La campaña de los candidatos desechables
A ocho meses de las elecciones presidenciales, la fila de aspirantes es tan numerosa como ligera, tan abultada como vacua, tan ruidosa como lamentable


El título puede parecer exagerado e incluso ofensivo, pero lo triste es que se ajusta perfectamente a la realidad que hoy está enfrentando Colombia. A ocho meses de las elecciones presidenciales, la fila de aspirantes es tan numerosa como ligera, tan abultada como vacua, tan ruidosa como lamentable.
Ya muchos lo han dicho: no parece serio un país donde más de un centenar de personas se consideran merecedoras de ocupar la primera magistratura del país. Unos aseguran que los últimos presidentes mostraron tal falta de seriedad en el ejercicio del cargo que terminaron por hacer creer a muchos colombianos que ejercer la Presidencia de la República no dista mucho de la administración de una miscelánea en un barrio residencial.
Yo preferiría ampliar el ángulo del lente y decir algo aún peor: no es que los últimos presidentes hayan degradado el cargo, sino que los políticos en su mayoría y en todos los niveles han erosionado de una forma tan grave la majestad del Estado que terminaron por convertir las elecciones en un concurso de popularidad, en vez de un proceso para elegir a aquel que podría resultar más apto para llevar las riendas de una nación briosa y difícil de domar como lo es Colombia.
Tal vez influenciados por los realities, que a veces terminan convirtiendo en héroes a los tramposos; o tal vez afectados por la simplificación de los discursos y las personas que se ha dado gracias a las redes sociales, los candidatos ya no buscan convencer con propuestas sólidas e inteligentes, sino que buscan el favor de los votantes con sorprendentes ejercicios dialécticos en los que solo buscan destruir a sus contendores.
Ya no importa saber cuál va a ser la solución al problema del empleo informal, sino si este o aquel candidato tuvo algún vínculo con grupos armados ilegales o con corruptos o con alguno de los indeseables que le han hecho daño a Colombia. Ya no importa saber qué camino propone un candidato sobre la relación comercial con China o la reindustrialización del país, lo importante es conseguir el guiño de uno de los intocables jefes de la política en el país así sea a través de lisonja y adulación.
¿Es o no un concurso de popularidad lo que está haciendo el Pacto Histórico con sus precandidatos? ¿Alguien podría decirme cuál es la diferencia de posturas que existe entre Clara López y Gustavo Bolívar? ¿En qué difiere Carolina Corcho de Iván Cepeda en cuanto a sus propuestas para hacer del nuestro un país vivible?
Triste campaña esta en donde la diferencia se marca es con insultos y no con propuestas. Tristes elecciones las que nos esperan agobiados como estamos por tantos y tantos problemas, mientras los candidatos llevan a cabo competencias fútiles donde lo que menos importa es proponer soluciones a nuestros dramas urgentes.
Poco a poco fueron convirtiendo la política en un show y hoy son esclavos del mismo. Ya no les importa pensar, sino seducir. Ya no les importa proponer, sino encantar. Y si no lo logran, no importa, pues con ellos no se pierden soluciones e ideas, solo un figurante más dentro del gran teatro de la política. Muchos candidatos de hoy sirven para hacer bulto, pero son desechables. Ellos lo saben, pero se sienten importantes cuando aparecen en la foto grupal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.