La oleada de indignación global por Gaza abre una brecha en la impunidad de Israel
Manifestaciones en capitales europeas, protestas como las de la Vuelta Ciclista a España o las reivindicaciones del mundo de la cultura impulsan la aún irrelevante presión diplomática sobre ese país

Los ciclistas del Israel Premier Tech han participado esta semana en la Vuelta a España en medio de abucheos, flanqueados por banderas palestinas o ante mujeres disfrazadas de madres palestinas con sus hijos envueltos en sudarios blancos en los brazos. Los activistas emulaban así las imágenes de muerte que, cada vez más atroces y desde hace casi dos años, los que dura la ofensiva israelí, llegan desde la Franja. Esas estampas, a las que se han sumado ahora las de niños reducidos a piel y huesos por la desnutrición, están impulsando unas protestas que, en las últimas semanas, han aumentado su número, su intensidad y también su alcance global, de forma paralela a una hambruna que Naciones Unidas declaró oficialmente el 22 de agosto.
Las numerosas y constantes, aunque solo en ocasiones multitudinarias, muestras de rechazo globales a Israel por una ofensiva que ya ha causado más de 64.300 muertos en la Franja no detendrán por sí solas a ese país. El Gobierno de Benjamín Netanyahu cuenta con apoyos férreos: el de Estados Unidos y sus armas -así como su veto en el Consejo de Seguridad- o el de Alemania. También ampara su impunidad en la pasividad de su primer socio comercial, la Unión Europea -destino del 32% de sus exportaciones en 2024- que no ha adoptado sanción alguna en su contra.
Los manifestantes de la Vuelta no han logrado expulsar de la carrera al equipo israelí, pero sí han obtenido victorias de alto contenido simbólico. El Israel Premier Tech anunció este sábado la retirada del nombre de Israel del maillot de sus ciclistas. Los activistas han alcanzado estos días las portadas de los medios de comunicación internacionales y sus carteles, que rezaban “Israel genocida”, han podido ser vistos en los 190 países donde se retransmite la competición.
Sobre todo, subraya Haizam Amirah Fernández, director ejecutivo del Centro de Estudios Árabes Contemporáneos (CEARC), esa movilización, y otras “de gente muy diversa en diferentes partes del mundo”, han logrado ya que el nombre de Israel “se asocie a un genocidio”.
Las protestas en la Vuelta han llevado también a responsables políticos a pronunciarse. El jueves, el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, se mostró “partidario” de expulsar al equipo de la competición para “enviar un mensaje” a Israel. El Gobierno anunció este sábado que en el Consejo de Ministros que se celebrará el próximo martes prevé aprobar un paquete de sanciones contra Israel y acelerar la entrada en vigor del embargo de armas a ese país aprobándolo con un decreto-ley. Esa ha sido una de las principales demandas del movimiento español de solidaridad con Palestina.
Un “Estado paria”
La mejor medida del impacto de la oleada de indignación popular es, subraya el experto del CEARC en Oriente Próximo, “la reacción” del Estado judío. La víspera del anuncio de la retirada del nombre del país en la equipación de los ciclistas, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, felicitó personalmente en un tuit a los miembros del Israel Premier Tech por “no ceder al odio y la intimidación”. Después de que la treintena de barcos de la Flotilla de la Libertad -otra movilización de alcance internacional- zarpara de Barcelona rumbo a Gaza la semana pasada, el Gobierno israelí anunció que está estudiando considerar “terroristas” a sus activistas.
Para Amirah Fernández, esas respuestas apuntan a que las acciones de rechazo a la ofensiva en el enclave palestino están resquebrajando “el dique de contención” que hasta ahora había evitado que Israel fuera considerado un “Estado paria”.

Especialmente en las últimas semanas. El 22 de agosto, la ONU declaró la hambruna en la Franja. Ya antes, las manifestaciones de repulsa a la ofensiva israelí habían proliferado. La agonía de palestinos como los 104 que, desde esa fecha, han sucumbido a la inanición impuesta por el bloqueo israelí- más del 25% de las 382 personas muertas de hambre desde el inicio de la ofensiva-, está marcando un punto de inflexión en la censura a Israel por la destrucción de Gaza.
Esa repulsa se expresa en diferentes ámbitos: desde el deporte a la cultura, la academia o los organismos internacionales y las ONG de ayuda humanitaria, que llevan dos años clamando contra el infierno que padecen los palestinos. También en las calles. Este sábado se celebraron manifestaciones propalestinas en Londres, París, Madrid, Seúl (Corea del Sur) o Pensilvania (EE UU), entre otros lugares. En la capital británica, la policía detuvo a 900 personas. La represión de las protestas por Gaza en países tradicionalmente aliados de Israel se considera otra vara de medida del alcance de esas manifestaciones.
El pasado 9 de agosto una movilización internacional por Palestina reunió en el conjunto de las protestas a decenas de miles de personas en Estambul (Turquía), Madrid y otras ciudades españolas, Ámsterdam (Países Bajos), Ginebra (Suiza) y Kuala Lumpur (Malasia), entre otras. La hambruna en el territorio palestino llevó dos días después a 100.000 personas a marchar en las calles de Brisbane (Australia), según la policía local.
El pasado viernes, el festival de cine San Sebastián emitió un comunicado que condena “el genocidio” de Israel en la Franja. Dos días antes, el público de otro festival, el de Venecia, premiaba con la ovación en pie más larga que se recuerda -casi media hora- la película que narra el aterrador final de Hind Rajab, una niña palestina de seis años asesinada en el coche de su familia, acribillado con más de 300 balazos por un tanque israelí en la Franja. El día 22, la organización Venice4Palestine, que reúne a 1.500 nombres del cine italiano y alguno internacional —como el director Ken Loach— había pedido por carta a ese certamen una condena clara de Israel.

En España, la plataforma Artistas con Palestina, que reúne a figuras públicas como Pedro Almódovar o la cantante Rozalén, está exigiendo, por su parte, al Gobierno español que corte las relaciones con Israel.
Más de 200 exembajadores y antiguos altos funcionarios europeos reprocharon el 23 de agosto a la Unión Europea, en una carta abierta, su ausencia total de sanciones contra Israel. Esa misma semana, la Asociación Internacional de Académicos del Genocidio (IAGS, por sus siglas en inglés), la mayor institución global dedicada al estudio de ese crimen, definió con ese término la ofensiva militar en Gaza.
Jorge Ramos Tolosa, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia y experto en Palestina e Israel, ve en todos estos actos de censura la demostración de un “abismo”: el que separa a quienes se han sumado a esta “oleada de solidaridad internacional inédita” con Palestina de unos gobiernos, especialmente los occidentales, en su mayoría “cómplices con el genocidio en Gaza”.
Solo cuatro países, Bolivia, Colombia, Nicaragua y Belice han roto sus relaciones con el Estado judío por la ofensiva que el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de la ONU considera un “posible genocidio”. Otros diez, todos del Sur Global, han suspendido sus relaciones con el Estado judío, entre ellos Brasil y Sudáfrica.
Nueve estados se han sumado desde octubre de 2023 al centenar largo de miembros de la ONU que ya reconocían al Estado palestino: ahora son 147 de 193. Uno de ellos es España, que lidera, junto con países como Irlanda, el grupo de miembros de la UE más críticos con Israel: quienes piden la suspensión, al menos, del capítulo comercial del acuerdo de asociación de los Veintisiete con ese país.
Esa posibilidad se ha topado hasta ahora con el veto, sobre todo, de Alemania. Y ello a pesar de que una encuesta encargada por la cadena pública ARD en agosto elevaba a un 66% los alemanes partidarios de aplicar más presión sobre Israel.
“La nueva fase del genocidio, la hambruna y las imágenes horribles que estamos viendo ha hecho crecer mucho más la indignación global", confirma Ramos Tolosa. Si los gobiernos “no atienden a esta demanda ciudadana creciente, puede empezar a salirles muy caro”.
Pequeños pasos
La indignación global por la brutalidad del ejército israelí en la Franja palestina ha forzado ya a varios gobiernos europeos a dar pasos, si bien aún irrelevantes, para presionar a Israel. El 11 de agosto, el fondo soberano noruego se vio forzado a vender sus participaciones en 11 empresas israelíes después de que el diario Aftenposten revelara que había invertido en una empresa que fabrica piezas para los aviones que bombardean la Franja.
El 8 de agosto, después de que Benjamín Netanyahu anunciara un plan para invadir toda Gaza, el canciller alemán, Friedrich Merz, comunicó que su país limitará el suministro de armas a Israel en una decisión sin alcance militar real- Berlín es el segundo proveedor de armamento del ejército israelí, por detrás de Washington- pero que sí constituye un gesto político.
Eslovenia anunció el viernes que no participará el año próximo en Eurovisión si lo hace Israel. Y, en principio, el 22 de septiembre, Francia reconocerá al Estado palestino en la Asamblea General de Naciones Unidas. El Reino Unido también ha anunciado que materializará ese reconocimiento si Israel no acepta un alto el fuego en el territorio invadido. Ambos países son miembros permanentes con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y se sientan en el G-7.
En una Unión Europea que sigue sin adoptar sanción alguna contra Israel —en contraste con los 18 paquetes de castigos aplicados a Rusia por su invasión de Ucrania—, la falta de acción política está empezando a pasarle factura. Sobre todo en términos de descrédito.
A escala nacional, la pasividad europea ha atizado las tensiones en varios Gobiernos. En Países Bajos, cinco ministros dimitieron el 22 de agosto, después de que su Ejecutivo de coalición bloqueara su propuesta de adoptar sanciones contra Israel. En Bélgica, la amenaza del viceprimer ministro y titular de Exteriores, Maxime Prévot, de provocar una crisis de Gobierno forzó a la coalición liderada por el nacionalista flamenco Bart de Wever a abrir la puerta a un posible reconocimiento del Estado de Palestina.
En España, el movimiento de solidaridad con Palestina ha convocado para el próximo martes manifestaciones en todo el país. Su fin es presionar al Gobierno para que cumpla, en el Consejo de Ministros de ese día, su compromiso de aprobar un embargo de armas contra Israel.
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