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Jorge Leyva, el delfín político en medio de la discordia entre Petro y su excanciller

El presidente de Colombia critica que el hijo de Álvaro Leyva haya hecho su carrera a la sombra del poder de su padre, y asegura que esto explica por qué el exministro conspiró en su contra

Jorge Leyva, abogado y exembajador.
Lucas Reynoso

Jorge Leyva ha sabido venderse a sí mismo como un gran experto en relaciones públicas. Su fugaz paso como embajador de Colombia en Oslo, entre 2017 y 2018, le dejó una foto con el rey Harald V: vestido de gala en una habitación palaciega, junto a un jefe de Estado que luce su poder en uniforme militar. No importa que apenas haya ejercido durante unos meses, como una cuota política que el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) le concedió a su padre, el veterano político conservador Álvaro Leyva. La imagen le ha servido para publicitarse, hasta el día de hoy, en su sitio web. “Con un profundo conocimiento de la política y las dinámicas de relacionamiento, Jorge Leyva es un asesor de confianza de múltiples responsables en la toma de decisiones en todo el mundo”, se lee debajo del rey de Noruega.

Estas habilidades, sin embargo, le han disgustado al actual presidente de Colombia. Gustavo Petro lamentó el domingo en X que el primer canciller de su Gobierno, Álvaro Leyva, llevó a su hijo de más de 50 años a todos los viajes en los que pudo incluirlo en sus 18 meses de gestión (agosto de 2022-enero de 2024). “Me disgustaba que en mis giras siempre llegara a las comidas que hacía mi delegación”, dijo. “No tenía por qué seguirnos, no estaba bien, parecía un ‘lobista’ de negocios aprovechando el cargo público de su padre”, agregó. Cócteles, hoteles y cumbres de jefes de Estado sirvieron para fortalecer la imagen de Leyva hijo como alguien cercano al poder.

El comentario del presidente llega en medio de su enfrentamiento con su antiguo subordinado. Leyva padre ha dado muestras del odio que le guarda a su antiguo jefe: primero unas cartas furibundas en las que lo señala de ser adicto a las drogas; ahora un fallido plan, revelado por EL PAÍS, para tumbarlo con ayuda de Estados Unidos. “Hay que sacar a ese tipo (...). Este país va al despeñadero”, se escucha en unos audios. Leyva pasó, en menos de un año, de defender las supuestas facultades de Petro de convocar a una Asamblea Constituyente por decreto, a intentar destruirlo. Ahora, tras el escándalo por el fallido golpe, el presidente ha dado algunas explicaciones detrás de la pelea: ha asegurado que Leyva se molestó de que no lo compensaran con un cargo para su hijo tras su destitución e inhabilitación por la Procuraduría, un ente de control autónomo del Gobierno, en 2024. “No quise que su hijo ocupase la Cancillería o una embajada, como si la democracia fuera hereditaria”, dijo.

Los dos Leyva estaban acostumbrados a trabajar juntos desde hace años, uno en un cargo público y otro en las relaciones públicas. Una fuente que hizo parte del Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) cuenta que conoció al hijo cuando el entonces presidente nombró al padre para facilitar diálogos con la guerrilla de las FARC. “Donde Álvaro no podía aparecer, entonces aparecía Jorge”, afirma. El vínculo quedó en evidencia cuando la entonces canciller, María Ángela Holguín, nombró a Leyva hijo como embajador. No importó que los méritos diplomáticos fueran nulos: su hoja de vida se componía de unos años como editor político de la revista Semana, presentador del noticiero de Caracol Televisión, analista del periódico El Espectador y periodos como “consultor jurídico independiente”.

María Ángela Holguín, como MRE nombró a Jorge Leyva Embajador ante el Reino de Noruega, el 13 de octubre de 2017.

El lobista y empresario explotó al máximo su fugaz paso por Oslo. La foto con el rey Harald V le sirvió para la presentación de una de sus empresas, Portulive, constituida en el Reino Unido y especializada “en servicios de obtención de segundas nacionalidades en Europa para ciudadanos latinoamericanos”. “El Rey de Noruega Harald V y nuestro director Jorge Leyva-Valenzuela en la presentación de cartas credenciales como embajador”, decía el apartado “Nosotros” del sitio web de la compañía en diciembre de 2023 —ahora lo han reemplazado por una imagen más abstracta de un mosaico y una bicicleta—. La participación en esta empresa, enfocada mayormente en la obtención de nacionalidades por ascendencia sefaradí en Portugal, suscitó polémica durante la gestión de su padre en el Palacio de San Carlos. El entonces canciller lo defendió: “El niño tiene 54 años, que haga lo que le dé la gana”.

Estas actividades coexistían con una fuerte injerencia en la Cancillería, pese a no ser funcionario allí. Una fuente que trabajó en el Ministerio en aquella época cuenta que Leyva hijo tenía mucha influencia en las designaciones. “Se veía mucho con la directora de recursos humanos, Silvia Carrizosa”, señala. “Había ido al colegio con un diplomático de carrera que le contaba todo”, añade. Los viajes llamaban la atención de altos cargos del Gobierno, pero nadie se atrevía a cuestionarlo.

Los pasaportes

El lobista acaparó la atención mediática en diciembre de 2023 por una licitación de expedición de pasaportes que había naufragado meses antes. El canciller la había declarado desierta porque solo tenía un oferente, la colombiana Thomas Greg. Tras esta decisión, según algunos señalamientos, Leyva hijo se reunió con otros interesados en conseguir el contrato. Martha Lucía Zamora, exdirectora de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, dijo en el Reporte Coronell de W Radio que el lobista había participado junto al entonces director de Asuntos Jurídicos Internacionales de la Cancillería, Juan Carlos Losada, de una reunión en París. Después, según El Tiempo, la exfuncionaria declaró ante la Fiscalía que el encuentro fue con una firma alemana interesada en el proceso.

La fallida licitación de los pasaportes eventualmente llevó a la caída en desgracia del canciller. La Procuraduría lo suspendió en enero de 2024 por haber declarado desierto el proceso —la ley no determina que debe haber más de un oferente—. Leyva padre se negó a una conciliación y dijo que le notificaran “en la tumba” sobre el resultado del litigio, ya que estaría muerto para entonces. Petro, en ese entonces, apoyó a su ministro: argumentó que ninguna licitación debía salir adelante con un solo proponente, que el proceso había sido amañado a favor de Thomas Greg y que debían quitarse los obstáculos que impedían que otros aspirantes compitieran.

Álvaro Leyva y Gustavo Petro, en el 11º gabinete binacional Ecuador-Colombia, el 31 de enero de 2023.

Todo parecía un asunto de ideales, pero las acusaciones de Zamora empezaron a sembrar la duda sobre si el canciller y su hijo buscaron aprovechar la directriz presidencial para hacer acuerdos paralelos con terceros. Jorge Leyva negó los señalamientos y aseguró que vivía en Francia desde hace años y que la reunión fue netamente social. “El mes pasado, el canciller y parte de su equipo estuvieron en París. Aproveché para saludarlos y tuve el gran gusto de compartir con ellos en varios sitios, luego de sus sesiones de trabajo, especialmente con Losada, a quien no veía hace mucho”, declaró. Losada, en tanto, se defendió en un comunicado. Después, otra investigación del Reporte Coronell evidenció hasta qué punto Leyva hijo se metía en la Cancillería: los metadatos del comunicado tenían su firma y no la del funcionario.

El presidente señaló el domingo que el proceso estuvo “impregnado de corrupción desde sus inicios”. Insinuó, sin decirlo explícitamente, que Leyva y su hijo intentaron llegar a un acuerdo con Thomas Greg para amañar la licitación, antes de declararla desierta y pasar a un plan B. “Le dí la orden de no continuarlo porque el pliego de condiciones ya determinaba al ganador. Lo dejó avanzar demasiado, contrario a mi indicación, y cuando lo suspendió, cometió irregularidades que le costaron su vida pública”, comentó. Para Petro, el hijo de Leyva es un ejemplo de algo más estructural en la vida pública colombiana: “La conducta de lo que llamo oligarquía es la doble moral. Piensa el Estado como hereditario, con derecho a negocios con el erario”.

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Sobre la firma

Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.
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