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Leyva dice que los audios fueron grabados durante una “conversación íntima”, aunque no desmiente los planes para derrocar a Petro

El excanciller, sin embargo, sostiene en una entrevista con Vicky Dávila que no es “un golpista” y que ella no tuvo nada que ver

Alvaro Leyva Duran
Juan Diego Quesada

La política colombiana ha vivido estos últimos meses en un mundo de intrigas y conspiraciones. Sin embargo, una persona ha quedado retratada más que ninguna otra. Álvaro Leyva se encuentra en una situación muy comprometida después de que en unos audios, revelados por EL PAÍS, se le escuchara decir que había que “sacar” al presidente de la República, Gustavo Petro, y que para eso había buscado la complicidad de congresistas republicanos de Estados Unidos que tienen hilo directo con la Casa Blanca. El excanciller durante este Gobierno era una de las personas más cercanas a Petro y llegó a liderar una Asamblea Constituyente que incluyera, entre otras cosas, la prohibición de que el primer presidente de izquierdas de la era moderna en Colombia pudiera presentarse en 2026. Al salir del Ejecutivo por un problema administrativo y sentirse olvidado, Leyva se convirtió en un enemigo y escribió unas cartas que hizo públicas asegurando que el mandatario era un drogadicto y no atendía muchas de sus obligaciones. Su siguiente paso era lograr que lo destituyeran en “no más de 20 días” y para eso había que hablar con la guerrilla del ELN y el Clan del Golfo, un grupo paramilitar. La conjura estaba en marcha.

En los audios revelados, Leyva, además de Estados Unidos —unos hechos probados por este periódico—, dice que debe contar también con el respaldo de Vicky Dávila, exdirectora de la revista Semana y ahora precandidata presidencial, con muchas posibilidades de victoria si se tienen en cuenta las encuestas. Dávila ha llamado a Leyva por teléfono y ha grabado la conversación para dejar constancia de que ella no tuvo nada que ver. También le ha preguntado si involucró a Miguel Uribe, en estado muy crítico después de sufrir un atentado. “Nunca, nunca, jamás, jamás, jamás”, enfatizó Leyva.

Las grabaciones al veterano político, de 82 años, estuvieron en manos del servicio secreto y se las dieron a escuchar al presidente. En ellas se le escucha decir que Francia Márquez, la vicepresidenta, conoce el plan y acepta sustituir a Petro. Enfadado, casi colérico, mandó a llamar a Márquez y le exigió que públicamente desmintiera esto. Ella respondió que no era verdad de lo que la acusaban, pero que no iba a decirlo en público, según testigos del momento. En ese preciso instante se rompió por completo la relación entre ambos, seguramente para siempre dado el carácter obstinado de ambos. Al presidente, al que se le retrata como un hombre ensimismado, en su propio mundo, paranoico porque lo quieran matar o derrocar, tenía esta vez algo a lo que agarrarse.

El viaje a Nueva York de Leyva en busca del apoyo de la Casa Blanca está documentado, así como la conversación que mantuvo con asesores republicanos, a los que explicó que “el apoyo” internacional era clave para tumbar a Petro. En la conversación con Dávila no ha negado en ningún momento estos detalles. Ha recalcado que sus palabras se dijeron “durante una conversación íntima” en un restaurante, y que los que estaban cometiendo un delito eran “los que hacen la grabación”. “En unas conversaciones privadas uno tiene derecho a hablar, a decir cosas…“, se ha defendido.

En la conversación con Dávila no ha hecho referencia a Francia Márquez, como sí hace en los audios. Petro ha pedido este lunes en España que la vicepresidenta testifique ante la Fiscalía y ha dado a entender que más personas deberían hacerlo, sin pronunciar el nombre de Leyva. Eso sí, ha repetido que él no es “golpista”, aunque no ha explicado cómo pensaba derrocar a Petro en tres semanas. “Mi padre fue víctima de un golpe de Estado”, ha añadido, “y tuvimos que irnos al exterior. Yo soy una persona que participé en la Constituyente (1991) y yo me limito a la defensa de la Constitución y las leyes”.

Sin embargo, no ha aclarado para qué se reunió con los congresistas estadounidenses Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, republicanos de Florida con influencia en Washington. Ellos tampoco lo han hecho, aunque han negado que se hayan inmiscuido en un complot. “Siempre me he reunido con personas y grupos de distintos partidos y con diferentes opiniones”, ha explicado Díaz-Balart. Ha calificado de “falsedades e inventos” su implicación en la trama. De la misma manera se ha expresado Giménez, que ha dicho que no necesitaba a nadie que lo convenciera de su mala opinión sobre el mandatario colombiano.

Las explicaciones de Leyva, que no ha querido tampoco hoy dar una entrevista a este medio, resultan gaseosas y alimentan todavía más las sospechas. Los audios y las pruebas demuestran su intención de acabar con el mandato constitucional de Petro (“hay que sacar a este tipo”). El presidente no quiere que Francia Márquez renuncie, pero sí que deje claro ante la justicia que no formó parte de la intentona, aunque la conocía. El presidente quiere ver grabadas en piedra sus intuiciones.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.
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