Fuego extremo
No es tiempo para frívolas peleas políticas; la destrucción sembrada por la ola de incendios necesita la implicación de todos


España arde. Literalmente. Los servicios de extinción luchaban este martes contra incendios forestales que permanecían activos en siete comunidades (Galicia, Castilla y León, Madrid, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Navarra), con situaciones especialmente preocupantes en media docena de provincias. Han ardido 25.255 hectáreas (más que las ciudades de Barcelona y Valencia juntas) en 37 fuegos, según el sistema de información europeo EFFIS. Este año se han quemado ya más de 69.000 hectáreas, superando la media de los últimos 18 años a estas alturas del verano. Miles de personas fueron evacuadas y las víctimas mortales ya son dos: un hombre en Tres Cantos (Madrid) y otro en Quintana y Congosto (León). Dos bomberos resultaron heridos en Ourense. Interior declaró este martes la fase de preemergencia. En las tareas de extinción colaboran cerca de 1.000 miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y más de 5.000 policías y guardias civiles.
La angustia de los afectados se suma a la preocupación de todos los ciudadanos ante la simultaneidad de los siniestros, en medio de una ola de asfixiante calor que no da tregua y que podría extenderse hasta el lunes 18, según la Agencia Estatal de Meteorología. El peligro de incendio era ayer extremo en un 65% de la Península. Cualquier foco puede complicarse en cualquier momento por los fuertes vientos y las tormentas secas.
Las olas de calor consecuencia del cambio climático no prenden los incendios forestales —casi el 55% son intencionados y otro 23% se deben a negligencias o accidentes, calcula la organización ecologista WWF—. Pero el calentamiento causado por el hombre convierte cualquier fuego en potencialmente devastador. Desde 2017, coincidiendo con la sucesión de los años más cálidos desde que hay registros, los expertos hablan de incendios de sexta generación, explosivos, impredecibles e imposibles de extinguir. Son tormentas de llamas que se autoalimentan, cada vez más frecuentes en todo el mundo. Si 2025 comenzó con la devastadora serie de fuegos de California, en la Unión Europea han ardido en lo que va de año más de 409.000 hectáreas, un 117% más que el año pasado en igual plazo.
La evidencia es incontestable. La nueva normalidad de los incendios es volverse cada vez más frecuentes y potentes. Resulta necesario reexaminar y actualizar todas las estrategias de prevención, planificación territorial, gestión forestal, alerta y extinción. El cambio climático está dejando aceleradamente obsoletos los métodos de actuación seguidos hasta ahora. No existe el riesgo cero de incendio, pero evitar su frecuencia y dimensiones actuales exige la implicación de todos y un consenso político de Estado similar al que existe frente a los asesinatos machistas, del que solo queda fuera el negacionismo ultra. Es descorazonador ver al Gobierno y al PP enzarzados en una bronca a cuenta de la gestión de los siniestros en Castilla y León. Un país conmocionado se merece algo mejor que los comentarios frívolos del ministro Óscar Puente en redes.
En julio se cumplieron 20 años del incendio más mortífero de este siglo en España: 11 bomberos fallecieron mientras luchaban contra las llamas en un pueblo de Guadalajara. La tragedia horrorizó a todo el país y fue un punto de inflexión que abrió la puerta a toda una serie de cambios legales y a una mayor concienciación social. La propia UME nació de esas cenizas. Pero también dejó como herencia un triste precedente de enfrentamiento político. La realidad es hoy todavía más compleja y peligrosa que entonces y no debemos dar pasos atrás en las lecciones aprendidas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.