Contra las locas fantasías, el bar de Torre Pacheco
La imagen del local donde Domingo juega al dominó tiene efecto balsámico y acaba de un plumazo con este disparate


Creía haber visto todo en conspiraciones majaras hasta que el otro día Stevie Wonder tuvo que salir al paso de un rumor de redes sociales: que en realidad no es ciego y se lo hace. Ver para creer. Como suele pasar en las confabulaciones más rebuscadas, uno se pregunta: ¿para qué iba a hacer eso, pasarse toda la vida fingiendo? Como si no fuera un genio, si le ficharon en la Motown con 11 años. Pues nada, a sus 75 años ha tenido que desmentir el bulo. Y en algunos titulares leías: “Stevie Wonder confirma su ceguera”. Como si fuera algo que realmente se hubiera puesto en duda.
De dónde viene tanta desconfianza y por qué se cuestionan incluso cosas sin importancia, no digo ya los pilares de la democracia o que la Tierra es redonda, que también. Es que aquí hay alguien que se ha dedicado a sospechar de Stevie Wonder, no sé si se dan cuenta. Demasiada gente aburrida y maliciosa con un poder inusitado para propagar tonterías, y con un resentimiento muy insidioso, como si les hubiera mentido todo el mundo. Se da la vuelta a la realidad combinando la credulidad absoluta sobre cualquier cosa, cuanto más idiota mejor, con la sospecha airada hacia todo en general, cuando más insospechado mejor. El gracioso o el pesado del bar, que en el bar tomaban por lo que es, y que pontificaba ante un auditorio vacunado por el sentido común, ahora puede llegar a miles de personas que le toman en serio. En redes sociales no hay una racionalidad colectiva, es la insensatez generalizada, y los troles de la política chapotean a sus anchas. Por eso para mí ha sido muy tranquilizador ver por fin a Domingo Tomás, el señor agredido en Torre Pacheco, en su bar de toda la vida, echando la partida de dominó y alucinando con todo lo que ha pasado. En las fotos percibías el sencillo imperio del sentido común, donde el bocazas tendrá su lugar, quizá en la esquina, comentando en voz alta lo que ve en la tele, sin que nadie le haga mucho caso. Creo que la imagen de ese bar tiene un efecto balsámico y acaba de un plumazo con todo este macabro disparate de Torre Pacheco. Ese bar es real, esos fantasmones enmascarados que aparecieron por el pueblo son personajes de mentira, vienen de un mundo imaginario.
Pero la fantasía, como decía, es el problema. Miren lo que ha pasado esta semana con Elmo, un muñeco de Barrio Sésamo. Alguien manipuló su cuenta de X en EE UU y comenzó a decir barbaridades racistas y antisemitas. Yo creo que está claro que no era él quien decía estas cosas, y no es la menor de las razones el hecho de que Elmo no existe (los escépticos pueden consultar en Wikipedia, que dice claramente “Raza: marioneta de guante”). Ahora bien, si Elmo no existe, necesito por favor que alguien me explique cómo es que un muñeco es un auténtico líder de opinión con 681.000 seguidores en X (edad mínima de acceso, 13 años) y cómo alguien puede tomarle en serio. Es un puñetero muñeco, da igual lo que diga Elmo. Y ya que estamos, no comprendo que tenga más seguidores que el Monstruo de las Galletas o Epi y Blas (tienen cuentas separadas). ¿Qué hubieran dicho en el bar de Torre Pacheco de Stevie Wonder? Qué tontería, qué falta de respeto. ¿Y de Elmo? Pues que a alguien que está pendiente de un muñeco rojo con nariz naranja lo ponían ellos a recoger tomates. Pero miremos el lado positivo del incidente: queridos niños y niñas, debéis saber que a medida que os hagáis mayores, un día veréis que un conocido que parecía normal y era simpático de pronto empieza a decir cosas nazis, sin saber por qué, y no tenéis que hacerle ni caso. Quizá ha sido la mejor lección de Elmo para prepararlos para la vida adulta.
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