El Supremo de EE UU permite a los padres vetar en los colegios de sus hijos libros de temática LGTBIQ+
El alto tribunal da un paso más en su revolución conservadora con un fallo que prima las convicciones religiosas sobre la educación en la diversidad


El cuento Prince & Knight narra la historia de un príncipe que no quiere casarse con ninguna de las princesas de su reino. Tras aliarse con un caballero para matar a un dragón, los dos se enamoran y sus padres, los reyes, reciben la noticia con alegría. Ese libro, y otros con contenido o protagonizados por personajes LGTBIQ+, estaba en el menú de lecturas de un colegio de un condado del Estado de Maryland, en la práctica, un suburbio de la ciudad de Washington. Los padres de un alumno de primaria de ese distrito escolar que no querían que sus hijos leyesen títulos como ese lograron llevar su caso al Supremo de Estados Unidos, que en el último día del curso judicial falló este viernes en su favor. La supermayoría conservadora del alto tribunal les dio, y con ellos, al resto de padres del país, el poder de veto de los materiales didácticos de temática LGTBIQ+, en virtud de sus convicciones religiosas.
Era una de las sentencias más esperadas de la temporada, y la opinión mayoritaria (seis contra tres), firmada por Samuel Alito, cumplió con los vaticinios: que supondría un avance en la revolución conservadora del Supremo más a la derecha en ocho décadas, cuyos nueve miembros primaron la defensa de las convicciones religiosas sobre la educación en la diversidad. De ellos, seis, los mismos que han votado a favor este viernes, son magistrados conservadores, tres de los cuales los nombró Donald Trump durante su primer mandato. Elena Kagan, Sonia Sotomayor y Ketanji Brown Jackson mantienen posiciones liberales.
“La introducción por parte de la junta escolar de los libros de cuentos ‘inclusivos LGBTQI+’, junto con su decisión de denegar la exención voluntaria, impone una carga inconstitucional al derecho de los padres al libre ejercicio de su religión”, escribe el Alito en la opinión mayoritaria, que incide en la tendencia a proteger la libertad religiosa sobre otros derechos.
“El resultado [de la publicación de este fallo] supondrá un caos para las escuelas públicas de este país”, escribió la jueza liberal Sonia Sotomayor en un voto particular. “Dada la gran diversidad de creencias religiosas en este país, la decisión podría exponer a los niños a mensajes que contradicen las creencias de los padres”.
La sentencia, dada a conocer en una jornada atiborrada de fallos trascendentales (los jueces se dejaron seis de los más sonados casos del curso para el último día) llega en la misma semana en la que se cumple una década de Obergefell contra Hodges, la resolución con la que el Supremo legalizó el matrimonio igualitario en todo el país. Esa conquista, junto a otros derechos LGTBIQ+, en especial, los de la comunidad trans, está en el punto de mira desde el regreso de Trump a la Casa Blanca.
La vista oral del caso de los padres molestos con la educación liberal de sus hijos, Mahmoud contra Taylor, se celebró en Washington en abril pasado. Los demandantes, que empezaron su cruzada en 2023, argumentaron que las escuelas públicas del condado de Montgomery no pueden obligar a los niños a participar en clases que violan los principios de su fe. Pidieron que se aplicaran reglas como las que autorizan la exclusión voluntaria de los alumnos de las clases de educación sexual.
La lista de lecturas que incomoda a esos padres incluye otro libro, Born Ready, en la que una niña amante del skate, le confiesa a su madre que es un niño y esta lo acepta. O Love Violet, un volumen ilustrado sobre una chica tímida enamorada de una compañera de su clase llamada Mira.
En una comparecencia en la Casa Blanca, convocada después de que terminara la publicación de sentencias del Supremo la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, se refirió repetidamente al fallo de Mahmoud contra Taylor como el de “los libros transgénero”, pese a que los títulos en cuestión en Maryland van más allá de eso. La convocatoria fue para comentar específicamente el caso más sonado del día en torno a un decreto de Trump sobre la ciudadanía por nacimiento.
En la vista oral, las tres juezas progresistas del tribunal insistieron repetidamente en la idea de que el simple hecho de exponer a los estudiantes a las ideas de un libro no equivale a coaccionarlos para que cambien de idea sobre sus creencias religiosas. Sirvió de poco: este viernes, sus compañeros conservadores de bancada dieron, como se esperaba, la razón a los demandantes.
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