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La nueva estrategia contra la inseguridad reduce en México los homicidios en un 25%

Las 87 víctimas diarias han pasado a 65 desde septiembre pasado

Personal de la Fiscalía trabaja en el lugar donde fueron encontrados cuatro personas sin vida en Tijuana, Baja California, el 2 de agosto 2025.
Carmen Morán Breña

A unos días de que la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, presente su primer informe de Gobierno tras 11 meses en el poder, la reducción de la violencia en el país será uno de los aspectos de los que se puede presumir, puesto que en ese periodo las víctimas diarias por homicidio se han reducido en un 25,3%. En la actualidad son 64,9 las muertes registradas cada día por esta causa, mientras que en septiembre del año pasado ascendían a 86,9, ha anunciado la mandataria este martes. Aun con un promedio de 22 asesinatos diarios menos, son cifras enormes que sitúan a México entre los países más violentos del mundo, pero representan cambios que no se habían producido en mucho tiempo. Ha sido el mes de julio de mejor estadística desde 2015. La estrategia de seguridad puesta en marcha en este sexenio está ofreciendo los resultados más diferenciados respecto a las políticas del anterior. Era un reclamo insistente de la ciudadanía, pero también del presidente Donald Trump, que desde el inicio de su mandato exigió avances sólidos contra el narcotráfico y el crimen bajo la amenaza de aranceles comerciales. Todo ello ha supuesto un acicate continuo para la mejora de la seguridad.

El Gobierno basa sus avances en cuatro ejes: la atención a las causas, es decir, ayudar a los jóvenes y las familias para que su destino no sea engrosar las filas del crimen, la consolidación de la Guardia Nacional contra estos delitos, la coordinación con los Estados más violentos del país, así como el seguimiento prioritario a 20 municipios con altos índices de criminalidad, y el uso inequívoco de la inteligencia y la investigación para combatirla. Esto último es lo más destacado de la estrategia, para lo que se ha diseñado todo un organigrama de fuerzas bajo el mando del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, hombre de la máxima confianza de la presidenta Sheinbaum. Ahora sí, dicen los analistas en la materia, los grandes criminales sienten la presión del Estado. Y actúan en consecuencia, cabe añadir, porque a las detenciones de los capos más señeros sigue, por lo general, un rosario de actos violentos. Sinaloa es el ejemplo más notorio de ello: desde la detención de Ismael Zambada y algunos de los hijos del Chapo Guzmán, socios todos del cartel de esa región, se ha desatado un pandemónium en la zona que ha dejado centenares de cadáveres desde julio del año pasado. Este último domingo fueron asesinadas 17 personas en choques armados entre bandas.

La presión estadounidense ha sido definitiva en este combate contra los capos y su reguero de muerte. A su llegada al poder, Trump cumplió con creces las amenazas que había dejado caer en la campaña electoral y pronto México supo que para espantar el fantasma de los aranceles comerciales debía ofrecer resultados tangibles contra el fentanilo, la droga que ocasiona decenas de miles de muertes al año en Estados Unidos. En este año de gobierno de Sheinbaum se han incautado de más de 3,5 millones de pastillas de fentanilo e inhabilitado 1.262 laboratorios clandestinos; se han decomisado 14.943 armas de fuego y detenido a más de 29.000 criminales, algunos de ellos cabeza de carteles con presencia local o nacional. El secretario García Harfuch ha señalado la neurálgica colaboración de células especializadas en inteligencia e investigación.

El único delito que se ha incrementado en este tiempo ha sido la extorsión, que reporta un incremento de 25,4% en este año y para el que se están articulando algunas medidas. No tiene que ver directamente con el narcotráfico, pero aumenta notablemente la riqueza de los grandes grupos criminales. Se trata del cobro de cuotas a los negocios de los ciudadanos, ya sea un restaurante o un puesto de tabaco callejero, todos pasan por la recaudación de los capos hasta ahogar sus beneficios y tener que cerrar el establecimiento en algunos casos. Junto a los robos y asaltos, es el delito que más cercano percibe la población y que la mantiene consciente de que la inseguridad por causas económicas es la gran asignatura pendiente de México.

“La amplia campaña de prevención contra la extorsión”, ha dicho García Harfuch este martes, ha propiciado 18.000 llamadas ciudadanas de alerta que permitieron una intervención en 10.000 casos que dio al traste con las pretensiones de los delincuentes y resultó en la detención de 132 personas y en la liberación de algunos secuestrados. “Falta mucho camino por recorrer, pero hay resultados tangibles”, ha reconocido la presidenta Sheinbaum. Por su parte, el secretario Harfuch ha asegurado que el combate al tráfico de fentanilo es una prioridad para el Gobierno mexicano y que “todos los días hay aseguramientos de esta droga”.

El presidente estadounidense ha otorgado una tregua a México de 90 días que ha acallado por ahora el incesante ruido arancelario entre ambos países, socios comerciales principales, a la espera de ampliar los acuerdos de intercambio de mercancías que mantienen desde hace décadas bajo el tratado comercial de Norteamérica que firmaron junto con Canadá, el TMEC. Por razones de política nacional, pero desde luego internacional, México sabe que no puede quitar el pie del acelerador contra la delincuencia de alto impacto. Al menos mientras Trump sea presidente, las amenazas comerciales estarán ligadas a los avances contra el crimen y el narcotráfico.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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