De la vida sexual de Salazar al Tratado de Tordesillas: en el juicio de José Sócrates cabe todo
La vista por corrupción al ex primer ministro de Portugal, que se retomará en septiembre, desvela momentos de tensión con España: “Yo era el enemigo público número uno de Telefónica”


El episodio más controvertido de las primeras sesiones del juicio de José Sócrates, el ex primer ministro portugués acusado de corrupción, surgió por sorpresa. Aunque todos en la sala son conscientes de que esta vista radiografiará los intestinos del poder político y económico ejercido en Portugal a principios de siglo con todos los riesgos que eso entraña, pocos esperaban que la vida sexual de Salazar, el antiguo dictador, estuviese entre los asuntos a escudriñar.
Ocurrió durante la audición de las conversaciones grabadas a Sócrates a petición de la Fiscalía para demostrar la familiaridad entre el ex primer ministro (2005-2011) y el antiguo presidente de Portugal Telecom (PT), Henrique Granadeiro. Es un tramo de la vista donde se analizan las intervenciones del Gobierno de entonces en decisiones estratégicas de PT, todopoderosa operadora de comunicaciones en aquella altura, asociada a la española Telefónica en la gestión de la empresa brasileña Vivo.
Entre risas, Sócrates relata una cena con el expresidente de Portugal Mário Soares y el exministro António Almeida Santos, ambos fallecidos, donde se compartieron intimidades del dictador Salazar y su gobernanta en la residencia oficial, Maria de Jesus Caetano, para discutir si entre ambos existió una relación sexual. El asunto desató el rechazo de otros abogados y la jueza Susana Seco, que preside el tribunal, mostró consternación. “Esto no se volverá a repetir”, dijo.
La batalla por el control de la brasileña Vivo acabaría suscitando encontronazos entre Sócrates y César Alierta, presidente de Telefónica fallecido en 2024, y la irónica invocación por parte del portugués del Tratado de Tordesillas, aquel acuerdo entre los dos reinos ibéricos donde trazaron una línea imaginaria para dividirse el mundo a finales del siglo XV. “Yo era el enemigo público número uno de Telefónica. Deben haberme acusado de ser un comunista por ir contra sus intereses de entrada en el mercado brasileño. Creían que tenían el derecho a comprar porque eran más fuertes que PT. En la reunión donde Alierta me manifestó su voluntad de comprar la parte de Vivo a PT, le dije que también PT tenía derecho a comprar la parte de Telefónica en Vivo y ahí le recordé el Tratado de Tordesillas”, explicó el antiguo primer ministro en la sala de audiencias. En otro momento de su larga declaración, matizaría que no tiene sentimientos anti españoles. “Es más, tengo una gran admiración por aquel país, aunque no puedo decir lo mismo hacia César Alierta”.
Sócrates reivindicó su política de “preservar activos estratégicos” en manos portuguesas, fuesen públicas o privadas, y recordó que también combatió la venta de Galp a la multinacional italiana Eni. El Gobierno de Portugal acabó usando su acción de oro para impedir la venta a Telefónica del 50% de Vivo, contra la voluntad mayoritaria de los accionistas privados, entre ellos el Grupo Espírito Santo (GES). Su presidente, Ricardo Salgado, también imputado en este proceso como principal corruptor del ex primer ministro aunque ausente debido a su enfermedad neurodegenerativa, presionó a Sócrates para permitir la venta sin éxito, según el político.
Salgado, contó Sócrates, se presentó sin avisar en el palacio de São Bento, residencia oficial del primer ministro, mientras este debatía con su equipo sobre el anuncio del uso de la acción de oro. Sócrates interrumpió la reunión para encontrarse con el principal banquero del país. “Me pidió que no usase la acción de oro porque tenían mucha necesidad de dinero. Le respondí que la íbamos a usar, no solo en defensa de los intereses nacionales, si no porque el Gobierno no había sido informado y era una cuestión de dignidad. Fue una conversación corta y rápida”, relató en la sala. Pocas veces un juicio ha visibilizado tanto como este las corrientes subterráneas que circulan entre el poder, esas influencias tejidas en almuerzos, teléfonos o encuentros improvisados.
La Fiscalía acusa al antiguo líder socialista de tener un pacto secreto con Salgado para facilitar la operación de Telefónica, que acabaría finalmente comprando el 50% de Vivo tras el levantamiento del veto del Gobierno y una decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que lo declaró ilegal. En contrapartida, según el Ministerio Público, el primer ministro habría recibido dinero a través de testaferros.
En cuestión están también la entrada de PT en Oi, otra operadora brasileña, que fue la contraprestación por la salida de Vivo. El Gobierno, reiteró su primer ministro de entonces, quería que PT mantuviese su peso en Brasil al considerarlo un mercado estratégico para darle más dimensión a la compañía portuguesa. En el desarrollo de estas operaciones de PT es donde se habrían producido sobornos al primer ministro y a los dos máximos responsables de PT, Henrique Granadeiro y Zeinal Bava. De ahí, el interés del fiscal Rui Real de mostrar la cercanía entre los tres.
El político había dicho el día anterior que solo coincidió con Bava en un par de encuentros sociales y que no se había reunido a solas con Granadeiro. La fiscalía pidió entonces autorización para reproducir una grabación de seis minutos registrada en 2013 entre Sócrates y Granadeiro, que comienza hablando de la presencia de PT en Brasil, sugiere almuerzos a tres bandas con el presidente Lula da Silva y acaba deslizándose hacia el ambiente excitado de barra de bar sobre la actividad erótica de Salazar.
Este martes, la última sesión antes de las vacaciones, se centró en el frustrado proyecto del Tren de Alta Velocidad entre Lisboa y Madrid, considerado uno de los focos de corrupción en la investigación de la Fiscalía. “Hay hasta cinco absurdos en esta acusación. Dicen que hubo pagos corruptos por un proyecto que nunca se hizo, también de que soy sospechoso de intervenir para que no se realizase. Al final el concurso fue limpio y ha cambiado el punto focal. Ahora soy sospechoso de modificar una línea en el concurso”, ironizó. El ex primer ministro culpó a la sombra de sospecha esparcida sobre el proyecto por la Fiscalía del retraso de la alta velocidad en Portugal. “El Gobierno posterior decidió acabar con el proyecto porque comenzaron las noticias de que yo había favorecido a una empresa. Un gran perjuicio que seguimos a pagar”, dijo. Y aún reservó un dardo para António Costa, primer ministro socialista a partir de 2015: “Por cobardía política no hizo nada porque era un proyecto de José Sócrates. Era un tabú”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
