Ir al contenido
_
_
_
_
columna
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una boda y un funeral

Como le gusta afirmar a Alberto Núñez Feijóo, las formas lo son todo; y en el congreso del PP, al modo democristiano, participa todo el mundo

Alberto Núñez Feijóo, durante la segunda jornada del Congreso del PP el sábado en Madrid.
Ignacio Peyró

Todos los congresos se parecen. Tras hora y media en la silla, incluso el más zelote de los compromisarios escucha los lugares comunes con los que el Partido Popular se describe a sí mismo con el espesor de un ruido de fondo: la frase “ofrecemos un proyecto ilusionante para España y los españoles” podría intercambiarse por “el Estado Libre de Kampuchea envía un mensaje de solidaridad a los pueblos del mundo”. Nadie se daría cuenta. De hecho, buena parte de las formalidades congresuales hoy podrían tramitarse con el envío de un par de adjuntos para aceptación y firma: la rendición de cuentas de la gerente, de la secretaria general, e incluso —en el raro mediodía de unanimidad que acaba de vivir el PP— también la ponencia política y la estatutaria. Sin embargo, como le gusta afirmar a Alberto Núñez Feijóo, las formas lo son todo. Y del mismo modo que uno no vive las procesiones de Sevilla sin esperas, apretujones y dolor plantar, para experimentar el cónclave del PP en su plenitud también hay que entregarse a la extenuación y resistir no solo lo que tiene de congreso de partido comunista bielorruso sino lo que tiene de Festival de San Remo. Porque aquí, al modo democristiano, participa todo el mundo: Cuca Gamarra haciendo el elogio fúnebre de sí misma al despedirse, Xavier García Albiol —se ha querido contar con los poetas— dando y quitando los turnos de palabra, y hasta Monago, ¡Monago!, en un papel protocolario, pero también con acceso a la gloria del micro. Como decía Zaplana, un partido es también una familia. Y ha de haber lugar para todos. Para la mordiente intelectual de Cayetana Álvarez de Toledo y para los carraspeos de Beatriz Fanjul. Para la ira de aleación purísima de Aznar y la inteligencia oblicua de Rajoy. Para los tatus de Noelia Núñez y la guayabera con la que Íñigo Méndez de Vigo se ha paseado por IFEMA como un general centroamericano en el exilio. “Se puede ser lo que uno quiera y del PP”, ha dicho esta arde Feijóo al presentar a su equipo: el Jaime de los Santos que escribía artículos sensibles sobre arte o un Miguel Tellado que no ha llegado a la secretaría general para citar a filósofos.

En un partido cuya ponencia política reivindica la paella mixta de liberalismo y conservadurismo, la mayor preocupación es asegurar la convivencia de pasado y futuro. Por eso siguen teniendo su presencia Javier Arenas y —pasados los noventa— el mentor de Feijóo, José Manuel Romay. Por eso se cita, con un aplauso reverente, a Miguel Ángel Blanco. Por eso el actual presidente ha querido rodearse de la legitimidad que le aportan los presidentes antiguos: José María Aznar y Mariano Rajoy. Sobre el escenario, ambos transmiten el odio frío que se tenían Simon y Garfunkel, y oír a Aznar para luego oír a Rajoy es como dejar un partido de rugby por un concierto de Chopin. Pero ni Aznar, que ha tenido berrinches en otros congresos, ni —importante— Ayuso, que se ha mantenido en una paciencia silenciosa, han rizado la superficie de las aguas: este fin de semana ha sido el rompimiento de gloria de Feijóo. En un partido de la disciplina del PP, se le ha dado la plenipotencia para concurrir a las elecciones como él —y con quien él— quiere.

Y es ahí donde a la continuidad de le añade la novedad. Desde el primer momento ha habido una Schadenfreude vivida con desparpajo —Koldo, Cerdán, Ábalos— ante los infortunios del PSOE: los populares estaban de boda mientras a los socialistas les tocaba el funeral, y Núñez Feijóo solo tendrá una noche más alegre que la de IFEMA si en la próxima noche electoral se asoma vencedor al balcón de Génova. Es más, la algidez de la euforia ha borrado incluso esa presencia a la vez incómoda e imprescindible de Vox, apenas intuida en el fervorín de Aznar. Pero en estos dos días, la autoafirmación satisfecha del PP ya ha ido conociendo, como decíamos, el sabor desacostumbrado de lo nuevo. Se ha podido ver en la elección de Ester Muñoz: leal, joven, muy consistente. Y se ha podido oír en el discurso de Alma Ezcurra, que ha pasado el paño al ideario clásico liberal-conservador. “¿Vosotros tenéis claro cuál es el propósito del Partido Popular?”, se preguntaba la nueva número tres. A horas de investir de nuevo a Feijóo, la intención es que no sea solo —como abomina Alejandro Fernández— ese partido preocupado por el IVA de las legumbres.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ignacio Peyró
Nacido en Madrid (1980), es autor del diccionario de cultura inglesa 'Pompa y circunstancia', 'Comimos y bebimos' y los diarios 'Ya sentarás cabeza'. Se ha dedicado al periodismo político, cultural y de opinión. Director del Instituto Cervantes en Londres hasta 2022, dirige el centro de Roma. Su último libro es 'El español que enamoró al mundo'.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_