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Elecciones en Colombia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Hay espacio para el centro en las elecciones del 2026?

Mientras que la izquierda y la derecha organizan sus fórmulas para elegir candidato presidencial, el centro sigue sin claridad sobre unidad o mecanismos para lograrla

Conteo de votos de la jornada electoral, el 29 de octubre de 2023, en Bogotá.

La llegada de dos nuevos precandidatos presidenciales mueve la política en Colombia. Miguel Uribe Londoño, padre del precandidato asesinado Miguel Uribe Turbay, ingresa al grupo de aspirantes que disputarán en una encuesta la candidatura del Centro Democrático. En la otra orilla, el senador Iván Cepeda anuncia su participación en la consulta del Pacto Histórico. En medio de las decenas de aspirantes en campaña, estas dos candidaturas pueden impactar. Mientras tanto, la pregunta es si el ambiente es propicio para que un candidato de centro logre mover a los votantes.

Ninguna de las dos nuevas candidaturas es sorpresiva. Era claro que la figura de Miguel Uribe Turbay iba a estar presente a lo largo de la campaña. Desde el día de su atentado, los distintos voceros del uribismo hicieron de este hecho condenable un insumo para la política. Apenas obvio porque fue un caso de violencia política. Su padre es un hombre en duelo tramitando aquello que no tiene nombre. Que sea él quien asuma las banderas del hijo asesinado tiene una gran carga emocional y simbólica. Las campañas tienen mucho de emocionalidad y esta precandidatura la tiene toda.

En el caso de Iván Cepeda tampoco hubo sorpresa. Después de la condena en primera instancia a Álvaro Uribe Vélez, el senador de izquierda, como su contendor, quedó también con el impulso político de una batalla de más de una década, primero como denunciado por el expresidente y luego como víctima en un proceso que aún no termina. Cepeda encarna hoy el antiuribismo y para ese sector tiene el aura de quien batalló contra un gigante y lo puso contra las cuerdas. Ese pulso no termina todavía. Cepeda, a diferencia de otros precandidatos del Pacto Histórico, no genera mayores resistencias en la izquierda y puede unificar.

En cualquier caso, todo está por definirse. Que estas dos recientes candidaturas sean viables en sus sectores, demuestran que la carrera sigue muy abierta. Si se tiene en cuenta que la nueva ley de encuestas aplica una veda para publicación de sondeos electorales, no será fácil conocer cómo mueven la intención de voto estos lanzamientos o la ola de violencia que sacude al país y que también cuenta a la hora de elegir candidato. La seguridad es tema central.

Mientras que la izquierda y la derecha organizan sus fórmulas para elegir candidato presidencial, el centro sigue sin claridad sobre unidad o mecanismos para lograrla. El precandidato David Luna propuso un candidato único de toda la oposición, desde el centro hasta la derecha. Es una idea difícil de concretar. Primero, porque la oposición es hoy un muy variado espectro que va de la derecha extrema a la centroizquierda. Muchos votantes de centro extremo (que los hay) tal vez no le marchen a una alianza con el uribismo o con otros candidatos que han tenido en su discurso pronunciamientos antidemocráticos. Mucho va de un Sergio Fajardo o una Claudia López a un Abelardo de la Espriella, aunque todos estén en la oposición.

Por otro lado, están los egos de algunos líderes de centro que ya en otras oportunidades han impedido avanzar. “Que se unan en torno a mí”, parece ser la propuesta de varios de ellos. Existe también un ambiente político para considerar: Colombia vive hoy un momento de debate de posiciones ideológicas claras y diferentes, después del Frente Nacional explícito o de hecho en el que ha vivido desde cuando Alberto Lleras y Laureano Gómez, firmaron el Pacto de Benidorm para alternar en el poder a los partidos Liberal y Conservador por 16 años.

Aunque ese pacto terminó en 1974, en la práctica lo que se ha vivido en Colombia es una especie de frente nacional sin muchas diferencias ideológicas de fondo, que ha movido en el poder a sectores más o menos intensos de la derecha y la centroderecha, con distintos nombres de partidos y matices liberales en algunos gobiernos, pero sin llegar a evidenciar diferencias mayores en materia ideológica, como las había cuando liberales y conservadores disputaban el poder en las primeras décadas del siglo XX. Esas diferencias ideológicas sí están hoy de nuevo sobre la mesa. La llegada de Gustavo Petro al poder mostró que hay otras ideas, buenas, malas o pésimas, pero hay miradas distintas sobre el papel del Estado o del sector privado en la sociedad, sobre cómo enfrentar las desigualdades sociales, la inseguridad, las relaciones internacionales o los retos del medio ambiente. Ideas distintas sobre las libertades individuales, sobre la discriminación de poblaciones o el papel de la religión.

Los problemas de liderazgo del presidente Petro, los casos graves de corrupción, las dificultades para ejecutar, han servido de insumo para que la derecha argumente que la izquierda no puede y que la solución es mover el péndulo al otro extremo. De paso se busca borrar en esa campaña banderas de corte liberal que comparten la izquierda y el centro como la responsabilidad del Estado frente a las inequidades sociales, el respeto a los derechos humanos y a las normas institucionales a la hora de enfrentar el desafío de la inseguridad y del conflicto, o la importancia de proteger los derechos de las poblaciones diversas, por poner algunos ejemplos.

Es una paradoja, pero en un momento que parece favorecer a los extremos, también el cansancio de muchos ciudadanos ante tantas peleas puede abrir un espacio al centro. Los mensajes de odio, los liderazgos autoritarios y populistas que ganan terreno en el mundo, la crisis de confianza en las instituciones democráticas, los muchos problemas sin resolver para las mayorías, son clima propicio para candidaturas extremas. Sin embargo, el centro existe y en un escenario de debate de ideas, sería bueno para el país que sus líderes pudieran aclarar ante los votantes sus propuestas, encontrar fórmulas para elegir un candidato y desarrollar una campaña que pueda ofrecer otra alternativa a una sociedad que hoy está en la incertidumbre. La política es dinámica, todo cambia, todo se mueve y todavía no se pueden hacer pronósticos. La pregunta es si la batalla será entre el que diga Petro y el que diga Uribe o si es posible que un candidato de centro pueda dar la pelea.

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