Castilla y León arde por la negligencia
Los lectores escriben sobre la gestión de los incendios forestales, la pasividad de Europa ante la masacre en Gaza, la ola de calor, y la falsificación de títulos universitarios

La prevención vuelve a ser la debilidad de una región que tiembla cada vez que los problemas se convierten en ogros por la pésima gestión de sus dirigentes políticos. La negligencia de la Junta de Castilla y León en materia de prevención de incendios es flagrante. Es espeluznante escuchar al periodista de EL PAÍS en Castilla y León narrar episodios de abandono, maltrato institucional, precariedad, desidia y falta de planificación por parte de una administración que no afronta los problemas desde la raíz. Es sobrecogedor escuchar los testimonios de paisanos desalojados de sus casas, viendo peligrar sus vidas y sus trabajos, alcaldes de pueblos afectados y bomberos que tiran de sus propios recursos para intentar mitigar la voracidad del fuego. La ciudadanía se está organizando a espaldas de una administración regional que no asume responsabilidades, que vive ajena a una sociedad harta de promesas.
Ana Belén Pérez Villa. Soria
Gaza, espejo de Occidente
Palestina es un espejo donde se reflejan nuestras democracias, nuestras banderas y nuestros silencios. Más de 60.000 muertos —casi 20.000 niños— víctimas de un genocidio perpetrado con tecnología occidental. Y aún hay quienes hablan de “derecho a defenderse”. Europa se proclama defensora de los derechos humanos, pero no detiene el castigo colectivo a una población sitiada. Condena la invasión de Ucrania, pero calla ante una ocupación de décadas y un exterminio televisado. “Nunca más” debía aplicarse a todos los pueblos, no solo a algunos. La paradoja es obscena: quienes se dicen “provida” callan ante la desnutrición y muerte de miles de niños; quienes veneran a la familia justifican la deportación de las ajenas; quienes claman “libertad” aplauden la tortura. En Palestina se revela no solo la crueldad de un Estado, sino la complicidad de un orden global que decide qué vidas merecen duelo. Si este es el reflejo de Occidente, es hora de mirarnos… y avergonzarnos.
Judith López Sánchez. Nantes (Francia)
Odio el nuevo verano
No puedo más. Soy incapaz de estar bien mentalmente con este calor. Teletrabajando en un piso de 50 metros cuadrados con las persianas bajadas todo el día y el aire acondicionado encendido lo menos posible para no gastar. Soy joven, pero me paso todo el día sin hablar con nadie y encerrada en casa. Con este calor no se puede salir de casa ni por la noche. Antes los veranos eran diferentes, se disfrutaban, podías ejercer actividades al aire libre. Ya no. Ahora son unos meses horribles que te hunden emocionalmente. No puedo más. Y lo peor es que esto va a peor cada año.
Irene H. Vela. Toledo
Títulos y paradojas
En nuestra sociedad se dan absurdos increíbles: directores generales, consejeros y políticos de postín sin estudios superiores, pero con falsos currículos que les han facilitado sus empleos. Mientras que en supermercados, vendimias, construcción, transporte y el paro, encontramos licenciados, graduados y titulados que poseen títulos reales y no los exhiben, porque no les sirven para obtener mejores trabajos.
Víctor Calvo Luna. Valencia
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