Hacer o no un regalo al profesor de tu hijo: 10 posibles motivos de la eterna polémica
Aunque dar un obsequio al maestro nace con la mejor de las intenciones, muchas veces acaba siendo una discusión abierta en el grupo de WhatsApp por sentirlo como una obligación, el gasto o la lucha de egos


Últimos días de clase. Todo el mundo acalorado y con prisas. Donald Trump y Elon Musk enfadados como niños de Primaria pero con capacidad de liarla globalmente. Y mientras tanto, en tu colegio hay un tema polémico que tiene divididos a los padres. Sí, otra vez, el regalo de los profesores. Sí, ya ha pasado medio año desde Navidad, se repite el dilema y ahora no hay una solución fácil de cesta navideña ya montada. Lo curioso es que algo que nace con la mejor de las intenciones, que es concretar en un paquetito envuelto con más o menos arte el agradecimiento por todo un curso, muchas veces acaba mutando en una guerra de bandas a lo West Side Story, pero con menos canciones y más mala leche en los grupos de WhatsApp de padres.
Vamos a analizar 10 posibles motivos de esta polémica, a ver si conseguimos pacificar un poco el ambiente.
- Algunos consideran dar un regalo al profesor de sus hijos una obligación, una especie de impuesto revolucionario, y por lo tanto ya se les hace bola de entrada. También añadirán que ellos en su trabajo no reciben ningún regalo, como si los derechos se tuvieran que igualar por debajo y no por arriba. Otros lo consideran de mal gusto, como una propina paternalista.
- Es un desembolso de dinero en una época del año donde se juntan muchos gastos. Quizá en tu clase todo el mundo pone 5 euros para un detalle, pero recuerda que hay gente con varios hijos (y, por lo tanto, con varios regalos de final de curso) y clases donde se piden cantidades muy superiores.
- ¿Estamos sobornando a los profesores? Hay obsequios prácticos, rápidos de encargar y de gastar, como una tarjeta regalo de centros comerciales, que en el fondo es la versión digital de darle un sobre con dinero. Se supone que a estas alturas el curso ya está decidido y las notas puestas, pero… todos somos humanos. Y ¿hasta qué punto un buen importe en el regalo importa mucho?
- Si en muchos centros está prohibido hacer regalos, ¿por qué no instauramos la norma en todo el país y nos dejamos de polémicas y dilemas? ¿Es que nos queremos sentir por encima de la ley? Ya sé que no es una ley, pero así la frase suena mejor. ¿Es que queremos incomodar al profesor obligándole a participar de algo que quizá ni le interesa o le puede traer problemas con el centro?

- Se crean diferencias que acaban generando conflictos. Diferencias entre los padres que pagan y los que no. Entre los que gestionan la caza del regalo y los que no. Entre los profesores que reciben el gran regalo en público y los que lo reciben a escondidas y sin ceremonial. Entre los que reciben un regalazo y los que reciben el clásico pongo que les obliga a forzar una sonrisa. Entre los que han tenido regalo y los que no… Y recordemos que en muchos centros escolares ya hay bastantes diferencias entre docentes a nivel laboral.
- Se acaban regalando cosas al azar que no le gustan a casi nadie y eso deja a muchas familias descontentas. Cuando la gente propone detalles, más de uno habrá dudado de si se estaba haciendo en broma, a ver cuánto tiempo tardaba la gente en darse cuenta de la inocentada, o si quien lanza la propuesta tiene un gusto pésimo. Es curiosa la diferencia de percepción del mundo y de la profesora en cuestión; alguien piensa que lo mejor es un masaje y el otro que un bolso o entradas para una scape room.
- Encargarse del regalo es un estrés añadido en una época en la que hay que cerrar muchos temas organizativos, donde nadie se ofrece como voluntario, pero todo el mundo tiene tiempo para criticar. La persona que se acabe ofreciendo para la gestión sabe que apenas recibirá algún gracias deslucido o un emoticono de pulgar hacia arriba en WhatsApp. A cambio le lloverán críticas si no ha envuelto el regalo, si no ha comprado una tarjetita de acompañamiento para que firmen los niños o si no ha devuelto en bizum los 7 céntimos de cambio que sobraban por familia.
- Hay una lucha de egos subterránea que también puede resultar incómoda. Un “yo hago el mejor regalo para la mejor profesora”. ¿Queremos figurar, aparentar y destacar sobre otros padres y clases? ¿O nos conformaríamos con dejar el regalo anónimamente en la recepción, sin tarjetita firmada?
- El mensaje que damos a los niños desde pequeños es el del triunfo del consumismo. Todo se resuelve con dinero, no con detalles personales. Que sí, hay clases donde los críos hacen un dibujo extra para acompañar al regalo, pero el dibujo no es el regalo, porque, al final, las manualidades infantiles, que son las que demuestran cariño y dedicación, “saben a poco”.
- Siempre hay adultos descontentos con el trabajo de algún profesor o con algún aspecto del curso o del colegio. O gente enfadada por algún recibo extra. O porque un día en recepción fueron secos con ellos. O porque querían entrar en otro centro y acabaron en este. Que la presión del grupo te obligue a contribuir para un regalo de alguien que te cae mal no es la manera más zen de acabar el curso.
Pero, sobre todo, ¿sabes a quién le da igual esta polémica? A los que pasan de todo, nunca contestan al chat de padres y por supuesto nunca ponen ni un euro para ningún regalo. Son ninjas escolares, porque consiguen ir pasando cursos al margen del grupo, saludando y sonriendo a los demás, porque saben que siempre habrá alguien que les cubra.
Sea como sea, me imagino que en todo colegio también existirá un chat de profesores donde comentan todo esto y quizá hacen un mercadillo de reventa con los regalos que no les apetecen.
¿Y tú eres de regalar o no? Y ya puestos, ¿qué puedes recomendar que haya triunfado como regalo? Te leo en los comentarios.
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