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Analizar el estilo de vida de los ricos como activismo: el despelleje de quien no sabe ‘riquear’

El entretenimiento relacionado con los millonarios es muy popular y con él llegan las cuentas en redes sociales con crítica política y cultural hacia el estilo de vida del 1%

Meghan Markle con Vicky Tsai en un episodio de su programa ‘With Love, Meghan'.

Hablar de los ricos es, en sí mismo, un género increíblemente popular. El 1% ha sido desde siempre el blanco perfecto para el placer del despelleje. Desde revistas como ¡Hola! hasta series como Los ricos también lloran, Falcon Crest, Succession o recientemente la cuenta de parodia Gstaad Guy, los productos sobre el mundo del dinero han despertado nuestras bajas pasiones, y nos han aportado una mezcla de envidia malsana y de satisfacción por su mal gusto.

Sin embargo, estas representaciones hoy se están desplazando hacia una crítica más explícitamente política. El entretenimiento sobre ricos se ha convertido en una forma de activismo cultural. Un buen ejemplo es Blakely Thornton, creador de contenido que, desde el humor ácido, se dedica a desmontar las dinámicas supremacistas. En sus vídeos y publicaciones, Thornton no solo ridiculiza a algunos famosos ricos, sino que propone una separación clara entre quienes tienen valores y quienes simplemente venden una vibra. Su tesis es que en la economía cultural que vivimos, apoyar a figuras sin valores contribuye a normalizar la opresión.

Recientemente, el estadounidense sacó su guillotina virtual para señalar públicamente a los invitados famosos a la boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez en Venecia. La lista incluía a Kim Kardashian, Orlando Bloom, Sydney Sweeney (también en una criticada campaña de American Eagle), Oprah Winfrey, Leonardo DiCaprio o Usher. Todos ellos fueron etiquetados como trepas, cómplices de la oligarquía y perdedores en términos éticos. Para Thornton, su presencia legitima un sistema basado en la explotación representada por Bezos, dueño de Amazon. La crítica continúa cada vez que alguno de estos personajes lanza una nueva colección de moda, una marca de cosméticos o una campaña.

Este nuevo enfoque crítico también se da dentro del mundo de la moda. El analista Adame Cross, por ejemplo, ha vinculado ciertas tendencias como el estilo Old Money, lo preppy o el auge de cuentas de Instagram que idolatran los hábitos de las élites, con lo que él llama una ofensiva conservadora en la moda. Según Cross, se trata de una estética reaccionaria que busca restaurar valores tradicionales a la vez que desprecia la diversidad. Lo que a simple vista parece solo una cuestión de estilo puede ser una manifestación ideológica.

También se han lanzado críticas a la estética del lujo desde perspectivas feministas y sociológicas. Algunas instagrammers hablan de la violencia simbólica del gusto establecido. Otras defienden figuras tradicionalmente vilipendiadas, como las cazafortunas, como una suerte de justicieras frente al poder masculino.

Por otra parte, existe la estrategia del silencio como forma de boicot. Los festejos de la boda Bezos y Sanchez, por ejemplo, fueron ignorados deliberadamente por ciertos círculos de internet. En estos espacios, el evento se convirtió en una especie de Voldemort, eso que no debe ser nombrado. Porque, entre protestas e indignación, los novios seguían robándonos lo que más valoran además de nuestro dinero, nuestro tiempo. De ahí el rechazo a prestarles atención, lo único que nos queda.

En medio de esta coyuntura crítica, ¿se puede consumir contenido de lujo como escapismo y deleite? ¿Es el momento de hacerlo? Nicole King cree que sí puede ser así. La estadounidense ha creado una comunidad digital en torno a su cuenta de Instagram Rich People Who Rich Right (“Gente rica que lo es en plan bien”), donde celebra a gente con dinero, que según ella, vive con personalidad y estilo. Su enfoque no es puramente crítico ni irónico, sino entusiasta, y destaca aquellos casos en los que la riqueza se traduce en decisiones estéticas atrevidas o interesantes.

“Tener dinero no garantiza tener gusto, y me gusta ver cuando la fortuna de alguien se refleja en aciertos de moda”, comenta King. “Prefiero cuando se nota el estilo de vida real de la persona, no cuando intentan seguir una tendencia”. Según la creadora de contenidos hay algo que ni todo el oro del mundo puede comprar, y esto es indudablemente “la bondad”.

A pesar de que prefiere lo audaz, tampoco se hace mala sangre con el monotema beige del lujo silencioso: “Puede funcionar si se hace bien, pero también puede ser superaburrido”.

Uno de sus hallazgos más originales ha sido convertir el adjetivo “rich” (rico) en verbo, “riching” (riquear). Así, según King, Dua Lipa riquea bien por ser divertida e intelectual; Dakota Johnson por su casa estilosa, su productora propia y su sinceridad brutal (como cuando llamó mentirosa a Ellen DeGeneres en su propio programa); y Lewis Hamilton tanto por su filantropía como por sus estilismos arriesgados. También analiza a figuras tan diferentes entre sí como Benny Blanco, Sofia Richie, Winnie Harlow, Wisdome Kaye, o el jugador de fútbol americano Jalen Hurts.

Actualmente, King prepara un podcast y una web dedicados al lujo. Y estudia perfiles como el de la millonaria Morgan Stewart McGraw, la youtuber Jackie Asamoah o la empresaria de fundas de móvil Devon Lee Carlson. Algunos de los mencionados en sus vídeos le han agradecido públicamente sus análisis, y entre sus seguidores hay numerosos profesionales de la moda que saben que aparecer en RPWRR garantiza buen rollo.

“Prefiero no hablar mal de nadie. “‘Riching right’ es algo muy personal y cada quien debe hacer lo que le funcione”, asegura King, que usa su plataforma para defender a Meghan Markle frente al odio que recibe. King, que sufre ansiedad severa, confiesa que Meghan ejerce como un efectivo calmante. “Hace cosas bonitas y relajantes”. Y es que a veces este tipo de contenido liviano, que no va mucho más allá, es lo que necesitamos.

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