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El volcán de La Palma no contaminó de forma significativa los plátanos de la isla

Un estudio ha analizado 55 elementos inorgánicos, ayudando a entender cómo las cenizas pueden pasar a la cadena trófica

Plantación de plátanos de Canarias
Enrique Alpañés

Los plátanos de La Palma no se contaminaron de manera significativa tras la erupción del volcán de Tajogaite, en 2021. Es la conclusión a la que ha llegado un estudio, realizado mediante espectrometría de masas y publicado en la revista científica PLOS One este lunes. Ante el posible riesgo de contaminación por cenizas y magma, un equipo de investigadores de centros españoles analizó la composición de los plátanos en la zona de la erupción en los meses posteriores al evento. El estudio confirma que su consumo es seguro y saludable.

Para la mayoría de los elementos potencialmente tóxicos, la ingesta máxima estimada se mantuvo por debajo del 1 % de la ingesta diaria tolerable y en ningún caso se superó el 3 %. El estudio es importante no solo por la foto fija que muestra, sino porque refleja cómo los elementos contaminantes de una erupción volcánica pueden pasar a la cadena trófica.

En 2021, la erupción del volcán de La Palma provocó la pérdida de 53.000 toneladas de plátano, lo que equivale al 50 % de su producción, fundamental para la economía local. Los volcanes son una de las principales fuentes naturales de contaminación por metales pesados. La ceniza volcánica contiene metales pesados como mercurio, arsénico, plomo, cadmio y cromo.

“Estos elementos caen sobre el suelo, el agua y de esta forma pueden pasar a los alimentos”, explica Luis Alberto Henríquez Hernández, profesor de la Unidad de Toxicología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y coautor del estudio. “Pero ¿cuántos de estos elementos se desechan y cuantos se incorporan en la cadena trófica? Eso es lo que hemos querido establecer en este trabajo”.

Para ello realizaron una toma de muestras en distintos lugares de la isla, para comparar aquellos más cercanos al volcán con aquellos más lejanos. También analizaron plátanos de otras islas para tenerlos como referente de un fruto sin alterar. Se analizó tanto la cáscara como el fruto con una espectrometría de masas (ICP-MS) para cuantificar hasta 55 elementos inorgánicos. El resultado fue claro: para la mayoría de los elementos potencialmente tóxicos, la ingesta máxima estimada se mantuvo por debajo del 1 % de la ingesta diaria tolerable y en ningún caso se superó el 3 %.

“Se han tenido en cuenta los hábitos de consumo de plátanos”, puntualiza Henríquez. “Por eso se ha hecho el modelo del consumidor medio y al consumidor extremo, a cualquier persona que tiene un consumo muy alto de plátanos. En ambos casos, el consumo de plátanos no supone ningún riesgo”.

Pablo Gago Ferrero, científico titular en el IDAEA-CSIC destaca la variedad de muestras analizadas. “Es especialmente interesante que incluya elementos poco estudiados en contextos volcánicos, como las tierras raras, y que compare tanto el antes y el después de la erupción como distintas zonas geográficas”, señala el experto, ajeno al estudio, en declaraciones al portal científico SMC España. En este mismo portal, Miguel Motas, profesor de Toxicología de la Universidad de Murcia, añade que “es un trabajo bastante novedoso” y subraya que “si bien aumentan los niveles de elementos tras la erupción, el riesgo tóxico por estos elementos es mínimo y no suponen ningún problema para la población, siendo el plátano una opción no solo segura sino también saludable”.

Henríquez se muestra satisfecho con su estudio, pero recuerda la importancia de seguir analizando los plátanos de la zona para ver cómo evolucionan. Parece claro que su consumo fue seguro desde el primer momento, pero hay que monitorear su evolución, no tanto por el interés a nivel consumo sino científico. “La introducción de este tipo de elementos en la cadena trófica lleva tiempo, depende de si llueve más o llueve menos, depende del tipo de suelo, del alimento estudiado… Estas transferencias son diferentes según el eslabón de la cadena trófica que estemos analizando, por eso es importante mantener estos estudios vivos, continuar con la monitorización”.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar
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