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Las remesas de los colombianos superan el valor de las exportaciones petroleras

El dinero enviado desde el exterior se convierte en un ingreso vital para la economía del país sudamericano. Para final de año se acercarán al 3% del PIB

Remesas Colombia
Camilo Sánchez

Por primera vez en la historia, el impacto fiscal del dinero enviado por los colombianos en el exterior a sus familias superó el valor de las exportaciones petroleras del país. Entre enero y julio de este año, estos giros internacionales ascendieron a 7.566 millones de dólares, mientras que los envíos del hidrocarburo rondaron los 6.491 millones de dólares. No cabe duda de que se trata de una fuente económica vital cada vez más gruesa. Algunos hablan incluso de auge. Y a pesar de que el país suramericano aún no alcanza el nivel de dependencia de Nicaragua (27,2%) o República Dominicana (8,8%), el saldo positivo de estas transferencias ya se acerca al 3% del PIB local.

Los mayores emisores de remesas hacia Colombia son los Estados Unidos (42%) y España (11,3%). “Si nos comparamos con otras economías del bloque centroamericano cuyas cifras superan el 20% de su PIB en términos de remesas, el nuestro no es un nivel riesgoso, o dramático para la economía. Por el contrario, genera un apoyo en cuestión de gasto y en gestionar los ciclos locales“, explica el economista principal de BBVA Alejandro Reyes. Se refiere al soporte que implica para las familias receptoras de bajos ingresos en aras de cubrir sus necesidades en salud, vivienda, alimentación o educación.

En términos de cifras, estos envíos movieron solo en julio de este año 1.158 millones de dólares, de acuerdo con datos parciales del Banco de la República. Se trata de un alza del 15,1% frente al mismo mes del año pasado: “Las remesas tienen el impacto positivo de que están jalonando el consumo y, por esa vía, el crecimiento económico. Una pregunta que nos podríamos hacer es a qué costo. Porque parte del incremento en este renglón es consecuencia directa de los 1,5 millones colombianos que han salido del país desde 2022”, detalla el economista jefe para la región andina de BTG Pactual, Munir Jalil.

Por el camino, además, habría que analizar el impacto de la política migratoria del presidente Donald Trump. “El aumento puede deberse a una conducta de corto plazo de trabajadores irregulares en Estados Unidos que han empezado a remitir sus ahorros hacia sus países de origen ante el temor de que sean repatriados. Esto se ha observado en México. Pero hay un segundo punto, de largo plazo, que tiene que ver con las posturas nacionalistas y de suspicacia a la inmigración en Europa”, precisa el director de estudios económicos en el Grupo Bolívar, Andrés Langebaek. Lo mismo puede suceder, añade, en el caso de Reino Unido, que le impuso visa de entrada a los colombianos desde el pasado diciembre.

En Europa, lejos de allanarse el panorama para los migrantes, desde países como Polonia o Alemania ya se ha abordado, en el debate político, la posibilidad de visar a los colombianos. Este hecho nutre la tesis de Langebaek: “Un tercer punto a futuro tiene que ver con la realidad demográfica. Frente al alza del número de hogares unipersonales, o parejas sin hijos, la pregunta es si en una década los incentivos para la emigración se van a sostener. Es probable que no, porque al haber menos oferta de trabajadores, es factible que podamos ver salarios al alza e incentivos para retener a los empleados en el país”, argumenta Langebaek.

Entre enero y julio de 2025, las divisas enviadas desde el exterior a Colombia alcanzaron un incremento cercano al 14% frente al mismo periodo de 2024. Munir Jalil advierte que, aunque este crecimiento refleja el esfuerzo de los migrantes, también puede estar asociado a problemáticas complejas. Según el economista, estas remesas podrían ser un termómetro del aumento de negocios ilícitos como el narcotráfico o la venta ilícita de oro. Y, aunque Colombia cuenta con mecanismos para evitar que estos fondos ilegales se filtren como remesas legítimas, reconoce que sería ingenuo pensar que no existe alguna permeabilidad del fenómeno.

Alejandro Reyes coincide. Pero también refuerza el mensaje de que la historia del país ha obligado a las autoridades a instaurar “unos procesos muy rígidos para ejercer la revisión y controlar la proveniencia de esos recursos”. En todo caso, el economista del BBVA se muestra consciente de que “zonas como el Valle del Cauca, el Eje Cafetero o la Costa Caribe se han servido de las remesas para amortiguar el impacto de las variables macroeconómicas locales”. Es decir, la inflación que parece no ceder, las tasas de interés o las fluctuaciones del dólar. “Es una fuente de divisas relevante que también ayuda a mantener un poco controlado el tipo de cambio. Si Colombia tuviera menos entradas de remesas, quizás tendría mayores vulnerabilidades en ese aspecto”, asegura Reyes.

Se trata, quizás, de un rubro dentro de una economía que experimenta algunos cambios mientras se recupera de los zarpazos por la parálisis obligatoria de los años del Covid. En este orden de ideas, se sabe que unos dos millones de colombianos, dentro de una población de algo más de 50, reciben giros nacionales e internacionales anualmente. Para ponerlo en perspectiva, estas transferencias triplican los ingresos por exportaciones de café. Por eso Jalil advierte de que hay que monitorear los avances de este canal: “Los choques externos podrían tener mayor impacto sobre la economía y ese es un factor que genera más volatilidad”.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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