Moscú acelera las obras para conectar la central nuclear de Zaporiyia a la red eléctrica rusa
Un informe de Greenpeace confirma que el invasor ha construido 90 kilómetros de alta tensión para enlazar la planta atómica con las regiones ucranias ocupadas militarmente y con Rusia

Moscú no tiene intención de retornar la central nuclear de Zaporiyia a las autoridades ucranias. Todo lo contrario: un informe de Greenpeace hecho público este martes confirma que entre febrero y mayo, el invasor ha construido 90 kilómetros de líneas de alta tensión en los territorios ocupados del mar de Azov, fronterizos con Rusia. Las imágenes por satélite recogidas por Greenpeace indican que la siguiente fase es ampliar esta línea unos 100 kilómetros hacia el oeste, hacia la ciudad ucrania de Melitópol, también en manos rusas, donde llega la red procedente de la planta atómica ocupada militarmente por el Kremlin en 2022.
La central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, fue los pasados marzo y abril una obsesión particular del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de cara a unas negociaciones de paz. Trump insistió en que la planta atómica debía ser un activo canjeado, y que incluso su propiedad podía pasar a manos de empresas estadounidenses.
Rusia no solo no muestra señales de querer retirarse de la central atómica: en la reunión del 16 de mayo en Estambul para abordar un posible alto el fuego, los enviados de Vladímir Putin exigieron a la parte ucrania que retiraran sus tropas de toda la provincia de Zaporiyia. El Kremlin considera que la provincia entera es de soberanía rusa pese a haberla invadido parcialmente.
La dirección de Rosatom, la empresa estatal rusa atómica, ha reiterado durante los más de tres años de guerra que el objetivo es reiniciar la producción de energía de Zaporiyia, la mayor planta nuclear de Europa, para conectarla al sistema eléctrico ruso. El presidente de Rosatom, Alexéi Likhachev, aseguró el 21 de mayo en una reunión con el Gobierno ruso que “el sueño de todos es levantar la central”. “Hemos desarrollado un plan para llevar a la central nuclear de Zaporiyia a su pleno funcionamiento”, afirmó Likhachev.
Sus seis reactores no están actualmente operativos, por la destrucción de la red y las constantes situaciones de riesgo que suponen los ataques a las subestaciones eléctricas que aportan la energía necesaria para mantener activas las torres de refrigeración. Se producen además periódicos incidentes militares que amenazan las instalaciones.
El último informe sobre Zaporiyia emitido por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) reportó que un dron había impactado el 21 de mayo en una zona de la central. Así lo confirmó el equipo de técnicos del OIEA establecidos en la planta para monitorizar la seguridad. El OIEA indicó que era probable que el dron hubiera caído en las premisas de la central tras ser abatido. La agencia nuclear de Naciones Unidas no concreta en sus informes la responsabilidad de las agresiones militares en Zaporiyia, pero lo más probable es que se tratara de un dron ucranio.
La situación más alarmante en el sector nuclear ucranio se produjo el pasado febrero, cuando un dron bomba ruso impactó en el sarcófago que aísla el reactor que explotó en Chernóbil en 1986.
Greenpeace detalla en su documento los peligros que implicaría reactivar la central de Zaporiyia, “con un riesgo muy alto de catástrofe”. Sobre todo, indica la organización ecologista, hay un déficit de personal implicado en el funcionamiento de la central y un mantenimiento precario de sus instalaciones tras los años de guerra. Greenpeace exige además al OIEA que comunique a Moscú su oposición al reinicio de Zaporiyia por la amenaza de desastre nuclear.
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