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Iván Cepeda: “Mi propuesta es continuar el programa de Petro”

El senador y precandidato presidencial de la izquierda defiende que los colombianos están más alineados con lograr nuevas reformas sociales que con el discurso de seguridad de la derecha

Iván Cepeda, en Bogotá, el 1 de septiembre.

El senador Iván Cepeda (62 años, Bogotá), una de las figuras políticas más visibles en la actualidad, asegura que su decisión de lanzarse como precandidato presidencial ya estaba tomada antes de la reciente condena contra Álvaro Uribe Vélez. Su decisión de aspirar a la Presidencia marca el camino hacia la primera vuelta de mayo de 2026. Tras más de una década de litigio contra el expresidente y líder de la derecha, logró la condena de su adversario en primera instancia y pocas semanas después oficializó su aspiración. “Por respeto al proceso, no tomé niguna decisión en medio del juicio”, señala, para luego advertir que su campaña para llegar a la Casa de Nariño será el continusmo del Gobierno de su copartidario Gustavo Petro.

Desde la sala de su casa en el norte de Bogotá, poblada de artesanías, el congresista refuerza que fueron varias organizaciones de derechos humanos, a las que ha sido cercano desde hace décadas, las que le pidieron poner su nombre a consideración. “Si no hubiera decidido lanzarme, habría decepcionado a muchos sectores sociales”, admite con su caracterísitico tono monocorde y sereno. Cuatro años atrás, cuando la izquierda trazaba la estrategia que terminó en una sonada victoria, rechazó esa misma solicitud. “Era el momento de Gustavo Petro”. Ahora considera que ha llegado el suyo. En conversación con EL PAÍS, el precandidato del Pacto Histórico expone sus banderas, analiza el momento político y se refiere a la oposición a la que enfrentarán en las urnas: “La derecha está perdida”.

Pregunta. Hace pocas semanas, usted decía que ser candidato presidencial no era su aspiración. ¿Qué lo hizo cambiar?

Respuesta. Las solicitudes del movimiento social y de víctimas que me llevaron a esa determinación, que, ya tomada, desarrollaré con todo el entusiasmo, la dedicación y la energía posible. No me hubiera lanzado si no hubiera terminado el juicio contra Álvaro Uribe, las dos actividades eran incompatibles.

P. ¿El presidente Petro le pidió directamente que se candidatizara?

R. No, pero lo hemos hablado. Es una decisión que le consulté. En 2022 se planteó que me enfrentara en una consulta con él, pero era consciente de su recorrido y méritos, así que ni siquiera lo consideré. Ahora es ineludible. A todo dirigente político le llegan momentos así, y he podido constatar que, de no lanzame, habría frustrado a personas que son muy importantes para mí, fundamentalmente las comunidades con las que he trabajado toda mi vida política.

P. La inclusión del exalcalde de Medellín Daniel Quintero en la consulta ha producido tensiones. ¿Cuál es su posición?

R. Su participación es una realidad: bienvenido al debate. Yo no soy amigo de discutir las diferencias en público. No porque tengamos algo que ocultar, sino porque no hay que facilitarle la labor a nuestros adversarios políticos. Además, en general, intento rehuir las peleas. He intentado hacer de la cohesión, de la de las izquierdas y de todos los sectores sociales, mi meta política. Creo que es fundamental y fue lo que nos dio la victoria en 2022.

P. Pero ¿comparte la preocupación del exsenador Gustavo Bolívar por tener un aspirante que está imputado penalmente en un caso de corrupción?

R. Si Quintero cumple las condiciones legales para ser candidato, podrá hacerlo. Ahora, como resultado de la propuesta de Bolívar, el comité de ética del Pacto Histórico debe analizar todas las aspiraciones y decidir si siguen adelante.

Iván Cepeda en Bogotá, el 9 de julio.

P. Pasando a la realidad política general, ¿cómo evalúa el Gobierno de Petro?

R. Lo primero es que ha realizado por primera vez en Colombia una alternancia real en el poder político sin que se haya producido la debacle que algunos anunciaban, como la supuesta ruptura del orden institucional y constitucional. Nada de eso ha pasado. Las cortes funcionan en su independencia y también el Congreso, con todos sus problemas.

P. ¿Cómo imagina un Gobierno de izquierda en 2026?

R. La base de mi planteamiento político es el programa de este Gobierno. Lo primero es que partiría de las lecciones aprendidas de este Gobierno. Al anunciar mi precandidatura planteé que quisiera escuchar atentamente a las organizaciones sociales, a los ciudadanos, incluso a la oposición. Hay algunas falencias evidentes, como por ejemplo la corrupción y escándalos como el de Olmedo López en la Unidad de Gestión del Riesgo. Yo no soy amigo de la demagogia, de decir “habrá cero corrupción” en un Estado tan corroído como el nuestro, pero sí tiene que haber un esfuerzo muy claro y preventivo para atacarla. Dicho eso, habrá continuidad de lo bueno, que no creo que sea poco.

P. ¿Qué resaltaría?

R. A veces se ridiculiza el lema “Gobierno del cambio”, alegando que nada ha cambiado. Pero este Gobierno ha entregado más hectáreas de tierra a los campesinos que ningún otro. Tampoco se puede desconocer que se ha logrado un mayor respeto a los derechos humanos. Claro, ha habido episodios de violación a ellos, pero no masacres, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas. El manejo económico ha sido ejemplar con una calificación sobresaliente. Son éxitos que no tuvieron quienes gobernaron antes y dijeron que íbamos a dejar la economía en ruinas. Ellos sí la dejaron en ruinas, nosotros la estamos reconstruyendo.

P. Varios aspirantes agitan la bandera de la seguridad. Usted ha sido un gran defensor de la política de paz total, que el presidente señala que es una meta que no se cumplió. ¿Qué lugar tienen la paz y la seguridad en su propuesta?

R. No hay paz total en Colombia ni en ninguna parte del continente. Es profundamente demagógico e ideológico plantear que el recrudecimiento de la violencia es el resultado de una política de paz, cuando en los últimos 20 años asistimos a una emergencia de redes transnacionales de crimen organizado. El narcotráfico se ha globalizado y las rentas por el oro ilegal, que pertenecen a un mercado global, son superiores a la del la droga. Por eso es que países que no tenían fenómenos de criminalidad tan graves, como Ecuador, enfrentan crisis de seguridad. Eso no excusa ni explica todo lo que pasa en Colombia, por supuesto.

P. ¿Pero entonces mantendrá la paz total?

R. La política de paz ha tenido deficiencias, problemas, pero también ha tenido avances. Para que quede claro, voy a mantener los esfuerzos de paz en sentido amplio, con una política comprenda que es necesario transformar los territorios y no simplemente sacar adelante las mesas de diálogo. Este Gobierno ya ha intentado hacer alianzas estratégicas no para sustituir solo los cultivos, sino todas las economías ilegales.

Iván Cepeda en su casa, en Bogotá.

P. En concreto, ¿qué hacer con el ELN?

R. Insisitir en la agenda que se pactó en Quito en 2016. En este Gobierno se logró cerrar uno de sus puntos, quedan los otros por desarrollar. Ese diálogo se suspendió por el cruento ataque del ELN en el Catatumbo. Habría que ver cómo retomar.

P. ¿Cómo abordar a los grupos que no muestran voluntad de negociar, como el EMC de Iván Mordisco, a quien el presidente señala de terrorista?

R. Los grupos que representa el señor alias Mordisco han tenido un accionar agresivo, incluso han atacado e intentado someter a organizaciones sociales a punta de violencia. Es muy difícil un diálogo con quienes tienen esa actitud y no lo voy a impulsar a toda costa. Habrá que analizar y priorizar. El proyecto de ley de sometimiento aparece cuando cualquiera va a hacer un discurso lo más punitivo y demagógico posible sin pensar cómo ahorrar vidas que, a mi modo ver, son el objetivo fundamental de una política de paz.

P. ¿Cómo ve a la oposición?

R. La veo perdida. La derecha ha querido resucitar el debate de la seguridad, que si bien es fundamental en las grandes ciudades y en muchos territorios rurales, no es lo que pide la gente. Los colombianos piensan primero en las reformas sociales, temas que la derecha enfoca desde una perspectiva supremamente mezquina. Además, el Centro Democrático tiene la debilidad de ser un partido caudillista en el que, si el jefe no amanece bien, toda la colectividad se resiente.

P. ¿No siente que hay caudillismo petrista en la izquierda?

R. No. Creo que la figura del presidente es preponderante, pero no tenemos ese problema. Veo una cantidad importante de liderazgos, que perfectamente pueden reemplazar el del presidente. Hay condiciones para buscar relevos.

P. Su vida política ha girado alrededor de la justicia y el caso de Uribe es el hecho más reciente y más vistoso. ¿Será el eje de su campaña?

R. Hay debates ineludibles. Pero, más allá de si la confrontación política será una extrapolación del escenario jurídico, un sello de mi personalidad política es la búsqueda de justicia. Si los ciudadanos llegaran a concederme su respaldo, promovería una reforma para que haya más justicia. Es necesario desarrollar la justicia para contrarrestar la violencia, la corrupción, los males de la sociedad colombiana.

P. ¿Cree que las relaciones con Estados Unidos, con hechos como las críticas de funcionarios a la condena de Uribe, van a incidir en la campaña?

R. Si llegaran a intentar buscar una intromisión en nuestro poder judicial, tendríamos algún tipo de episodio. Está probado que en Colombia el poder judicial toma decisiones en derecho y de ninguna manera es admisible que un congresista, e incluso un secretario de Estado, lance acusaciones tan irresponsables como las que escuchamos. Me gustaría saber si alguno de esos políticos que se pronunció en Estados Unidos ha leído las decisiones judiciales.

P. ¿Cómo plantearía la relación con el Gobierno de Trump?

R. Como lo ha hecho este Gobierno, manteniendo los procedimientos y acuerdos. Claro, tendrá que verse cómo se desarrolla la política del Gobierno de Trump hacia América Latina y hacia Colombia en particular. La situación en Venezuela es preocupante, porque se está entrando en una dimensión que puede ser peligrosa para Colombia, para Venezuela, para el propio Estados Unidos.

P. ¿Y con Maduro?

R. Como han sido hasta ahora. Con críticas, pero con relaciones diplomáticas, económicas y de fronteras que debe tener Colombia con su vecino. En el Gobierno de Iván Duque se demostraron las terribles consecuencias de ideologizarlas y no tener relaciones económicas, no permitir la libre circulación de personas, no tener ninguna cooperación bilateral frente a las violencias. Fue una catástrofe, especialmente para las 12 millones de personas que viven en la frontera.

P. Una reciente columna de Patricia Lara señala que la diferencia entre Petro y usted es que usted sí tiene el ego controlado...

R. Me honran mucho las opiniones que he escuchado en torno a mi candidatura, pero no entro en esas comparaciones. Sé que tenemos estilos distintos con el presidente Petro, pero de ninguna manera me voy a arrogar ser mejor o más virtuoso.

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