No todos ganan con la bonanza del turismo de lujo en África: “Hay que centrarse menos en invitar a hoteles extranjeros de alta gama”
Expertos y promotores advierten de que las ganancias de este sector en crecimiento no benefician del todo a trabajadores ni proveedores locales y de que es necesario invertir en educación y competitividad de proyectos comunitarios


África está de moda como destino turístico y los gobiernos y empresas de distintos países buscan subirse a esa ola para atraer a un sector en auge: el turismo de lujo. En 2024, cerca de 74 millones de personas visitaron el continente, un 13,6% más que el año anterior, lo que la convierte en la segunda región con mayor aumento de visitantes del mundo, solo por detrás de Asia y el Pacífico, según datos de Organización Mundial del Turismo (ONU Turismo). De todos ellos, 42,6 millones fueron a países de África subsahariana. Aunque el turismo de lujo ―en forma de safaris, lunas de miel, rutas gastronómicas, tours en trenes y turismo náutico― ha sido la gran apuesta de países como Mauricio, Ruanda, Botsuana, Tanzania o Zimbabue, expertos y trabajadores del sector advierten de la necesidad de explorar nuevos abordajes para que los beneficios económicos lleguen también en suficiente proporción a proveedores y empleados locales. Según cálculos del Consejo Mundial de Viajes y Turismo, el sector aportará 168.000 millones de dólares al continente (145.000 millones de euros) en la próxima década y generará más de 18 millones de empleos.
El mercado de viajes y turismo en el mundo se valoró en 2023 en más de cinco billones de dólares y, de este monto, 1,38 billones correspondieron al sector de lujo, según datos de un estudio de Grand View Research, una empresa de investigación de mercado y consultoría. Según sus cálculos, entre 2024 y 2030, podría crecer en hasta un 8%. Esta tendencia global tiene, para Natalia Bayona, directora de ONU Turismo, mucho potencial en África, según explica a EL PAÍS. “El lujo no es tanto como pagar millones de dólares por un viaje, sino vivir experiencias relevantes y que sean responsables [con el entorno local]. Para nosotros es importante que el turismo lento [el que prioriza la calidad sobre la cantidad] siga avanzando, porque gasta aún más y genera más empleo”, afirma, en un intercambio de mensajes.
Otros estudios evidencian que grandes compañías apuestan por este mercado en África. De acuerdo con el más reciente informe de desarrollo de cadenas hoteleras de W Hospitality Group, una consultora nigeriana, el número de acuerdos firmados para la construcción de complejos turísticos aumenta significativamente año a año en el continente. A principios de 2025 se contabilizaban 577 proyectos en desarrollo de hoteles y resorts en el continente, un 13,3% más con respecto a 2024. De estos 577 proyectos, un 85% serán hoteles de alta gama y de lujo.
Lo peligroso del turismo de lujo es que se vende como una necesidad moral para la sociedad. Usan la idea de que si hay menos turistas que gastan más en tu país, el impacto ecológico será menorPritish Behuria, doctorado en Ciencias Sociales e investigador y profesor del Instituto de Desarrollo Global de la Universidad de Manchester
Sin embargo, aunque el turismo de lujo comenzó a tomar forma en algunos países africanos en las décadas de los setenta y ochenta, algunos expertos vaticinan que será ahora, con el creciente interés y desarrollo que genera, cuando podría correrse el riesgo de que se convierta en un factor de inequidad. Así lo explica Pritish Behuria, doctorado en Ciencias Sociales e investigador y profesor del Instituto de Desarrollo Global de la Universidad de Manchester, en una reciente investigación publicada en el African Studies Review de esa universidad. “Hay un consenso internacional a favor del turismo de lujo [como una solución a los efectos del turismo masivo] y muchos países están evolucionando hacia ello a pesar de las críticas que recibe”, añade Behuria en una entrevista con este diario por videollamada.
“Lo peligroso del turismo de lujo es que se vende como una necesidad moral para la sociedad. Usan la idea de que si hay menos turistas que gastan más en tu país, el impacto ecológico será menor”, cuestiona Behuria, que sostiene, a partir de otros estudios, que este tipo de visitantes también genera una huella ambiental significativa por las emisiones de vuelos privados.
El investigador, a partir del análisis de los casos de Mauricio, Ruanda y Botsuana, argumenta que el turismo de lujo y alta gama crea inequidad social. Los alojamientos suelen ser propiedad de empresas extranjeras que, si bien generan empleo entre los locales, lo hacen en trabajos de baja cualificación.
Isabella Roberts, directora de Programas e Innovación en el Africa Policy Research Institute, ha llegado a la misma conclusión tras analizar el caso de Zanzíbar, una isla de Tanzania, donde el turismo es la principal fuente ingresos y crea hasta 60.000 empleos. “Los puestos de trabajo peor remunerados en el sector turístico, como los camareros y los guías turísticos, suelen estar ocupados por la población local, pero la representación local en los puestos directivos es limitada”, explica Roberts a EL PAÍS a través de correo electrónico, donde añade que la formación para aspirar a empleos mejor remunerados suele ser costosa.

El estudio de la Universidad de Manchester también resalta que los paquetes turísticos “todo incluido” llevan a que los turistas no gasten en pequeños comercios locales. “El turismo de lujo podría ser un impulso al desarrollo si se vincula con el impulso de otros sectores, como el agrícola o el industrial. El problema es que debe cumplir unos estándares muy altos a nivel mundial”, argumenta el autor y explica que los países no suelen estar preparados para proveer servicios y productos de esos estándares y, entonces, optan por importar.
Esta dificultad también ha sido detectada por promotores del sector. Africa Travel Week (ATW), una plataforma de encuentro para profesionales del sector turístico, reconoce en su informe de tendencias 2025 que “gran parte de la industria del bienestar en África se basa en el lujo occidentalizado, en lugar de en las tradiciones curativas autónomas”. Esto lleva a que no se aprovechen lo suficiente sabidurías y empleados locales ni insumos hechos en el continente. “Esta dependencia excesiva de los productos europeos no se debe a las preferencias de los consumidores, sino a una estrategia comercial pura y dura. Los productores locales de productos botánicos, que ofrecen remedios naturales igual de eficaces, tienen dificultades para hacerse un hueco en los complejos turísticos de lujo de África”, reconoce el informe.
Gran parte de la industria del ‘bienestar’ en África se basa en el lujo occidentalizado, en lugar de en las tradiciones curativas autónomasInforme de Tendencias 2025 de Africa Travel Week
Otro problema, añade Behuria, es que el turismo de lujo se basa en “enclaves”, es decir en grandes complejos turísticos o atractivos específicos como playas o parques nacionales desconectados de la vida local que captan al visitante, lo que no permite gastos más allá del itinerario establecido. De acuerdo con las investigaciones de Peter Dieke, autor de numerosos artículos de turismo en países en vía de desarrollo, el turismo de enclave conduce a que el extranjero pague por adelantado su estancia “todo incluido” y a que solo entre el 20% y el 45% del dinero de sus vacaciones se quede en África.
Educación y turismo comunitario
“En un mundo ideal, lo lógico sería que el destino esté preparado para que su gente y sus empresarios proporcionen los servicios. Cuando no pasa, hay que importar”, reconoce la directora de ONU Turismo. Por eso, añade, esta agencia de Naciones Unidas trabaja en proyectos de formación, certificación en turismo sostenible para jóvenes y apoyo a emprendimientos locales y al turismo comunitario. Bayona menciona iniciativas como la inclusión del turismo como asignatura en los dos últimos años de educación secundaria en colegios y un grado en Turismo Sostenible con la Universidad de Lucerna. “El programa de turismo comunitario lo hemos desarrollado en países como Tanzania, Zambia, Zimbabue, Sudáfrica, Marruecos, Nigeria. Les estamos ayudando a todos ellos a que desarrollen sus habilidades y a que los operadores incluyan paquetes turísticos de base local y de muy alta calidad”, añade.
Naledi K. Khabo, directora ejecutiva de la Asociación Africana de Turismo, que reúne a 15 departamentos gubernamentales africanos y cientos de empresas, considera que el estudio de la Universidad de Manchester “plantea una cuestión importante”, pero matiza que hay destinos que ya trabajan para aumentar el abastecimiento local, aprovechar la mano de obra nacional y fomentar las empresas turísticas comunitarias. “Existe una tendencia creciente a las asociaciones público-privadas en las que una parte de los ingresos del turismo se destina a la conservación, la educación o las infraestructuras comunitarias. Los propios viajeros de lujo están mostrando una preferencia cada vez mayor por los viajes auténticos y socialmente responsables, lo que empuja a los operadores a comprometerse más profundamente con las comunidades”, sostiene Khabo, en una respuesta escrita a este diario.
No obstante, el autor del estudio de la Universidad de Manchester teme que los esfuerzos por apoyar a iniciativas comunitarias no sean suficientes para hacerlas competitivas en mercados liderados por grandes compañías extranjeras. “Hay que centrarse menos en limitarse a invitar a hoteles extranjeros de alta gama o en agencias de viajes con sede en el extranjero, y más en utilizar los propios”, afirma. Behuria, en su investigación, destaca que países como Mauricio ―ícono del turismo de lujo y el segundo país más visitado de África subsahariana― y Botsuana trabajan para dejar de depender de los turistas extranjeros que buscan experiencias de lujo y apostar más por la diversificación de atractivos y de postularse como sedes de conferencias y eventos.
Roberts también destaca buenas prácticas como las de Botsuana, Sudáfrica y Kenia, que han introducido un impuesto turístico para apoyar el desarrollo sostenible del turismo. “Esos ingresos se destinan a iniciativas de conservación, desarrollo de infraestructuras turísticas e iniciativas turísticas comunitarias”, explica. Añade que los visitantes también pueden impulsar el cambio si optan por alojamientos, restaurantes y empresas turísticas de propiedad local siempre que sea posible.
El informe de ATW, por otra parte, ve una oportunidad en atraer a nuevos tipos de visitantes y en diversificar los destinos. “Durante años, muchos destinos africanos han atraído con éxito a turistas internacionales de alto valor y bajo volumen. Sin embargo, para que los beneficios socioeconómicos del turismo se materialicen plenamente, los destinos deben ir más allá de las experiencias emblemáticas y ampliar su oferta turística”, dice el documento, que recomienda la creación de una marca estratégica que conecte varios atractivos en un mismo país o en una misma región.
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