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Juan Antonio Reboulen: “Estamos en la tormenta perfecta, sin acceso al mercado americano y con más importaciones asiáticas en México”

El director de Asuntos Corporativos y Comercio Internacional de Deacero califica de “injusto” e “irracional” el arancel del 50% que impuso Estados Unidos al acero mexicano

La industria del acero en México atraviesa la peor crisis de los últimos 17 años. La imposición de un arancel del 50% sobre sus exportaciones a Estados Unidos, su principal mercado, ha supuesto un duro golpe para las siderúrgicas mexicanas. Al interior, las firmas han tenido que hacer recortes de personal y cambios en su producción, en espera de las negociaciones entre el Gobierno mexicano y el estadounidense. El director de Asuntos Corporativos y Comercio Internacional de Deacero, Juan Antonio Reboulen (Veracruz, 55 años), señala que esta tarifa es “injusta” e “irracional” para el propio mercado estadounidense. A diferencia de otros sectores, México compra más acero de EE UU de lo que envía al otro lado del Río Bravo, lo que se traduce en un déficit para México de más de 4.000 millones de dólares al año.

De acuerdo con cifras del sector, de enero a octubre de este año, México envió a su vecino país del norte 1,3 millones de toneladas de acero, una caída del 27% respecto al mismo periodo de 2024. Reboluen advierte de que la desaceleración económica y la apertura a los aceros de países como Vietnam y Malasia se suman a la peor crisis que ha vivido el sector desde 2008.

Pregunta. ¿Cómo les ha afectado el arancel del 50% sobre los aceros?

Respuesta. Es un impacto muy fuerte. Para el caso particular de Deacero, nuestras exportaciones llegaron a sumar casi el 38% o un 40% de nuestra producción y de eso la gran mayoría se iba a Estados Unidos. La imposición de aranceles ya la habíamos vivido en el primer periodo de Trump, pero ahora se ha ampliado y ha llegado a los productos derivados con contenido de acero. Eso es algo tremendamente diferente y de un impacto muy fuerte, porque ya estamos hablando de la manufactura producida en el país con contenido de acero. Más de 400 productos se integraron a esta nueva medida y ya la afectación no solamente es para nosotros como productores, también para nuestra cadena productiva, aguas abajo.

Además, en este periodo la participación en el mercado mexicano de China y sus aliados económicos como Vietnam, Malasia y otros países del sudeste asiático ha crecido tanto en productos siderúrgicos como en derivados. Vietnam y Malasia son una preocupación tremenda porque los dos países están dentro del TPP 11 [Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico] y, por lo tanto, no pagan aranceles. Entonces, no hay manera de saber qué tanto del acero que se produce en Vietnam y Malasia es de origen chino y que tanto es local. Allá no existen los controles y la trazabilidad igual que en América del Norte.

P. ¿Le pedirán al Gobierno que aumenten los aranceles para los aceros de Vietnam y Malasia?

R. Sí, que se ampliaran, por supuesto. Además, estos aceros tienen otra exención a través de los programas de importación temporal. En México, estos programas se crearon con la finalidad de crear aquí un hub de manufactura que se suponía iba a traer inversiones y crecimiento. Lo que pasó, y lo tenemos a la luz de los últimos 35 años, es que en promedio la economía ha crecido solo un 2% porque el contenido de producción de nuestros bienes manufacturados en el país es muy bajo. Por eso, estamos pidiendo la derogación de estos programas, al menos para el sector siderúrgico.

P. ¿Han calculado cuánto podrían recuperar de mercado si se quitaran estos programas de importación temporal?

R. Del consumo total de acero en México, un 30% a un 35% se abastece a través de importaciones. De China ha bajado la importación directa México de algunos productos de acero. Ahora, ese acero chino lo mandan a través de otros países como Vietnam, Malasia, Indonesia y desde allá llega a México. Además, ahora ese acero se manda a fábricas donde se manufactura en otro tipo de bienes, incluso automóviles, y se envía a México. Por eso es que los Estados Unidos incrementaron el arancel a los aceros de productos derivados. Hoy, parte del mercado mexicano se lo están llevando esas importaciones y muchas de estas son subsidiadas, trianguladas, evaden cuotas o utilizan los programas sectoriales para no pagar. Hay una competencia dispareja, porque nosotros como empresa nacional pagamos impuestos, energía y regulaciones ambientales estrictas.

P. ¿Qué opina del incremento a 1.463 fracciones arancelarias de países con los que México no tiene tratados comerciales, entre ellos, China?

R. Es un gran paso, es una medida que hay que aplaudir, pero hay dos salvedades, muy importantes. Primero, los aranceles no son la panacea. Los aranceles te van a ayudar a negociar en mejores condiciones y, segundo, te ayudan como una medida temporal para que un país desarrolle una estrategia industrial más competitiva. El arancel es correcto como una medida transitoria, pero tiene que venir acompañado de una buena negociación con nuestros socios comerciales y de una buena política industrial. Y no hay política industrial sin una política de inversión adecuada.

P. El sector siderúrgico tiene una batalla en dos frentes, por una parte, están negociando que se les quite el arancel de EE UU, pero a la vez piden más aranceles para los países asiáticos…

R. Estamos en la tormenta perfecta, porque no tenemos acceso al mercado americano y, al mismo tiempo, crece la participación de las importaciones asiáticas en nuestro mercado, mientras el crecimiento del país se mantiene en niveles muy bajos. ¿Cómo sobrevives a eso?

P. ¿Por qué cree que ha fallado el Plan México?

R. Porque no hay inversión suficiente, en México se requiere de una política de inversión y para que haya inversión se necesita certidumbre, compromiso, reglas claras y tener un acceso al mercado americano en mejores circunstancias. Hoy estamos en el peor de los mundos con los americanos, al menos, en el sector acero.

P. ¿Cómo han avanzado sus negociaciones en Washington para eliminar o reducir este arancel?

R. El arancel lo están utilizando Estados Unidos como un mecanismo de negociación. La amenaza de retirarse del TMEC la están utilizando como un mecanismo de negociación. Lo que nosotros pudimos hacer allá fue hablarles de la complementariedad de nuestras industrias, explicarles, por ejemplo, que yo como empresa importo cerca de 700.000 toneladas de chatarra al año de Estados Unidos y exportábamos aproximadamente 500.000 toneladas de acero mexicano. Qué quiere decir esto, que nuestro contenido norteamericano es casi del 90%. Nuestras exportaciones a Estados Unidos no desplazan al productor estadounidense, desplazan a las importaciones de Vietnam, de Malasia.

P. ¿Las autoridades estadounidenses han sido receptivas?

R. El argumento de Estados Unidos es el siguiente: ‘No me preocupan tanto tus exportaciones, me preocupa que te hayas convertido en una plataforma de entrada del acero asiático, porque no tienes suficiente control de tus aduanas.

P. ¿Se ha llegado a calcular a cuánto asciende esta triangulación?

R. No, no se puede saber, y tan no se puede saber que ellos [Estados Unidos] mejor dijeron: ‘Yo primero te cierro [la frontera] y ya después vemos cómo lo resolvemos’. Lo que fuimos nosotros a decirles es que como industria mexicana necesitamos un certificado de fundido y colado en América del Norte para asegurar que lo que se comercia de acero en la región, sea de la región.

P. ¿Qué opina la Secretaría de Economía de esta propuesta?

R. Hay quienes están a favor y hay otros que no, porque hay otros productores que no todo el acero que producen es fundido y colado en el país.

P. Y en Estados Unidos, ¿cómo recibieron su iniciativa?

R. El americano te dice: ‘No es suficiente’. Ellos ven como un riesgo que la capacidad que tiene México de producción de acero, que asciende a unos 20 millones de toneladas por año, se termine mandando a Estados Unidos y nosotros nos quedemos con el acero asiático.

P. ¿Cómo califica el actuar del Gobierno mexicano para defender a la industria siderúrgica frente al muro arancelario de EE UU?

R. Yo veo una buena intención. Nunca habíamos visto un Gobierno donde hubiera tal nivel de compromiso con la idea de fomentar el desarrollo industrial nacional. Sin embargo, la ejecución es otra parte y aquí hay una lucha de intereses económicos e ideológicos muy fuerte, porque en 35 años se han creado negocios que viven y subsisten a costa de traer productos subsidiados de fuera del mundo, de China, de otros lados para comercializarlos y ensamblarlos a bajo costo y exportarlos. Hoy que se quiere cambiar ese modelo a una producción con mayor valor agregado nacional, pero hay quienes prefieren defender el status quo.

P. ¿Qué riesgos se corren si se mantiene el arancel del 50% por parte de Estados Unidos?

R. Si los aranceles de EE UU se mantienen, si la economía mexicana sigue sin crecer, si seguimos totalmente abiertos a las importaciones, pues sí, vamos hacia la desaparición de la industria. Va a terminar siendo una industria ensambladora, una industria importadora de insumos, pero nosotros creemos que eso no va a pasar. Estamos apostando por la eliminación completa de ese arancel que es absolutamente injusto e irracional, incluso, para Estados Unidos. Ellos saben que no son autosuficientes en la producción de acero. Creemos que eventualmente eso [el arancel] se va a eliminar, pero eso no va a resolver el problema, paralelamente, tiene que venir un mayor crecimiento económico y tiene que venir una contención más efectiva contra el comercio desleal, necesitamos un mayor control en las aduanas.

P. En esa trinchera, las empresas siderúrgicas en México también han sido señaladas por el propio Gobierno de incurrir en evasión fiscal.

R. Lo que generó la imposición de aranceles a México fue que algunas empresas mexicanas se dedicaron a traer acero de otras partes del mundo. Una vez en México, aquí les hacían un par de agujeros, les ponían tornillos y las embarcaban y terminaban en edificios en Manhattan. Por este modelo de negocio de algunas empresas que, aclaro, no estaban haciendo nada ilegal, esto es perfectamente legal, pero representan un modelo de producción y comercialización que ahora el presidente Trump está comprometido en cambiar.

P. Pero el contrabando de acero también es un problema en las aduanas…

R. Siempre ha existido y siempre existirá. La verdadera solución a todo estaría en que logremos hacer una unión aduanera en América del Norte. Una unión donde compartamos objetivos, cuotas compensatorias, controles en aduanas y donde podamos estar libres de aranceles en la zona y blindemos a América del Norte para hacerla una región competitiva frente a Asia y sus aliados.

P. ¿Cuáles son las estrategias implementadas por Deacero para sobrevivir a estos embates?

R. Hemos tenido que hacer recortes de personal, sobre todo por los niveles de inversión tan altos que tenemos en todo el país. Hoy, en la crisis todo el mundo dice: ‘Deténganse, no es momento’. ¿Y qué está haciendo Deacero? Va a anunciar el próximo año la inauguración de una planta en Ramos Arizpe, Coahuila, con una inversión de 1.200 millones de dólares. La planta se va a inaugurar, probablemente, en junio de 2026, y generará 3.500 empleos directos. Es una planta en la que llevamos trabajando tres años y en esta planta se van a producir vigas de hasta 27 pulgadas de grosor que se utilizan en grandes edificios y puentes, son vigas que hoy no se producen en México.

P. ¿Cree que el TMEC sobrevivirá a la revisión de julio de 2026?

R. Si el TMEC no existiera, quienes tienen más que perder son los americanos, porque son quienes tienen más inversiones en el país y el tratado les da seguridad a sus inversiones. El tratado, de una u otra forma, sea trilateral, sea bilateral, sea un nuevo acuerdo, tiene que continuar porque nuestras economías están tan entrelazadas que no es lógico que exista ese entrelazamiento sin un acuerdo marco que dé orden y estructura.

P. ¿No considera que se requiere una defensa más enérgica de la industria, a través de aranceles recíprocos a las importaciones de acero estadounidense?

R. La no imposición de aranceles recíprocos le ha permitido a la presidenta [Sheinbaum] tener una buena relación con el presidente Trump. Yo no creo en el ojo por ojo, porque finalmente nos vamos a quedar ciegos, pero sí creo en el principio de la reciprocidad, ese principio debe de servir de guía en las relaciones comerciales y hoy los americanos no están siendo recíprocos con nosotros.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es periodista de EL PAÍS en México. Cubre temas de economía. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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