¿Vale la pena ir a las funciones de fin de curso de los hijos? Razones a favor y en contra
Horarios difíciles de compaginar y adultos poco cuidadosos versus ver el progreso de tu niño y vivir momentos juntos


En estas últimas semanas, en las que se acumulan partidos de fútbol decisivos, festivales musicales y ferias del libro por doquier, hay una cita cultural que nunca saldrá destacada en los periódicos e informativos, pero que mueve a incontables adultos y los sienta en butacas. Hablo de las funciones de final de curso. Sí, esos eventos tan necesarios en las películas de Hollywood para que los protagonistas puedan sentirse mal por perdérselos o tengan que correr para llegar (aunque sea al final) y que sus hijos no tengan un trauma.
A poco que tus hijos hagan alguna extraescolar y tengan asignaturas creativas, estas últimas semanas te habrás encontrado la agenda llena de propuestas. Puede hacer años que no vas a un concierto porque los hacen tarde, no recuerdas ni la última Misión imposible que viste en cines, porque son tan largas que te duermes, y escuchas a tus amigos hablar del Primavera Sound o del Sónar, pero estos días también vas de festival en festival. Pero tú asistes a versiones actualizadas de cuentos infantiles, talent shows infantiles de los que ninguna televisión compraría el formato y todo tipo de exhibiciones con muchos niños y mucho calor.
Allí se mezclan los padres entusiastas que apoyan en todo a sus críos, ya sea por estar a su lado o para fomentar una vocación incipiente, con los desganados que se ponen a ver reels de Instagram porque no saben cómo mantener atención, junto con un montón de familiares que mantienen la atención con distintos grados de educación.
Seguro que en estos momentos te has preguntado: ¿valen la pena las representaciones de fin de curso? En esta columna te planteo cinco motivos a favor y en contra, por si el próximo curso los necesitas como excusa… o como impulso para hacer cola dos horas antes y sentarte en la ansiada primera fila.
En contra
- Hay demasiada gente pesada y maleducada. Descubrirás que estás compartiendo centro escolar con adultos poco responsables y poco cuidadosos. Ellos no tendrán ningún reparo en grabar toda la función con el móvil, aunque te tapen la visión, o comentar en voz alta toda la jugada como si estuvieran locutando un partido para la radio. Además, irán levantándose, entrando y saliendo de la sala como si hicieran una clase de cardio intensivo y no estuviera prohibido dar portazos o acceder a la sala una vez empezado el espectáculo.
- Las funciones no suelen ser apasionantes. Seguro que en redes has visto vídeos de un minuto con niños muy talentosos y con un vozarrón que emocionan al más duro de los jurados. Pero en las galas de tus críos lo más normal es que te comas un rollazo de niños tímidos cuyo talento aún no se ha revelado. Y el de algunos profesores… tampoco. No se oye bien.
- En algunos centros tienen buena microfonía y quizá hasta un técnico que entiende el sinfín de botoncitos y cables que permiten la magia. Pero el panorama más frecuente de las galas infantiles es que no haya micros o nadie los sepa encender, el técnico esté de baja o los niños estén tan tímidos y hablen tan para dentro que nada pueda amplificar ese sonido. Así que, sea como sea, lo normal es que te pases una hora mirando algo de lo que no entenderás ni una sola frase.
- Los horarios son difíciles de combinar. La gran mayoría de funciones tienen que producirse en horario escolar, así que lo más normal es que las pongan después de comer o si me apuras el sábado por la mañana. Algo aburrido que no te apetece demasiado, sumado al proceso de digestión o a haberte levantado temprano el día que podías descansar, se vuelve aún más estresante y menos atractivo.
- Hay muchos niños que no son el tuyo y que te dan igual. Reconócelo ahora que estamos en confianza. Más de una vez, en la tranquilidad de tu casa, cuando tu amado hijo reclama tu atención con el cansino “mira-mira-mira lo que hago”, hay veces que ya te da pereza mirar. Pues si esto lo multiplicas por 200 críos que hacen la función antes que el tuyo, puedes tener la misma sensación de estar viendo 10 minutos de anuncios antes del final de la peli. Hay reuniones que podrían haber sido un email… y algunas funciones también. Estaría bien un botón de “omitir intro” para ver solo a los niños que conoces.

A favor
- Es el momento de disfrutar del progreso, del esfuerzo y del talento de tu hijo y comprobar todo lo que han trabajado en clase durante el curso.
- El proceso de preparar la función enseña un montón de cosas imprescindibles para la vida: estudiar, memorizar, escuchar a los demás, estar atentos al momento en que toca intervenir, coordinarse con el resto de la clase, aprender a mostrarse ante el público y a recibir elogios y críticas, a sentir nervios y gestionarlos... Ninguna inteligencia artificial o electrodoméstico ayudará a tus hijos a hablar en público, a tener confianza o a formar parte de un grupo coordinado, así que aprenderlo de manera lúdica y con sus compañeros les irá la mar de bien.
- Tienes un ratito de vida social con las otras familias en el colegio. Por un día, te ahorras las prisas de entregar o recoger críos y puedes charlar un ratito.
- La preparación de la representación te permitirá vivir momentos especiales con tu hijo fuera de la rutina. Puedes ensayar con él, preparar la ropa y la mochila, celebrarlo después con algún helado…
- Tener una ventanita de una hora para ver a tu hijo feliz con sus compañeros no tiene precio.
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