‘Furia’, un excelente reparto para una buena serie
Félix Sabroso muestra las debilidades de sus protagonistas sin necesidad de recurrir a la demagogia, las coloca en situaciones límite pero no juzga. Las conclusiones las deja a los espectadores

Varias buenas historias entrelazadas y un alarde de reparto, esa podría ser la síntesis de Furia, la serie creada por Félix Sabroso y en la que, una vez más, la ficción analiza, enriquece y critica la realidad. Carmen Machi, Pilar Castro, Nathalie Poza, Cecilia Roth, Candela Peña, Ana Torrent y Claudia Salas protagonizan unas tramas en las que subyacen las denuncias de los desequilibrios sociales en la España del siglo XXI, una España en la que aún sobreviven el derecho de pernada, el rencor, los desahucios, el ansia de figurar o la incapacidad para asumir el paso del tiempo, torpezas del ser humano que complican lo que Vladimir Nabokov definió con lucidez: “Nuestra existencia no es más que un cortocircuito de luz entre dos eternidades de oscuridad”.
Sabroso muestra las debilidades de sus protagonistas sin necesidad de recurrir a la demagogia, las coloca en situaciones límite pero no juzga. Las conclusiones las deja a los espectadores. Y para ello se basa en un buen guion, en unas excelentes actrices acompañadas por actores curtidos, desde Alberto San Juan y Pepón Nieto a Pedro Casablanc, en una cuidada selección de vestuario y localizaciones. En resumen, Furia (HBO Max) responde con creces a las expectativas creadas por su casting.
Por su parte Estafadores de Tokio, la serie japonesa de Hitoshi One que exhibe Netflix, plantea otra de las grandes lacras de nuestro globalizado mundo: la especulación urbanística en las grandes ciudades, las acciones mafiosas de quienes utilizan la escasez de suelo urbanizable o la desmedida codicia de sus promotores. Nada nuevo bajo el sol. La necesidad de encontrar un techo bajo el que cobijarse en una ciudad con más de 37 millones de residentes, la número uno del ránking de ciudades del mundo más pobladas, propicia las sofisticadas estafas que muestra la serie. Un grupo de individuos consiguen vender los escasos y apreciados terrenos sin construir a promotores inmobiliarios con el engaño y la falsificación documental. La hipotética rentabilidad del negocio hace el resto.
España, que no es tan diferente como se nos quería hacer creer, vivió en su economía la llamada “burbuja inmobiliaria”, el excesivo aumento de los precios, la escasez de suelo edificable, la recalificación de terrenos o los incentivos fiscales. Todo desembocó en una crisis que conllevó la quiebra de varias Cajas de Ahorro y el aumento de los desahucios, una herencia del entonces presidente José María Aznar y su Ley del suelo.
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