El infarto de Emiliano…
Es muy probable que las voces que intentan normalizar las infamias con necropsias despiadadas y puñeteras puntualizaciones confirman a todas luces que en realidad no tienen corazón


La maestra jubilada Irma Hernández, quien intentaba aumentar sus magros ingresos al volante como taxista en Veracruz, apareció en un video arrodillada y rodeada de sicarios enmascarados y potentemente armados. Luego de haberla secuestrado, humillado y violentado, la voz de la gobernadora del Tres Veces Horrible Estado de Veracruz y otras voces de alta jerarquía politiquera no cansan en subrayar oficialmente que la Maestra murió de un infarto. Incluso, un médico forense (miserable C.S.I. de petate) declaró que la finada efectivamente recibió múltiples golpes, pero que la verdad histórica fue un fulminante estallido del miocardio. Anotemos una raya más a la cuenta universal de la infamia e imbecilidad, pues el cese del corazón de Irma Hernández no fue sino consecuencia del terror cíclico, las amenazas en el enjambre del ilegal y generalizado cobro por derecho de piso, la mencionada golpiza y la violencia expandida por toda la geografía de México que ha caído en un vergonzante discurso que minimiza o dosifica el desmadre con pruritos capaces de convertir en Causa la Consecuencia del horror. Hagamos un poco de historia (con minúscula por heterodoxa) e intentemos una reflexión como posible conclusión:
Al entrar erguido en su montura sobre su caballo As de Oros, Emiliano Zapata quizá no dudó del engañoso y desolado silencio que se esparcía por el patio de la hacienda de Chinameca. Había cruzado el umbral engañado con una fila callada de cañones y rifles apilados como adornos (supuesta señal de lealtad con la que lo habían convocado a la antigua hacienda) y al llegar al centro del patio recibió una descarga de quiénsabecuántas balas, un escupidero de pólvora que le llovía desde los rifles de todos los sicarios parapetados en los techos de la hacienda… pero la historia de hoy en día registra que murió de un infarto.
Algo similar le pasó a Pancho Villa en Parral: más de ochenta balazos moteándole el cuerpo obeso, pero según la nueva onda murió de insuficiencia cardíaca ante la emboscada inesperada y por su parte, el general Álvaro Obregón fue supuestamente asesinado a tiros por José de León Toral en la inmensa palapa-restaurante La Bombilla en el pueblo de San Ángel, pero mi abuelo materno (invitado por azar al almuerzo por sus paisanos guanajuatenses) debería corregir desde el más allá su afirmación visual de los balazos e insinuar que el Manco de Celaya murió de un paro mientras mascaba el último bocado de cabrito.
Hagamos el intento de imaginar que a Luis Donaldo Colosio, malogrado candidato a la presidencia de México, se le taparon las arterias en Tijuana (poco importa si con balas de un solo calibre) para así posiblemente asimilar que las miles de víctimas del crimen organizado, las saetas del fentanilo y todos los muertos por el inframundo del narcotráfico no han sido más que víctimas de inevitables problemas del corazón.
Bien visto, Eliseo Alberto decía con sabiduría montuna que “todos morimos del corazón” sea a consecuencia de un cáncer que se prolonga necio, un accidente en bicicleta o la caída de un andamio la muerte no llega hasta que el corazón deja de latir, pero en el mismo son hay que añadir que el congelamiento instantáneo del juego entre sístole o diástole no puede reducir ni minimizar las causas de su consecuencia. Hay quien sigue respirando la vida con un corazón roto y quienes literalmente entregan su corazón en abono de que una niña descubra el universo ilimitado del alfabeto y quien lastima su corazón al volante de un taxi rondando calles mal pavimentadas y veredas sin asfalto con el riesgo de ser abducida por los criminales que gobiernan el tráfico, tránsito, tráfago y trasiego.
La reflexión se revela simple: es muy probable que en la densa nebulosa con la que se ha impuesto el imperio de la mentira, en el chubasco diario de revelaciones nefastas de traición populista, el cáncer del descaro y el abierto despilfarro deambulatorio de los supuestos socialistas mexicanos que bogan a todo lujo por el mundo entero… repito: es muy probable que las voces que intentan normalizar las infamias con necropsias despiadadas y puñeteras puntualizaciones confirman a todas luces que en realidad… no tienen corazón.
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