Intolerantes a la realidad
Los niños de ahora están siendo privados de la capacidad de crecer y fortalecerse ante un mundo que no siempre es como querríamos

Parece ser que algunos centros públicos han decidido dejar de celebrar el Día de la Madre para que no se incomoden los niños que no tienen una o tienen dos y ahora festejan el Día de las Familias. Es un ejemplo más de cómo los adultos estamos empecinados en aislar a los niños del mundo real moldeando su entorno a medida. Con la capacidad que tienen los pequeños para entender la diferencia, el problema no lo tienen ellos sino los mayores que los sobreprotegemos de un modo casi patológico. No hay dos familias iguales ni dos madres iguales, así que la celebración de una jornada dedicada a reconocer el esfuerzo reproductivo que hacemos las hembras humanas para dar nueva vida no es ni de lejos un trauma para quienes tienen otro tipo de cuidadores.
Entender la diversidad es precisamente eso, saber que no todo el mundo es igual pero madre tenemos todos, la conozcamos o no. Es una verdad tan radical como que somos bípedos. ¿Qué futuros ciudadanos serán estos críos a los que privamos de cualquier elemento mínimamente incómodo en su entorno? Quienes hemos crecido en hogares donde se hablaba otra lengua, se practicaba otra religión y se cocinaban platos distintos nunca pedimos que la escuela cambiara para adaptarse a nosotros. Lo que no tiene nada que ver con ocultar esas diferencias, sino con aportarlas y añadirlas al conjunto para que se conozcan otras realidades, otras formas de estar y ver el mundo.
Si siguiéramos la lógica de acabar con el día de las madres por ser inclusivos entonces deberíamos acabar con la Navidad, con la Semana Santa, con todas las festividades que no celebren todos y cada uno de los niños. Incluso deberíamos acabar con el Día de los Derechos Humanos y la enseñanza de los valores democráticos por ser, según algunos, sumamente eurocéntricos y colonialistas. Para no ofender a los creacionistas, ¿no deberíamos dejar de dar teoría de la evolución? Yo he hablado con maestras que no quieren enseñar feminismo en las aulas para no perturbar a alumnos con familias tradicionales o que no sacan el tema de la diversidad religiosa y el ateísmo para que no se quejen las creyentes.
Los niños de ahora están siendo privados de la capacidad de crecer y fortalecerse ante un mundo que no siempre es como querríamos y eso los va a hacer más intolerantes a cualquier frustración por pequeña que sea, también intolerantes a sus congéneres cuando estos sean distintos. Ellos no nos lo han pedido, somos los adultos quienes los hemos criado en burbujas acolchadas. Se romperán cuando salgan de ellas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
