberación Nacional (ELN). El atentado contra el gobernador departamental Renson Jesús Martínez y el secuestro de cinco militares en el municipio de Tame, han mostrado esta semana que, en esta zona de la frontera con Venezuela, la última guerrilla en armas de Colombia busca ejercer un dominio militar y estratégico. El frente Domingo Laín, la estructura más poderosa del grupo, controla los pasos fronterizos, regula el contrabando de combustibles y alimentos, y ejerce un poder que combina la coerción armada con la administración local.

Los ataques no ocurren en el vacío. Desde enero de 2025, cuando el Gobierno suspendió los diálogos con el ELN luego de las sangrientas ofensivas del grupo en el Catatumbo y en Arauca, el proceso de paz permanece en punto muerto. Ninguna de las partes lo ha dado por cerrado, pero la negociación se enfrió mientras la guerrilla reforzó su control en los territorios fronterizos. En Arauca, donde está el frente armado más renuente a la negociación política, ha ampliado su poder territorial hacia Venezuela. Carlos Velandia, un exguerrillero del ELN y ahora gestor de paz, explica que ese grupo “ha estado construyendo un cordón a lo largo de la frontera con el propósito de consolidar aún más un territorio propio”. Añade que el 70% de su fuerza armada está en la zona limítrofe.

Según Velandia, las acciones están más relacionadas con el panorama internacional que con disputas en Colombia. “Ellos tienen una agenda de defensa hacia Venezuela, casi que ven como propia la guerra bolivariana”. Afirma que el fortalecimiento responde a las constantes amenazas del Gobierno de Donald Trump de impactar el territorio venezolano. “Ellos [el ELN y el gobierno venezolano] son buenos aliados, máxime cuando Colombia ha tenido un comportamiento hostil con la revolución bolivariana”.

Sus movimientos, explica, han sido estratégicos para proteger a Venezuela. Han intentado desplazar a las disidencias de las extintas FARC de la región del Catatumbo para controlar completamente la frontera. “Su ‘limpieza ideológica’, con la que asesinan a firmantes de paz [antiguos miembros de las FARC] también es parte de su búsqueda de hegemonía en las únicas dos zonas del país donde tienen un bastión militar poderoso”. Aunque la presencia elena en la zona nororiental de Colombia no es nueva, sus lógicas se han modificado en el último año para consolidar ese poder. Para Velandia, es una presencia que conviene en materia militar para el régimen de Nicolás Maduro. “Cualquiera que busque incursionar por el Caribe a Venezuela o a Colombia debe tener presente que el primer actor con el que se va a encontrar y que deberá enfrentar es al ELN”.

Pese a ese factor internacional, para el politólogo araucano Eduardo Simón Cedeño, los atentados y ataques recientes están más relacionados con las elecciones colombianas del próximo semestre. “Cada vez que hay elecciones, seis meses antes inician un ciclo de violencia”. Para Cedeño, el atentado frustrado a la base militar de Tunja, una ciudad cercana, pero al otro lado de la cordillera, buscaba demostrar su capacidad militar. ”Es un ataque al Gobierno nacional, para decirle que llegan a donde menos piensan. Además, es estratégico porque Tunja es muy cerca de Bogotá“. En el pasado, el ELN ha atentado contra unidades militares en Arauca, pero más atrás hace eco su carro bomba contra la escuela de Policía de Bogotá, en enero de 2019. Por su parte, Velandia le encuentra otra explicación: ”Con el atentado distrajeron la atención del Ejército para sacar pie de fuerza de Arauca, que debió ser trasladada al departamento de Boyacá, para seguir ampliando su poder territorial”.

En este departamento, donde surgió alias Pablito Arauca, el jefe y cerebro militar refugiado en Venezuela, el ELN tiene al menos 6.000 guerrilleros en armas y otros 3.000 milicianos civiles, según datos de la oficina del Alto Comisionado de Paz. A diferencia de otras zonas conflictivas del país, no tiene una economía cocalera significativa que alimente la presencia de actores y narcotraficantes. Desde la década del 2000, esa guerrilla prohibió a la población civil los cultivos ilícitos y, desde entonces, el monitoreo anual del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos ha reportado menos de cinco hectáreas en todo el departamento. Es una cifra irrisoria a comparación con el cercano Catatumbo, con más de 28.000 hectáreas y donde hay más de tres grupos ilegales en disputa por las economías ilícitas.

En lo que coinciden Velandia y Cedeño es en que el foco militar del ELN este año en la región ha sido sacar a las disidencias de las FARC. “Ya no hay disidencias en Arauca porque a todos los desplazaron para el Casanare”, señala el politólogo. En las 15 veredas en las que tenían presencia se han reportado combates y enfrentamientos, pero la presencia de los grupos residuales allí ya es casi nula. “Eso supone otras nuevas lógicas para el departamento de mucha más hegemonía de la que ya tenían”, confirma Velandia.

Sobre el atentado a tiros de este lunes contra la camioneta blindada en la que se desplazaba el gobernador Renson Martínez, la guerrilla ha afirmado en un comunicado de prensa que se trató de un error. Afirman que el vehículo en el que iba el mandatario desacató una orden de pare en la carretera entre los municipios de Fortul y Tame. “Reconocemos pública y autocríticamente nuestro error”, se lee. Lo ocurrido, y el texto, que muestra un ataque como un retén vial rutinario, dejan en evidencia que el ELN reivindica su capacidad de ejercer un control casi absoluto, especialmente en la zona del piedemonte, donde se ubica la vía. Para Velandia, lo ocurrido puede además ser un mensaje político al mandatario.

Además, al igual que el secuestro y el fallido ataque en Boyacá, se dan semanas después de que la Fuerza Pública y la Fiscalía ejecutaran una operación simultánea contra las finanzas del ELN en Arauca, Amazonas y Bogotá. Según las autoridades, descubrieron una red que lavaba dinero producto de la extorsión y del contrabando en la frontera. Mientras el Gobierno destacaba el golpe como una muestra de su capacidad operativa, la guerrilla respondió con una demostración que revela su capacidad de competirle al Estado en amplias zonas rurales de su propio departamento.

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Sobre la firma

Valentina Parada Lugo
Periodista de EL PAÍS en Colombia y estudiante de la maestría en Estudios Políticos de la Universidad Nacional. Trabajó en El Espectador en la Unidad Investigativa y en las secciones de paz y política. Ganadora del Premio Simón Bolívar en 2019 y 2022.
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