América Latina avanza en las políticas de cuidados a velocidad desigual entre sus países
El informe ‘La sociedad del cuidado’ celebra las mejoras en los sistemas para atender a niños, ancianos y discapacitados en la región, pero señala deficiencias en inversión y división sexual del trabajo


Las políticas de cuidados, que afectan más a las mujeres de bajos recursos, sigue siendo una tarea pendiente en América Latina. El informe La sociedad del cuidado: gobernanza, economía política y diálogo social para una transformación con igualdad de género, presentado este miércoles, recopila los avances conseguidos hasta ahora en la región, pero también el camino que queda por recorrer. Ante una sociedad que envejece y que es golpeada por el cambio climático, es cada vez más urgente implementar medidas que atiendan a los niños, ancianos y discapacitados. Pese al reconocimiento del derecho del cuidado, la implementación de licencias y ayudas, así como la construcción de centros, la mayoría de los países no invierten lo suficiente para quitar la carga de esta tarea a las mujeres.
La Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe que acoge México estos días ha presentado el documento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). El informe ofrece una radiografía a los avances en la región en materia de cuidados, pero también evidencia las tareas pendientes de los países para lograr una responsabilidad más equitativa en la atención de los más necesitados de la sociedad. La vicepresidenta del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Rhoda Reddock, ha urgido a implementar mecanismos públicos para avanzar en la materia. “Los seres humanos no pueden sobrevivir sin los cuidados y los Estados tienen una responsabilidad importante para garantizar que aquellos que están dentro de sus fronteras disfruten de este derecho”, ha señalado en rueda de prensa. También ha insistido en que los cuidados no son “algo que drenan la economía, sino que nos dan oportunidades nuevas para que haya un mundo pacífico, seguro y equitativo”.
El documento elogia distintos avances en toda la región pese al lastre de la baja capacidad para crecer, la desigualdad, la baja movilidad social y la débil cohesión social que aqueja a sus países, además de las “bajas capacidades institucionales y de gobernanza poco efectiva” que sufre el continente. Con todo, se ha consolidado la noción de sociedad del cuidado y los gobiernos se han comprometido para trabajar en mejorar sus políticas y, en algunos casos, se han implementado sistemas para conseguirlo.
Por ejemplo, en Chile, se aplica un modelo que traslada a los gobiernos locales la responsabilidad de operar las políticas de cuidado. En Belém do Pará, Brasil, se estableció un Comité Municipal de Cuidados que sirve de ejemplo para la Administración Nacional y en Colombia se han creado mapas georreferenciados con indicadores de género para monitorear la situación de las mujeres y su impacto en los cuidados.
En México, la CEPAL destaca los espacios comunitarios del Proyecto Utopías, del Gobierno de la Ciudad de México, para favorecer corresponsabilidad en el cuidado. También que en Jalisco se haya reconocido los cuidados como uno de los pilares fundamentales del desarrollo social. Además, la presidenta Claudia Sheinbaum adelantó en la inauguración del encuentro que se compromete a construir al menos 1.000 centros de educación y cuidado infantil para aliviar la carga de las mujeres que desean trabajar. Sin embargo, los logros más destacables son que la Constitución política de la Ciudad de México es la única que reconoce el cuidado como un derecho fundamental. En paralelo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México reconoció que todas las personas tienen el derecho a cuidar, a ser cuidadas y al autocuidado, y señaló de manera crítica la distribución desigual de este trabajo entre hombres y mujeres.
Con todo, queda mucho trabajo por hacer todavía. El informe subraya que las licencias para los cuidados de larga duración son todavía el ámbito de menor avance, pese a su relevancia en ante el envejecimiento poblacional y la persistencia de las enfermedades crónicas, así como de las situaciones de discapacidad con dependencia. Solo siete países cuentan con este tipo de licencia, siendo México uno de ellos. Por otro lado, hay mucho rezago en implementar las licencias de maternidad para asegurar el cuidado del recién nacido y la recuperación de la madre. Solo cinco países de América Latina cumplen con la recomendación de otorgar 18 semanas o más. También hay una deuda enorme con los permisos parentales, para que los hombres compartan la carga y se involucren en los primeros meses de crianza. Solo la tienen remunerada Cuba, Chile, Uruguay y Colombia. En México, la licencia para los padres apenas dura cinco días.
La división sexual del trabajo de cuidar sigue siendo un muro en todos los países, donde las mujeres asumen la carga de ocuparse de los más dependientes. Este rol las ralentiza en el mercado laboral, les impide alcanzar autonomía económica y perpetúa la desigualdad de género. En 2023, el 23,6% de las mujeres de América Latina no contaban con ingresos monetarios propios, mientras que el porcentaje de hombres en esta misma situación representaba el 10,2%. En México, las mujeres mexicanas en áreas rurales dedican un total de 66 horas semanales a trabajar, de las cuales 50,5 son a trabajo no remunerado y 15,6 al remunerado. Una diferencia muy notable a los hombres, que dedican 61,1 horas semanales, pero 42,7 son a trabajo remunerado y 18,4 a trabajo no remunerado. En áreas urbanas se repite el patrón: las mujeres trabajan 23,9 horas de forma remunerada y 40,6 a trabajo no remunerado.
En Colombia, Guatemala y México, las niñas y adolescentes casadas o unidas asumen una carga de trabajo no remunerado que supera las 40 horas semanales, mientras que las jóvenes solteras en esos mismos países dedican la mitad o un tercio de ese tiempo a la misma tarea.
Por ello, la CEPAL hace un llamado urgente a mejorar las políticas de cuidado, especialmente con un horizonte en el futuro que plantea una demanda más alta de cuidadores. En los últimos 70 años, la esperanza de vida pasó de 48,7 años a 75,9 años, y la tasa global de fecundidad pasó de 5,8 a 1,8 hijas e hijos por mujer. Esto se traduce en un envejecimiento de la población en América Latina, que demandará más cuidados largo plazo, así como un aumento en el gasto en pensiones y servicios de salud. El cambio climático también es un factor que agravará la crisis y aumenta la demanda de cuidados, según el informe, ya que genera problemas de salud e incrementa la vulnerabilidad de los grupos que demandan cuidados. Las olas de calor, la contaminación ambiental y la mayor incidencia de fenómenos meteorológicos extremos afectan en especial a niñas y niños, personas mayores y personas con enfermedades crónicas, quienes necesitan asistencia para enfrentar estos riesgos, advierte el documento.
El informe destaca que América Latina necesita un financiamiento adicional de alrededor del 5% del PIB en promedio para crear los programas de cuidados necesarios para garantizar políticas eficaces. Actualmente, los países de la región destinan un 4,7% del PIB a esta materia, y oscila entre el 2,7% (Uruguay) y el 11% del PIB (Nicaragua). México está a la cola de inversión pública en cuidados, siendo el quinto país que menos recursos dedica a estas políticas que, además de crear empleos, contribuiría a aumentar la tasa de empleo de las mujeres y reducir su desigualdad.
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