Familia hay más de una: padres y madres LGTBIQ+ reclaman más visibilidad
La asociación de familias diversas Galehi cumple 20 años celebrando la crianza no normativa


La diversidad familiar ha evolucionado durante los últimos 20 años. Ya no se trata solo del modelo tradicional de padre, madre e hijos (que en España nunca ha sido tan claro, pues las familias han incluido a abuelos, tías o primos). Las familias han cambiado y la sociedad española es más aperturista para aceptar y visibilizar esa diversidad. “En los años ochenta ser madre soltera o estar divorciado estaba mal visto. Hoy esa diversidad está totalmente superada, porque la sociedad va por delante de las leyes”, explica Susana Dobado, presidenta de Galehi, asociación estatal de familias LGTBIQ+ que acaba de celebrar su 20º aniversario. “Hoy, hay familias de acogida, de dos mamás o dos papás. Y es que una vez que tienes descendencia, el armario se abre de par en par y te tienes que visibilizar. Lo más importante es que cada vez se ve con más naturalidad”, aclara.
Sin embargo, sostiene que todavía queda mucho recorrido para alcanzar la plena integración y superar la lgtbifobia: “Es el caso de las parejas de mujeres no casadas que siguen teniendo problemas para que se acepte su vínculo con el fin de acceder a la reproducción asistida en los servicios públicos de salud, porque las tratan como madres solteras”.
Para Dobado hay cuestiones que precisan cambios, como los formularios administrativos, que no están ajustados a las nuevas realidades familiares. Pone como ejemplo los trámites en los centros educativos, “pero también ocurre con los libros de texto y materiales didácticos, que todavía recogen otras realidades de forma ambigua y poco clara”, detalla. “Por ello, estamos desarrollando un proyecto llamado Familias de Colores para implantar planes de diversidad familiar y afectivo-sexual en los centros educativos: nuestros hijos e hijas necesitan verse reflejados en su día a día en el colegio”, continúa.
La presidenta de Galehi explica que existe un vacío legal que dificulta la integración y visibilización de los modelos no normativos. “La ley sobre Familias, que incluye un capítulo referido a personas LGTBIQ+, sigue en trámite parlamentario. Además, la falta de dotación de recursos, tanto materiales como humanos, así como los repartos competenciales entre Estado y comunidades autónomas, dificultan que las leyes se cumplan”, lamenta.

La educación e información de los niños en los colegios es fundamental, “sin embargo, hay desconocimiento en los centros escolares sobre cómo sensibilizar en cuestiones de diversidad familiar y afectivo-sexual, además de que el profesorado tiene miedo a represalias por parte de algunos padres y madres”, continúa la experta.
En el terreno institucional también queda camino por recorrer. “La Administración sigue dificultando que se puedan afiliar a los hijos e hijas a nombre de dos personas del mismo sexo y las familias monoparentales seguimos sufriendo discriminaciones tributarias; sin un marco protector para nuestras familias desde el nacimiento del primer hijo”, asegura Iván Hernán, progenitor, por adopción, de una familia homo-monoparental y también asociado a Galehi.
“A veces nos sentimos juzgadas y otras invisibilizadas, pero, al mismo tiempo, tenemos una red de apoyo de docentes, amigos y familiares”, asegura por su parte Cristina Montenegro, miembro de una familia homoparental. “La maternidad se define por el amor incondicional, la entrega diaria, las palabras que guían o los cumpleaños llenos de magia”, añade.
Para ella, las familias no se definen por su composición, sino por otros aspectos, como el vínculo emocional: “No depende del género ni de los moldes tradicionales, sino de cuidar, criar, acompañar, reír, llorar y construir juntas cada día”. Para Montenegro tener un modelo de familia diferente implica un reto que puede transformar a los progenitores. “Me hizo más fuerte, compasiva y libre, porque ser madre desde este lugar implica una revolución íntima y poderosa. Se trata de construir algo nuevo en un mundo que necesita diversidad, además de más amor y humanidad”.

Romper estereotipos familiares es difícil, como en el caso de ser una persona que quiere adoptar hijos en solitario. “Para un hombre soltero y homosexual de 35 años, las opciones de ser padre son escasas, así que, tras informarme, me decidí por la adopción de niños con necesidades especiales”, retoma Hernán.
“Desde siempre había tenido claro que quería ser papá, sobre todo a raíz de ser enfermero y trabajar en un paritorio con 19 años. Me parecía precioso ese milagro de traer a una persona al mundo y que fuera tu responsabilidad absoluta para enseñarla, cuidarla y quererla”, añade.
Para él, es importante unirse a un colectivo con una situación similar, para sentirse apoyado. “La sociedad da la espalda a la diversidad familiar que existe. Por eso es relevante unirse a personas en la misma situación; para hacer entender que existimos y merecemos los mismos derechos”, aconseja. “Solo el amor que tenemos a nuestros hijos e hijas nos sirve de herramienta para que ellos puedan defenderse de un mundo hostil y cada vez más agresivo con nuestro colectivo”, prosigue. “Nuestra manera de construir familias exige mucho más esfuerzo y responsabilidad”, zanja.
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