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Nydia Quintero de Balcázar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nydia Quintero: dolor y solidaridad

El nombre de doña Nydia, fallecida este lunes en Bogotá, queda ligado a la palabra solidaridad, tan necesaria y tan escasa en estos tiempos de odios y egoísmo

Nydia Quintero en una imagen difundida por el Ministerio de Justicia de Colombia.

Era reconocida por su nombre de pila y por esa expresión de respeto que terminó convertida también en parte de su identidad: ella era doña Nydia. No se necesitaba decir más para saber de quién se trataba. Era famosa por su gestión, por su liderazgo positivo, por su fortaleza ante la adversidad. A pesar de que estuvo casada con un hombre que fue presidente, brilló con luz propia antes, durante y después de ese matrimonio que se anuló en los días finales de ese mandato presidencial. El nombre de doña Nydia queda ligado a la palabra solidaridad, tan necesaria y tan escasa en estos tiempos de odios y egoísmo. De alguna manera, su historia simboliza los muchos matices de un país cargado de violencia y también de resiliencia y solidaridad. Un país lleno de mujeres que resisten desde el amor a otros.

Doña Nydia fue primera dama de Colombia y aprovechó ese paso por el poder para ponerse al servicio de otros, lo que no es poco porque con frecuencia se pierde el sentido real de lo que significa el poder y muchos lo usan en beneficio propio. Doña Nydia Quintero era parte de la familia Turbay y su muerte se produjo en la misma clínica en donde está su nieto Miguel Uribe, víctima de un atentado que lo mantiene desde hace semanas en estado crítico. No fue para ella el único dolor que tuvo que vivir. Padeció el peor de todos, el que no cabe en la cabeza de ninguna madre, el que no tiene nombre: el asesinato de su hija Diana Turbay. Era periodista y fue tras una primicia, la engañaron y terminó secuestrada por Los extraditables de Pablo Escobar. En un confuso incidente, el secuestro terminó en su muerte.

No es fácil entender cómo doña Nydia pudo levantarse para seguir en su tarea solidaria con los más vulnerables, en medio del duelo que significó para ella la muerte de su hija. En 1990, el mismo año que mataron a Diana, ella encabezó la marcha de la Solidaridad como lo hizo durante varios años antes de la mano de su hija. “Diana murió en enero, la caminata fue en julio o agosto y también estuve ese año”, recordó doña Nydia en una entrevista para el programa Los Informantes en el cual también dijo: “Yo nunca sufrí con rabia, es un dolor inmenso, una tristeza inmensa” y habló de lo cercanas que eran con esa hija asesinada.

Como muchas madres “huérfanas” de hijos, doña Nydia se paró sobre su duelo y siguió ayudando a otros. Colombia es un país de viudas y de madres que entierran a sus hijos. Es un país de mujeres sobrevivientes que se empoderan, se levantan, tejes redes de afecto y sostienen a la sociedad mientras otros hacen la guerra, siembran odios y generan violencia. Mujeres que se convierten en referentes desde su diversidad, desde sus distintos destinos, desde la visibilidad que da el poder o desde el anonimato en territorios golpeados por todo tipo de tragedias. Mujeres inspiradoras, unas y otras, capaces de transformar la muerte y el dolor en amor y resistencia.

La Caminata de la Solidaridad, que hace cada año la fundación del mismo nombre creada por doña Nydia, se convirtió en una tradición en Colombia. Por ella desfilan año tras año estrellas nacionales e internacionales para apoyar la recaudación de ayudas para una Fundación que apoya a niños y jóvenes de sectores vulnerables. La gente sale masivamente a las calles para saludar a sus ídolos y las empresas y personas que quieren ayudar hacen donaciones que se usan para becas, nutrición, reconstrucción de comunidades. En su página de internet la Fundación reporta que 5.811.383 personas se han beneficiado de su trabajo en 49 años de existencia. Es el legado de una mujer que conoció el dolor y los entresijos del poder, y que eligió ser solidaria.

Es bueno dejar por un momento los escándalos diarios para rendir homenaje a una mujer que lo merece. Con más frecuencia deberíamos poner los reflectores para hacer más visibles a los que hacen bien y no, como suele pasar, a los que dañan, engañan, roban y matan. Solidaridad con la familia de doña Nydia, la mujer de la solidaridad, y gratitud a ella por su labor. Una gran mujer como muchas que ayudan a sostener y sanar a un país herido.

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