Un récord para Mbappé en la noche del desencanto del Bernabéu con el Real Madrid
El francés alcanza la marca de 59 goles en un año de Cristiano en una victoria acompañada de silbidos continuados del equipo de Xabi Alonso ante un Sevilla que acabó con diez


El año que Mbappé igualó de penalti el récord de 59 goles de Cristiano Ronaldo fue también el año en que el Real Madrid provocó el desenamoramiento del Bernabéu con una caída de tensión estruendosa. El punto culminante sucedió cuando Vinicius salió sustituido acompañado de una generosa pitada, tan extensa como lo que alargó el paseo hasta el banquillo, con la misma desgana con la que el equipo afrontó la despedida de 2025 contra el Sevilla. El contrapunto lo puso Xabi Alonso, que dos meses después del desplante del clásico le esperaba en la banda aplaudiendo bajo los silbidos. Se abrazaron cuando ya jugaban contra diez y aún seguían 1-0 sostenidos por otra colección portentosa de paradas de Courtois, bajo el descontento general. Luego llegó el gol de récord del francés y el Madrid se fue a dormir a solo un punto del Barcelona, que hoy visita al Villarreal.
Al Bernabéu no le ha gustado lo que ha visto estas semanas. Tampoco le gustaba lo que veía la última noche del año. Otra caída de tensión, con juego al paso e imprecisiones por doquier. Huijsen se movía como si aún no se hubiera quitado el pijama. Fallaba controles, estaba a punto de caerse al pisar la pelota. Se giraba con la laboriosidad de un buque atracando e Isaac Romero tenía tiempo de birlarle la pelota, o provocar que la perdiera. Sus maniobras en la salida de un balón que no salía dispararon los primeros silbidos de la grada, un acompañamiento creciente.
Fran García no acertaba pases sencillos. Tampoco Asencio. Hasta Mbappé sonaba desafinado después de volar sobre la marejada que ha arrastrado a todos. Se le escapaban controles, no acertaba con descargas sencillas. Caminaban, de cuando en cuando espoleados por los silbidos, que aparecían cuando los jugadores del Madrid contemplaban a cierta distancia cómo Marcao, Gudelj y Carmona se pasaban la pelota e iban tejiendo desde atrás para tratar de encontrar arriba a Isaac Romero y Alexis Sánchez.
Almeyda había dispuesto una red tupida con cinco defensas y dos delanteros esperando extraer algo de alguna aventura solitaria. La retaguardia apenas sufría, muy poco exigida por un Madrid entre la desidia y la desorientación. Arriba iban dejando avisos inquietantes. Romero se plantó solo ante Courtois y echó fuera un remate picado. El Bernabéu se indignó y Bellingham sintió la llamada del deber y se hizo cargo de la pelota. Corría con ella, la repartía. Se consumía en un empeño solitario, a veces acompañado por arrancadas de Vinicius. Si un equipo es una constelación, el Real era la noche de San Lorenzo, la esperanza incierta de que se encienda una estrella fugaz. Y conceda un deseo.

Que llegó desde arriba. Rodrygo puso en el área una falta lateral y Bellingham, en pleno empeño expansivo, marcó de cabeza. Pero el gol no cambió nada. El Madrid mantuvo la desgana y el Sevilla siguió encontrando a Isaac y Alexis. La ausencia de tensión defensiva desesperaba al graderío. Y también a Courtois, que empezó a encontrarse a solas con delanteros que le llegaban sin un rasguño. El belga acumulaba intervenciones límite.
El Madrid se movía sobre el alambre sin terminar de espabilar. Aunque al otro lado hubo un momento, ya avanzado el partido, en el que Mbappé pareció recordar que tenía a tiro el récord de Cristiano. El francés encadenó un tiro fuera, uno a las manos de Vlahodimos y una rareza, un cabezazo al travesaño.
Se extinguió ese fulgor momentáneo y el equipo regresó a la atonía. El Sevilla se quedó con diez cuando el árbitro le mostró la segunda amarilla a Marcao con más de 20 minutos por delante y el Madrid siguió al paso como si prefiriera que ya no pasara nada más. El Bernabéu no compartía el plan y retomó los silbidos, mientras el Sevilla se vaciaba buscando el empate con uno menos. Rodrygo dribló en el área, lo derribó Juanlu y Mbappé alcanzó el gol 59. Lo celebró como CR. De lo poco que dejó para celebrar la noche de fin de año. De fin de amor.
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